El candidato presidencial por la coalición Juntos Haremos Historia, conformado por los partidos Morena, PES y PT, planea poner de cabeza al sector energético recién abierto en México, advierte el diario The Wall Street Journal.
El periodista Robbie Whelan refiere que ha confundido a los inversionistas al pedir un congelamiento temporal en las nuevas inversiones privadas en exploración y producción de petróleo.
Sus intenciones son trasladar el gasto federal de la exploración y la producción a las refinerías, lo que según los críticos, podría tener las consecuencias más dramáticas para la economía mexicana y las refinerías estadounidenses a lo largo de la costa del Golfo de Estados Unidos.
En su artículo, publicado este lunes, señala que eventualmente, López Obrador quiere detener por completo las exportaciones de petróleo crudo—una fuente primordial de ingresos para el país—porque, según él, México se ha vuelto demasiado dependiente de Estados Unidos para obtener gasolina refinada, como afirmó Rocío Nahle, legisladora de Morena a quien el candidato ha nombrado como su Secretaria de Energía, si llegara a la Presidencia.
“Nosotros vamos a cambiar la política energética de este país, eso es un hecho”, afirmó Nahle en una entrevista con el Wall Street Journal.
La legisladora recordó que analistas de energía, políticos rivales y ex empleados de Pemex han dicho que el plan de López Obrador arrojaría la economía dependiente de la energía de regreso a los inicios de la década de 1970; es decir, antes de que hicieran los descubrimientos petroleros clave y cuando el país confiaba en una economía cerrada en industrias como la petrolera, de acero y la agrícola.
El plan de la refinería también podría tener amplias consecuencias fiscales para México, señala el diario, lo que conduciría a un potencial déficit presupuestario.
Según el diario, para Estados Unidos, que compra la mitad de las exportaciones de crudo de México, esto lo obligaría a que las refinerías a lo largo de la costa del golfo y que dependen del crudo mexicano, a buscar realizar sus operaciones en otro lugar.
The Wall Street Journal precisa que López Obrador tiene una larga historia de oposición a la apertura de la industria petrolera de México a la inversión extranjera y privada.
En 2013, dirigió a miles de manifestantes a protestar contra el plan del presidente Enrique Peña Nieto de permitir la inversión privada en la exploración y producción, calificando la idea de compartir los beneficios de los recursos naturales mexicanos con compañías petroleras extranjeras de una afrenta a la soberanía nacional.
“Es sentido común. ¿Por qué no agregamos valor a nuestros recursos? ¿Por qué tenemos que comprar gasolina?”, dijo López Obrador el viernes pasado. “A mediados del próximo sexenio presidencial, vamos a dejar de comprar gasolina, vamos a producir la gasolina en México”.
Robbie Whelan indica que los principales rivales de López Obrador están a favor de mantener abierto el sector energético y enfocado en las exportaciones.
Durante las últimas décadas, los gobiernos mexicanos sucesivos han invertido sus dólares limitados en la exploración y producción de crudo para la exportación, prestando menos atención a las actividades posteriores como la refinación. La razón es simple: la recompensa por encontrar petróleo crudo es grande, mientras que la refinación tiene márgenes muy pequeños y requiere inversión masiva.
La importación de gasolina ha surgido en la última década a medida que crece la demanda por combustible para los automóviles, y las seis refinerías existentes en México se han vuelto menos productivas, afectadas por ineficiencias, cerradas de manera inesperada y dañadas por desastres naturales.
México importó 571 mil barriles de gasolina al día en 2017, una tasa promedio que fue 59 por ciento más alta que en 2013. Mientras tanto, 2017 fue el peor año para la producción nacional de gasolina en más de una década, con sólo 257 mil barriles refinados al día, 44 por ciento por debajo de la década anterior.
Las seis refinerías de Pemex operaban a una capacidad promedio de 48 por ciento el año pasado, el nivel más bajo registrado.
López Obrador quiere construir una o dos nuevas refinerías, las cuales costarían alrededor de seis mil millones de dólares cada una, y tardarían aproximadamente tres años en ser construidas, dijo Nahle, ingeniera petrolera que trabajó en las plantas petroquímicas de Pemex en los años ochenta.
Además, dijo que él quiere mejorar las seis refinerías existentes en México, logrando que funcionen entre el 70 y 95 por ciento de su capacidad en nueve meses.
“Si se tiene el dinero para gastar en refinación o exploración y producción, ¿por qué no lo gastaría en exploración y producción, donde se ganaría mucho más dinero?”, de acuerdo con Duncan Wood, director del Instituto México del Centro Internacional Woodrow Wilson, refiere el artículo.
“Claramente el cálculo es político”, señaló Wood. “Quieren nuevas y brillantes plantas en la costa con las que el presidente pueda pararse y decir ‘Miren, hemos hecho esto”.
El plan de López Obrador probablemente le quitaría los recursos necesarios para proteger la declinante producción mexicana de crudo para exportación. Pemex contribuye casi con 20 por ciento del presupuesto federal.
México exportó 20 mil millones de dólares de petróleo crudo el año pasado, en un promedio de 1.17 millones de barriles por día, cerca de la mitad de éste hacia EUA. Los volúmenes de exportación de crudo han caído más de 30 por ciento en la última década dado que muchos campos petroleros clave de México se encuentran vacíos.
The Wall Street Journal indica que para tratar de compensar ese declive, el país abrió su exportación y producción a la inversión privada en 2013.
Desde entonces, el país ha llevado a cabo ocho subastas y otorgado 91 contratos de exploración y producción. Pero muchos de estos tomarán años o incluso décadas para cosechar cantidades significativas de crudo.
El costo de actualizar y construir nuevas refinerías posiblemente sea mucho más alto del que estima la campaña, dicen analistas. El precio de una nueva refinería, de entre 10 a 12 mil millones, es posible que sea más alto que lo que la campaña de López Obrador está proyectando, de acuerdo con Gonzalo Monroy, un consultor independiente en energía en México.
México construyó por última vez una nueva refinería, su enorme complejo de Salina Cruz en el estado de Oaxaca, en 1980. Actualizaciones recientes en las refinerías de Pemex en Minatitlán y Cadereyta estuvieron plagadas de excesos en costos.
Un obstáculo para mejorar la productividad en la refinería es el sindicato de 130 mil trabajadores de Pemex, cuya eficiencia está muy por debajo de los estándares internacionales.
“Tendría que llevar a cabo importantes reformas y modificar dramáticamente las prácticas laborales existentes, de lo contrario no vale la pena modernizar las refinerías en México”, dijo Adrián Lajous, quien dirigió Pemex de 1995 a 1999.
Por último, el plan hace sentido si México puede producir gasolina más eficientemente que lo que cuesta traer gasolina desde Texas.
“Estás básicamente pidiéndole a México… competir con las refinerías petroleras más eficientes del mundo, que son las que están en la costa del Golfo de EUA,” dijo Pablo Medina, un analista de la firma Welligence de Houston. “Solo por el hecho de ser energéticamente independiente, no estoy seguro de que el precio sea correcto”.