Se rebelan al bipartidismo

La “fiebre ciudadana” de las elecciones de España podría contagiarse a México.

Partidos que surgieron de movimientos civiles, como Podemos y Ciudadanos, debilitaron el pasado fin de semana al bipartidismo español, representado por el Partido Popular (PP) y el Partido Socialista Obrero Español (PSOE).

Gracias a alianzas y coaliciones, candidatos ciudadanos le arrebataron el poder a los “políticos de siempre” en ciudades clave, como Madrid y Barcelona.

Pedro Pablo Cortés Pedro Pablo Cortés Publicado el
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Este resultado podría repetirse en las elecciones generales, que se realizarían a más tardar en diciembre próximo
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La “fiebre ciudadana” de las elecciones de España podría contagiarse a México.

Partidos que surgieron de movimientos civiles, como Podemos y Ciudadanos, debilitaron el pasado fin de semana al bipartidismo español, representado por el Partido Popular (PP) y el Partido Socialista Obrero Español (PSOE).

Gracias a alianzas y coaliciones, candidatos ciudadanos le arrebataron el poder a los “políticos de siempre” en ciudades clave, como Madrid y Barcelona.

Además, el PP y el PSOE obtuvieron, en conjunto, tres millones de votos menos que en las elecciones regionales del 2011. 

Este resultado podría repetirse en las elecciones generales, que se realizarían a más tardar en diciembre próximo, porque Podemos tiene 20 por ciento de la intención de voto, lo que arriesgaría el control bipartidista del Congreso y de la Presidencia.

Analistas entrevistados por Reporte Indigo creen que el fenómeno Español podría extenderse a México, donde candidatos independientes y ciudadanos están creando alianzas para derrotar a la hegemonía partidista en las votaciones locales.

Los indignados

“Las candidaturas independientes aquí en México son la manifestación del fenómeno que se acaba de vivir en España”, expone Jesús Cantú, exconsejero electoral del IFE y profesor investigador del Tecnológico de Monterrey.

“Esta manifestación de rechazo a un sistema de partidos políticos, hablo aquí de México, pero no es el único. De hecho hay un problema internacional de una indignación con los partidos políticos”.

Cantú explica que en México los aspirantes independientes con posibilidades de ganar han sido políticos que antes militaban en un partido, mientras que en España se trata de ciudadanos que llegan al poder tras formar un partido. 

Tal es el caso de José Adonay Avilés, quien en el 2007 se convirtió en el primer alcalde independiente del país en Yobaín, Yucatán, tras haber militado en el PRI. 

Raúl de Luna Tovar, de General Enrique Estrada, Zacatecas, e Hilario Ramírez “Layín”, de San Blas, Nayarit, son alcaldes independientes que antes militaban en el PAN.

“Los ejemplos exitosos (en México) siempre han sido de quienes ya habían venido de un pasado partidista”, explica Cantú, “hablo exitoso electoralmente.

“Aquí el reto es que demuestren efectivamente que cuando llegan a ganar tienen la capacidad efectivamente de tratar de construir el gobierno ciudadano del que están hablando”. 

El especialista precisa que aquí aún falta capitalizar el rechazo a los políticos tradicionales.

“El sistema partidista actual pues está muy distorsionado, muy pervertido, se cristalizó un cártel entre los tres partidos políticos con mayor preferencia electoral, pues fundamentalmente se dedicaron a defender y acrecentar sus privilegios”, indica.

“Yo no descarto que pueda haber un futuro sin partidos, lo único que sé es que los partidos políticos no representan lo que antes representaron, pero tampoco los movimientos sociales y las candidaturas independientes han podido llenar ese hueco”.

Allá ciudadanos, aquí renegados

Susana Garibay, politóloga egresada del Tecnológico de Monterrey que estuvo en España durante las elecciones regionales, enfatiza en que hay diferencias cruciales.

La más importante, afirma, es que los partidos ciudadanos españoles nacieron de movimientos civiles en contra de la corrupción, mientras que en México los independientes son, en su mayoría, exmilitantes partidistas.

“La figura también lo dice, aquí es una persona”, subraya, “una persona que no fue aceptada en su partido, se sale del partido y ellos mismos se postulan sin tener este respaldo o esta organización detrás que los apoye. Es más bien como: ‘sigue al líder’.

“Mientras que en España los líderes salieron de los movimientos ciudadanos”.

Otro riesgo, advierte Garibay, es que en México la fuerza de las candidaturas independientes se concentra en el poder ejecutivo, pero los congresos podrían seguir controlados por los partidos tradicionales.

“Van a tener que hacer equipo con estos partidos tradicionales a los que tanto les están echando desde su campaña, entonces no sé si eso provoque un sentimiento de poca credibilidad”, apunta. 

La politóloga señala que los mexicanos deben aprender a organizarse y dejar de satanizar la política si quieren que ocurra algo similar al caso español. 

“Allá es un discurso que no es que esté mal la política, lo que está mal son los partidos y los partidos tradicionales. Y que ellos en lugar de ver como alternativa las candidaturas independientes, vieron como alternativa formar nuevos partidos”, dice.

“Aquí en México no hemos llegado a eso, a tal grado de organización vecinal”.

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