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“Oh señor Dios todo poderoso, pido permiso para invocar a tu Ángel de la Muerte para que interceda por mí y por este familiar que hoy se encuentra ausente. Permite que él encuentre el camino a casa, sano y salvo, así como un día salió de ella. Abrigados por la esperanza y en unión a ti Santísima Muerte, te rogamos te dignes a escuchar nuestras plegarias”.
Las líneas anteriores son las de una oración del culto a la Santa Muerte, escrita especialmente para las personas que sufren por la desaparición de un familiar o un conocido.
Los devotos de la “Niña Blanca” le piden así el retorno del ser querido, como se aprecia en alguno de los portales de Internet que han sido creados para tal adoración.
“Estoy desesperada, mi papá está desaparecido desde hace una semana y creo en la Santa Muerte, me ha hecho unos favores pequeños, pero ahora le quiero pedir que me ayude a encontrar a mi papá”.
Las siguientes son transcripciones sin corregir tomadas de sitios en Internet:
“Hace dos años y medio que dos hermanos se desaperesieron ii ya no se que hacer con este dolor que sientho x eso te vengo a pedir a thi santisima muerte que me los traigas de regreso a salvo yo no pierdo la de que eiios viven”.
“Por favor ayudame a encontrar a mi hermano c.r. lo mas pronto posible y con bien gracias”.
Decenas de personas desaparecidas en Jalisco son o fueron creyentes de la Santa Muerte.
O al menos tuvieron contacto con el culto antes de que se les perdiera la pista, de acuerdo a sus señas particulares presentes en el Registro Nacional de Datos de Personas Extraviadas o Desaparecidas (Rnped).
En su versión depurada y presentada el 21 de agosto de 2014 (con actualizaciones desde entonces), se sabía de la desaparición de 20 víctimas en Jalisco cuya descripción incluyó el que llevan tatuada a la Santa Muerte en su cuerpo.
“Barba de chivo y usa bigote, trae cicatrices en espalda en lado derecho de 20 centímetros y otra de ocho centímetros, tatuaje en el pecho lado izquierdo la Santa Muerte”, dice una de éstas.
“Tatuaje uno en el antebrazo derecho el cual dice Naomi Michel, en el brazo derecho tiene tatuada la Santa Muerte y en la espalda tiene tatuadas dos charras o escaramuzas”, se lee en otra de las descripciones del Registro.
A nivel nacional son cientos las personas desaparecidas que se habían marcado la piel con la Santa Muerte, 187 para ser exactos (161 hombres y 26 mujeres), según el registro; y aunque hay otros 45 que portaban alguna otra imagen de la muerte, su descripción no aclara si se trata de esa divinidad.
Las entidades con más de estos casos son Tamaulipas, con 95; Jalisco, los 20 citados; Coahuila, 13; México, nueve; Distrito Federal, ocho; Durango, siete; Michoacán, seis; y Chihuahua, Guerrero y Sinaloa con cinco cada una.
El resto se difumina en Sonora, Veracruz, Zacatecas, Baja California, Campeche, Guanajuato, Nuevo León, Puebla y Tlaxcala, lo que habla de la amplitud de la devoción.
Credo
El culto a la Santa Muerte despierta polémica por su vínculo con el mundo de la delincuencia organizada y común. Aunque esa relación no puede generalizarse en todos sus devotos, sí llega a estigmatizarlos.
La peculiaridad de esta creencia está en que, ante un catolicismo que exige del pecador su contrición, ésta innova con una puerta más amplia para el que no desea virar, pero busca una certeza del más allá.
“Mi niña protégeme de la justicia y de los enemigos”, escribe un creyente; algunos piden otros tipos de favores:
“Mi niña blanca te pido le des conforme tu divina voluntad a esa persona que me está poniendo obstáculos, te lo hago presente y si quisiera abrir su bocota para joderme se la cierres”.
“Bendita ayúdame a no ser atacada por todos”. “Por favor protégeme de todos los que quieran atentar contra mí”.
Fabián Acosta Rico, filósofo y doctor en Antropología Social de la Universidad de Guadalajara (UdeG), estudioso de las religiones, recuerda que el líder y obispo del culto, David Romo, intentó su registro federal en 2007 –tras perderlo en 2005–, pero en junio de 2012 fue hallado culpable de robo, secuestro y extorsión; cumple una pena de 66 años.
“Este tipo de hombres en la clandestinidad de la ley, que se dedican a la criminalidad, no tienen cabida dentro de la Iglesia (Católica) si no es que se arrepienten y dejan su vida licenciosa; si concordamos con que el hombre es homo religiosus, diría Mircea Eliade (filósofo rumano), tiene que buscar formas alternativas para dar dirección a estos impulsos religiosos.
“En la Santa Muerte encuentra un asidero para esa proclividad religiosa y un asidero isomórfico (de modos similares) con su forma de vida y sus prácticas comunes, en este caso criminales y licenciosas. Una clientela de devotos que no tiene cabida en la Iglesia Católica y en ninguna otra, la encuentran en la Santa Muerte”.
Continúa: “No sería extraño que las desventuras, cierto agobio emocional colectivo, haya podido ser un detonante del culto, a lo mejor para muchos creyentes las advocaciones tradicionales ya no les estaban dando resultado”.
Y explicita la lógica: “Aquella que dispensa el hambre y la muerte también puede ahorrarnos el pasar por estas penurias (…) si vivimos un clima de desesperanza por la pobreza, de inseguridad, a quién podemos acudir, a la Santa Muerte”.
En Jalisco, las víctimas desaparecidas que tienen tatuada la imagen van de los 18 a los 51 años de edad. Se perdió su rastro entre el 2 de abril de 2009 y el 26 de febrero de 2014.
La mayoría son hombres, excepto una mujer.
El municipio con más desaparecidos con esa particularidad es Zapopan, con cinco. Guadalajara, La Barca, Tlajomulco de Zúñiga, Tlaquepaque, Tonalá y Valle de Juárez tienen dos; y Arandas, Ayotlán y Quitupan, uno cada uno.
La desesperanza hace compartir el fervor y la piel.
“Tatuaje de Virgen de Guadalupe en espalda, antebrazo de los dos brazos mujeres desnudas, en la tibia y peroné de la pierna izquierda una Santa Muerte”, son señas de un hombre desaparecido en La Barca, el 2 de agosto de 2010.
Así como “La Flaquita”, los signos católicos de la Virgen de Guadalupe, la de Fátima, u otra de esas advocaciones femeninas religiosas están presentes en 123 víctimas en todo el país, de acuerdo con el Rnped.
“En trabajo antropológico, semiótico, se puede casi deducir que la Santa Muerte no es más que –o puede ser– una especie de nueva representación descarnada de la Virgen de Guadalupe”, acota el especialista de la UdeG.
Refugio con un cadenero menos estricto ¿acaso más comprensivo? Escribe una creyente: “Tengo un gran problema y creo que la Santa Muerte me puede ayudar, me han contado que me puede ayudar en lo que sea, me acabo de enterar que estoy embarazada y no quiero tener al bebé”.
Dejan su marca
El vínculo delincuencia-con la Santa Muerte ha tenido atisbos en Jalisco. El 8 de julio del 2011, policías estatales aseguraron una finca en Junta de los Ocotes, Zapopan, la cual adjudicaron al grupo La Resistencia. Adentro fue hallado un cuerpo sepultado y un altar a la Santa Muerte.
El 2 de marzo de 2014, la Fiscalía General encontró seis cuerpos en fosas de Tlaquepaque; dio como referencia que estaban a 1.5 kilómetros de uno de los centros de oración de este culto, nada conclusivo.
El 6 de marzo de 2014, en el levantamiento de un cuerpo en San Martín de las Flores de Abajo, Tlaquepaque, el Instituto Jalisciense de Ciencias Forenses informó que:
“Identificó una inhumación clandestina, en cuya fosa había un cadáver masculino de 50 a 55 años, atado de manos y tobillos con cinta de plástico, así como en cuello, fijándose también un trozo de madera y una imagen de plástico de la Santa Muerte”.
El Rnped tenía, en agosto de 2014, registro de 22 mil 322 desaparecidos a nivel nacional. El 7 de enero pasado subió a 23 mil 271. Variaron así los primeros tres lugares, con una tendencia a la alza: Tamaulipas, de 4 mil 875 desaparecidos ha pasado a 5 mil 293; Jalisco, de 2 mil 113 a 2 mil 139, y el Estado de México, de mil 554 a mil 730.