En México hay millones de personas que no tienen acceso a los servicios de salud. La Encuesta Nacional de Salud y Nutrición (ENSANUT) 2018 revela que solo 8 de cada 10 habitantes declara tener este derecho.
Además, de entre los derechohabientes a los servicios de salud, la cobertura más baja es para la población joven que se encuentra entre los 20 y los 29 años, tanto de hombres como de mujeres.
En contraste, el mayor porcentaje de cobertura es para los hombres y las mujeres que están en el grupo de edad de 60 años y más, seguido por el de los 0 a 9 años, el de 30 a 59 años y el de 10 a 19 años.
Las mujeres son quienes tienen la tasa más alta de uso de servicios de salud, tanto ambulatorio como hospitalario. Sin embargo, mientras que en el 2012 el porcentaje de mujeres que acudió a consulta fue de 9.6 y el de hombres fue de 6.6, en el 2018 fue de 7.6 y el de hombres de 5.1, respectivamente.
Por su parte, en el servicio hospitalario hubo un incremento, pues del 4.9 por ciento de mujeres y el 2.6 por ciento de hombres que hubo en el 2012, la cifra creció al 5.8 por ciento y 3.3 por ciento en el 2018.
Salud aumenta gasto de bolsillo
Estudios del Centro de Investigación Económica y Presupuestaria (CIEP) revelan que el gasto de bolsillo de la población derechohabiente ha aumentado a la par que el gasto per cápita anual ha disminuido.
El CIEP define al gasto de bolsillo como el de atención primaria, hospitalaria y de medicamentos; mientras que el gasto per cápita es el total del presupuesto público en salud entre el número de beneficiarios o afiliados.
En el informe “Afiliación, uso y gasto en salud: ENIGH 2016”, publicado en el 2017, se concluye que el gasto de bolsillo podría ser resultado del bajo nivel de gasto público en salud.
Señala que aunque una de las políticas ha sido construir un sistema nacional de salud universal, los consultorios y hospitales privados, así como consultorios de farmacia, son los que responden a estas necesidades de atención.
Cristina Heliane Rosas Balan, experta en salud pública, explica que en México, el factor salud está vinculado al estado de contratación de cada persona.
También menciona que hay diversos elementos por los que una persona prefiere pagar por una consulta en un consultorio privado o anexado a una farmacia, que ir al seguro social, como evitar formarse desde temprano para obtener una ficha.
“Pero en los casos ya en enfermedades de tercer nivel, te estoy hablando ya de cánceres, infartos, estancias prolongadas, intervenciones quirúrgicas, etcétera, los usuarios sí siguen acudiendo a los servicios de salud, ¿por qué? por los altos costos”, dice.
Solución a medias
En México la venta de productos industrializados es cada vez más alta y se asocia con el incremento de enfermedades crónico-degenerativas, especialmente el sobrepeso y la obesidad en la población, asegura el Ensanut 2018-2019.
Por este motivo y para tratar de contrarrestar los efectos de este tipo de alimentos, en el 2019 se presentó en la Cámara de Diputados la iniciativa para modificar la Ley General de Salud en materia de etiquetado, que fue aprobada posteriormente por el Senado de la República y publicada en el DOF en noviembre del mismo año.
Esta acción, fue reconocida a nivel internacional, pues con anterioridad, se había advertido por diversas instituciones como la Organización Mundial de la Salud, que la declaración frontal nutrimental que presentan en su etiqueta los productos industrializados a base de cantidades y porcentajes que refieren al consumo calórico de los nutrimentos diarios, no es de utilidad cuando más de 75 por ciento de la población no conoce cuál debe ser su consumo promedio diario de calorías y 10.2 por ciento no sabe leer.
“Los resultados muestran que el etiquetado GDA no permite a los consumidores saber si un producto es más saludable que otro y (las empresas) son consistentes con la evidencia científica a nivel internacional que muestra que los sistemas de etiquetado frontal nutrimental sencillos permiten identificar y seleccionar productos saludables en los puntos de venta”, indica el documento del Inegi.
Al respecto, Fernanda Castro Pantoja, Química Farmacobióloga y asesora en temas regulatorios, comenta que el etiquetado frontal que hoy vemos en todos los productos es una estrategia que traerá resultados a largo plazo pero considera que no serán suficientemente significativos como para dejar de preocuparnos por los diversos problemas de salud que enfrenta la población en México.