Rosalba Espinosa: mensajera del dolor
Rosalba Espinosa López nació en Zacualpan, Nayarit y es una artista amante de la poesía en voz alta. Con una expresión plástica de lo que le impacta, lo que lee en los periódicos, lo que en insultos algunos le han señalado sólo sale en los periódicos amarillistas. Es una ‘mensajera del dolor’.
Llegó a los cuatro años a Guadalajara, y desde entonces fue criada para ser “una mujer de su casa”. Pintaba en su infancia y adolescencia, pero lo abandonó para dedicarse a su marido e hijos.
Jonathan Ávila
Rosalba Espinosa López nació en Zacualpan, Nayarit y es una artista amante de la poesía en voz alta. Con una expresión plástica de lo que le impacta, lo que lee en los periódicos, lo que en insultos algunos le han señalado sólo sale en los periódicos amarillistas. Es una ‘mensajera del dolor’.
Llegó a los cuatro años a Guadalajara, y desde entonces fue criada para ser “una mujer de su casa”. Pintaba en su infancia y adolescencia, pero lo abandonó para dedicarse a su marido e hijos.
Hasta que al acompañar a una amiga que se inscribiría a una clase de acuarela se animó a retomar la pintura como una forma de expresión que pronto vio la luz en su primer exposición individual que llamó “Las caras de mi cuerpo”.
La exposición fue presentada en el año 2000 en Casa Cristo, un espacio cultural del Colegio de Arquitectos del Estado de Jalisco. En esas imágenes de acuarela, pastel y acrílico Rosalba expresó una tremenda influencia literaria surgida de su voracidad como lectora.
De sus trazos han salido expresiones que van desde su experiencia personal como una mujer en un mundo machista, la violencia por la guerra de Felipe Calderón, la pederastia clerical en México y la violencia contra las mujeres en el matrimonio.
Como escribió de sus pinturas la antropóloga del Instituto Tecnológico de Estudios Superiores de Occidente (ITESO), Rossana Reguillo, de lo que hace Rosalba “no hay manera de permanecer indiferente”.
Con el inicio del nuevo siglo iniciaba la carrera de Rosalba, que hasta hoy reúne más de 20 exposiciones colectivas e individuales en diversos espacios reconocidos de Guadalajara, otros estados de la república, incluso en Bellas Artes, Estados Unidos e Italia.
“La pintura es la llave que le permite abrir los recintos obscuros de su alma y quedarse a vivir un tiempo entre sus fantasmas”, escribió la poeta y narradora Carmen Villoro sobre su obra Epistolario.
Con Epistolario, Rosalba abrió un nuevo camino en su obra, la presentó en el MUPAG en el año 2002, y así daba paso a ‘Registros de ruptura’, presentada en la Alianza Francesa de Guadalajara en 2004, y con la cual cerraba un ciclo en su vida y cambiaba en la técnica que hasta entonces había utilizado.
Después llegaría su serie “Las amantes”, inspirada en el libro de la escritora austriaca, feminista y premio Nobel de 2004, Elfriede Jelinek, cuya novela del mismo título inspiró a Rosalba a reflejar en su trabajo lo que las mujeres casadas enfrentan.
‘Pérdida de la luz’
Con esa profundidad en su experiencia personal como “dama de sociedad”, Rosalba comenzó a mirar el mundo de otra forma. En 2010 presentó su exposición “Pérdida de la luz”, cuyo origen estuvo en el impacto que la pederastia clerical le provocó.
Todos los días leía los diarios y las imágenes de los sacerdotes evidenciados en el abuso infantil la llevaron a mostrar su trabajo con imágenes de niños cuya figura estaba fragmentada.
“Yo no podía hacer nada. Yo soy artista, no soy política, esto es lo que podía hacer”, explica Rosalba sobre la obra que también estuvo acompañada por intervenciones en notas periodísticas que daban impacto a lo que éstas mencionaban.
Esta serie de pinturas sobre la pederastia la artista logró exponerlas –pese a los intentos de censura– en la Casa de la Cultura del Bosque de Tlalpan y la Estación del metro La Villa-Basílica en ciudad de México, y en el Museo de las Artes de la Universidad de Guadalajara.
Y dos años después llegó “Aritmética del dolor”, con los rostros de las víctimas de la guerra contra el narcotráfico iniciada por Felipe Calderón en 2007, en donde también estaban las miradas vacías de los militares tras un arma y los sicarios apuntando con pistola.
“Iba de camino a Nayarit y delante de mí había un convoy militar, manejaba sin poder rebasar mientras un soldado me apuntaba con su arma. Yo entiendo que es su trabajo, pero soy una ciudadana y estaba aterrada”, relata Rosalba sobre el impacto de la guerra en su experiencia.
Tras esta experiencia con el dolor de las víctimas, durante una presentación en 2013 se le acercó Margarita Sierra, activista tapatía, para invitarla a incorporarse al colectivo Bordamos por la Paz en la ciudad.
Como metáfora del dolor que había tenido que enfrentar al trabajar en Aritmética del dolor, Rosalba supo que lo que necesitaba era un pañuelo, un pañuelo que bordaría con las historias de las víctimas de homicidio y desaparición del país.
En el colectivo de bordadoras Rosalba estuvo todo el año 2013 y parte del 2014, hasta que el grupo dejó de estar semana a semana en el Parque de la Revolución, de Guadalajara, y ella decidió regresar a su labor artística.
Así en 2015 inició “Matrimonio con mortaja” una metáfora sobre el dicho “matrimonio y mortaja del cielo baja”, argumentando que al llegar el matrimonio también llega la mortaja, pues el camino de la madre dedicada exclusivamente al hogar y su familia es también una muerte de lo que las mujeres pueden llegar a ser.
Esta exposición fue presentada en el MUPAG en 2015 y estuvo acompañada por un Salón Rojo –grupo de poesía en voz alta, organizado por la propia Rosalba–– en donde mujeres como la gestora cultural Dolores Garnica o la joven poeta, premio Elías Nandino, Xel-ha López Méndez relataron su versión de lo que es ‘ser mujer’.
La exposición ahora será llevada a Tepic, Nayarit. Se presentará a partir del martes ocho de marzo en el Centro de Arte Contemporáneo del Bicentenario ‘Emilia Ortiz’.
Por ahora Rosalba subastará uno de sus cuadros el próximo tres de marzo en la Galería Ajolote Arte Contemporáneo, de Guadalajara, a favor de Gabriela Bautista, productora de Radio UdeG y que hoy atraviesa un problema de salud.
Además está pensando en su nueva serie, impresionada por el fervor religioso de su pueblo, Zacualpan, piensa que las emociones de las festividades religiosas y su forma de hacer comunidad son un buen pretexto para agregarlo a su obra.