La masacre de ayer en el penal de Las Cruces, en Acapulco, Guerrero, con saldo preliminar de 28 internos muertos y tres heridos, vuelve a exhibir la crisis que vive desde hace años el sistema penitenciario en México, donde impera la corrupción, el descontrol y el autogobierno del crimen organizado.
Según la versión oficial del gobierno de Guerrero, en la madrugada de ayer se registró una riña en el módulo de máxima seguridad del Centro de Readaptación Social de Acapulco entre grupos que se disputan el control al interior del penal.
Tras reportarse el enfrentamiento, el gobernador Héctor Astudillo puso en marcha un operativo para retomar el control del reclusorio. La Policía estatal tomó el control de todas las áreas del penal y la Policía Federal, junto con elementos de la Sedena aseguraron el perímetro exterior.
Adicionalmente, la administración estatal ya puso en marcha una investigación para investigar las causas y los responsables de la tragedia, dentro de la cual también serán investigados los funcionarios de la cárcel y de la administración penitenciaria.
Las imágenes del incidente muestran que al menos cinco hombres fueron decapitados y sus cuerpos colocados en la entrada principal del centro penitenciario junto con mensajes escritos en cartulinas.
Otros cadáveres fueron encontrados en otras áreas del lugar, como en corredores del módulo de seguridad, en las cocinas, en el patio del bloque tres y en la zona de visitas conyugales, informó el vocero de seguridad de la entidad, Roberto Álvarez.
A pesar de los señalamientos de diversas problemáticas al interior de los centros de reclusión, y con los antecedentes inmediatos en otros penales del país, las autoridades de Las Cruces poco hicieron para evitar la tragedia.
En el Diagnóstico Nacional de Supervisión Penitenciaria 2016, la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH) ya había advertido diversas problemáticas en esta cárcel, desde sobrepoblación, hacinamiento, insuficiencia de personal de seguridad y custodia, hasta la existencia del autogobierno.
Exactamente un mes antes de la masacre en el penal de Acapulco, el 6 de junio, se registró una balacera que se extendió por más de tres horas al interior del Centro de Ejecución de Sanciones de Ciudad Victoria, Tamaulipas, que dejó tres policías y cuatro presos muertos, y que solo pudo ser contenida tras la intervención de la Sedena.
Antes, el 11 de febrero de 2016, una batalla campal por el control del Penal de Topo Chico en Nuevo León dejó un saldo de 49 muertos y 12 heridos y es, hasta la fecha, la mayor masacre en un centro penitenciario en la historia del país.
Las tragedias en los penales
Crisis que han exhibido desde hace años al sistema penitenciario en México:
>> 6 de julio de 2017
Penal de Las Cruces en Acapulco, Guerrero
28 muertos y 3 heridos
>> 6 de junio de 2017
Penal de Ciudad Victoria, Tamaulipas
7 muertos
>> 11 de febrero de 2016
Penal del Topo Chico en Monterrey, Nuevo León
49 muertos y 12 heridos
>> 27 de abril de 2013
Penal de ‘La Pila’ en San Luis Potosí
13 muertos y 65 heridos
>> 18 de diciembre de 2012
Penal de Gómez Palacio, Durango
24 muertos
>> 19 de febrero de 2012
Penal de Apodaca en Nuevo León
44 muertos y 37 reclusos fugados
>> 15 de octubre de 2011
Penal de Matamoros, Tamaulipas
20 muertos y 12 heridos
>> 25 de julio de 2011
Penal de Ciudad Juárez, Chihuahua
27 muertos y 20 heridos