Mientras los alumnos no puedan regresar de manera segura a los salones de clases, difícilmente se van a poder contener y, mucho menos revertir, las afectaciones que los estudiantes han tenido en sus aprendizajes durante la pandemia, asegura el Mtro. Alejandro Enríquez, director de la Facultad de Humanidades de la Universidad La Salle.
De acuerdo con el Coneval, la interrupción de procesos educativos presenciales y su sustitución por la educación a distancia supone grandes riesgos en cuanto al aumento de las disparidades educativas preexistentes al reducir las oportunidades que tienen las personas para continuar con su aprendizaje.
“No cabe duda de que el sistema educativo fue uno de los más golpeados por la crisis sanitaria, y aunque no existen cifras oficiales actualizadas en relación al problema que enfrentamos, sabemos que las afectaciones son inmensas.
“Al día de hoy, se calcula que al menos 1 millón de estudiantes de todos los niveles académicos abandonaron las aulas, sin embargo, el fenómeno de la deserción no se ha detenido, por lo tanto, para cuando los alumnos puedan tomar clases de manera presencial otra vez, se prevé que otros 500 mil hayan dejado la preparación académica”, comenta Enríquez.
De acuerdo con la secretaria de Educación Pública, alrededor de 5.2 millones de alumnos de tres a 29 años de edad, es decir, un 9.6 por ciento en relación con la población total de esa edad, no están inscritos en la escuela por razones relacionadas al COVID-19, como la falta de recursos.
“Lamentablemente hemos visto que esta pandemia además de la salud, también ha traído situaciones de abandonar o dejar los estudios y no solamente por deseo, sino por necesidad de chicos que no tienen dinero o que la familia no tiene dinero para sostener el pago de un teléfono para poder entrar a clase en línea”, dijo Delfina Gómez.
Bienes limitados
La pandemia ocurrió en un contexto en que el porcentaje de la población con rezago educativo había mostrado una reducción en las últimas décadas, ubicándose en 17.3 por ciento en 2020, con estimaciones basadas en el Censo de Población y Vivienda.
Esto no significa que no existieran retos por atender en esta materia, sin embargo, con la llegada de la pandemia, las carencias preexistentes se agravaron, haciendo que para muchas familias la educación de sus hijos pasara a segundo término ante la incapacidad de poder acceder a la infraestructura necesaria para obtener este derecho.
“Esta se asocia no solo con la falta de acceso a internet, sino también con las insuficientes habilidades técnicas de los alumnos, padres o tutores y los docentes.
“En este contexto, la energía eléctrica y la disponibilidad de radio, televisión o un dispositivo que permita la conectividad para tomar clases a distancia es indispensable”, advierte el estudio del Coneval “De la emergencia a la recuperación de la pandemia por la COVID-19: la política social frente a desastres”
Respecto a la disponibilidad de los bienes que requerirían ser utilizados por la población de 3 a 15 años para tomar clases a distancia, en 2020 a nivel nacional, 92.3 por ciento contaba con televisión, 34.6 por ciento con una computadora, laptop o tablet, 51.0 por ciento con internet en la vivienda y 90.3 por ciento de ellos tenían un celular en su vivienda.
“Bajo esas condiciones es imposible que una familia con más de un hijo pueda dar un seguimiento de calidad a la educación de éstos. Por lo tanto, empezaremos a ver cada vez brechas de desigualdad más significativas entre la población ya que, anteriormente, ir a la escuela era una de las pocas formas de escalar en los grupos sociales y mejorar tus condiciones de vida sin importar dónde hayas nacido, una oportunidad que será cada vez más rara ante el rezago que se vive en el país en esta materia por la crisis sanitaria”, dice el Mtro. Alejandro Enríquez, director de la Facultad de Humanidades de la Universidad La Salle.
Bolsillos vacíos en la pandemia
Al comparar el primer trimestre del año 2020 -cuando inició la pandemia- con el mismo periodo del 2021, se comprueba que la población en situación de pobreza en México aumentó.
“Se observan retrocesos en los indicadores del ingreso laboral y de la pobreza laboral que, si bien ocurren en el corto plazo, también tienen implicaciones en el mediano y largo plazo. Con información de la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE) y la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo Nueva Edición (ENOEN), se determinó que el porcentaje de la población en situación de pobreza laboral pasó de 35.6 por ciento a 39.4 por ciento”, informa el estudio “De la emergencia a la recuperación de la pandemia por la COVID-19: la política social frente a desastres del Coneval.
Entre los factores que explican el incremento anual de la pobreza laboral (porcentaje de la población con un ingreso laboral inferior al valor de la canasta alimentaria) se encuentran la disminución anual de 4.8 por ciento en el ingreso laboral real y el aumento de las líneas de pobreza extrema por ingresos (valor monetario de la canasta alimentaria), de 3.7 por ciento en zonas urbanas y de 4.0 por ciento en zonas rurales.
En cuanto a la tasa de desocupación, esta presentó un aumento entre el primer trimestre de 2020 y el primer trimestre de 2021, al pasar de 3.4 por ciento a 4.4 por ciento, para el mismo periodo la tasa de condiciones críticas de ocupación reportó un incremento de 22.4 por ciento a 25.8 por ciento, la que da cuenta de un deterioro del tiempo de trabajo e ingresos de los trabajadores, recalca el documento.
Por último, el documento elaborado por el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social, establece que durante los primeros tres meses de este año, el ingreso laboral real promedio de la población ocupada a nivel nacional fue de 4 mil 456.58 pesos al mes.