‘Retratos’ de desaparecidos
Las cifras sobre el número de desaparecidos en México, producto de la guerra contra el narco, son imprecisas.
La Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH) tiene registrados más de 5 mil 400 casos de desapariciones forzadas. Mientras que organismos de la sociedad civil refieren que las desapariciones van de 15 a 20 mil desaparecidos.
Contabilizar los casos se ha vuelto casi imposible. En Jalisco la situación se complica aún más.
Paloma Robles
Las cifras sobre el número de desaparecidos en México, producto de la guerra contra el narco, son imprecisas.
La Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH) tiene registrados más de 5 mil 400 casos de desapariciones forzadas. Mientras que organismos de la sociedad civil refieren que las desapariciones van de 15 a 20 mil desaparecidos.
Contabilizar los casos se ha vuelto casi imposible. En Jalisco la situación se complica aún más.
La Procuraduría General de Justicia del Estado (PGJEJ) aglutina cualquier desaparición en el área de secuestros. Ahí los expedientes se revuelven y las cifras se maquillan.
Eso sin contar con el hecho de que sólo dos de cada 10 casos se denuncian.
Un dato no oficial señala que en el estado hay más de dos mil 800 casos de desapariciones.
Llamar la atención y exigir justicia al presidente Felipe Calderón, que deja el gobierno el próximo sábado, fue una de las tantas versiones de la lucha que emprendieron cientos de madres de desaparecidos.
Las estrategias de las madres no tienen límites. Van desde lo sencillo, en su localidad, preguntando entre los vecinos, hasta las averiguaciones de tipo policiaco, pasando por el engorroso proceso burocrático y hasta huelgas de hambre afuera de la Secretaría de Gobernación.
Ante este panorama, la periodista y realizadora del documental “Retratos de una Búsqueda”, Alicia Calderón Torres, refiere que es necesario llevar un seguimiento puntual del resultado de la guerra que emprendió Felipe Calderón durante sus seis años de gobierno.
“No son daños colaterales”, precisa la entrevistada al tiempo que detalla que en el ejercicio periodístico de ella y sus otras tres compañeras de proyecto se dieron cuenta de que no todo era contar cifras de muertos.
Tres historias distintas, pero iguales
El largometraje no es ficción, retrata una realidad latente que no conoce de fronteras. Jalisco es escenario de dos de los casos que ahí se exponen.
María Guadalupe Aguilar Jáuregui, del municipio de Tonalá, fue la primera en increpar a Felipe Calderón en un acto público, exigiendo justicia por la desaparición de su hijo.
Antes ya había pasado por la Procuraduría Estatal, en donde su titular, Tomás Coronado Olmos, le exigió a la madre que armara un archivo completo sobre las actividades de su hijo, pues se presumía que podría estar vinculado con algún grupo delictivo.
José Luis Arana Aguilar (el hijo) desapareció a principios del 2011 cuando iba rumbo al trabajo.
Su vehículo fue encontrado en Colima tiempo después y fichado por varios delitos. Dejó esposa y dos hijos menores.
Su madre ha intentado de todo para volver a verlo. Ha pasado por todas las autoridades, por todos los papeleos, por todos los temores… y sigue sin recibir justicia.
“Ella es una mamá emblema porque ha hablado con Felipe Calderón, Enrique Peña Nieto, con (Josefina) Vázquez Mota, senadores, diputados, todo. En un primer grado ya le han prometido ayuda y eso o no ha sido suficiente o no es verdad”, recalca la periodista.
Otro caso expuesto en el documental es el de Natividad, una madre del municipio de Ahualulco del Mercado.
Su hija, empleada de un vivero, viajaba rumbo a Estado Unidos, desapareció en Zacatecas “en La Calera”, refiere la mujer en el video.
“Es una mamá que no ha podido alcanzar esos niveles de investigación detectivescos, en cambio le ha tocado la responsabilidad de quedarse con su nieto (…) cuyos padres desaparecieron: desapareció la hija con su esposo”.
La realizadora refiere que este es un retrato un poco más íntimo, se buscó resaltar del vacío y hacer un acercamiento al entorno de la desaparecida. En el pueblo aflora el prejuicio social, “muchos hablan mal de su hija”, relata la directora del documental.
Otro de los casos se trata de una madre de Michoacán que busca a su hija en Oaxaca.
Allá fue violada, desmembrada y confundida con alguna integrante de La Familia Michoacana, según pudo averiguar la propia madre en una investigación que ella misma hizo, en la que se hizo pasar de abogada y logró contactarse con los presuntos asesinos de su hija.
Las tres historias llegan a una misma coincidencia, no encuentran justicia “tenemos un sistema de justicia débil y rebasado”, apunta Calderón Torres.
Sin perdón, sin justicia
Bajo la lectura de que la política de seguridad emprendida por el presidente no fue la correcta, pues no se fundó en un diagnóstico claro de la problemática ni las instituciones pudieron responder a las necesidades de la gente, la periodista señala que las mujeres se topan con una realidad cruda.
Sin embargo, las redes creadas entre las mujeres hoy son prueba de esperanza.
Ellas pusieron en la escena pública los grandes pendientes del gobierno: la justicia y reparación de los daños de las víctimas.
Pero también de parte de la sociedad debe existir empatía con las familias que sufren la desaparición de uno de sus miembros.
La entrevistada refiere que el linchamiento social hacia los desaparecidos, a los que automáticamente se les califica de delincuentes, entorpece cualquier proceso.
En las comunidades la gente denuesta a los desparecidos, en las instancias de gobierno los titulares cierran los casos señalando que son delincuentes, aún cuando en ocasiones no se realizan investigaciones.
Sin pruebas, se le da carpetazo a las denuncias al vincularlos al crimen organizado, vulnerando a las víctimas que no obtienen justicia.
La realizadora del documental tiene claro que las historias de las madres que buscan a sus hijos en un contexto de la guerra contra el narcotráfico son similares a las de las madres que buscaron a sus hijos durante la Guerra Sucia de los años 70.
En la lectura de Calderón Torres, ellas constituyen ahora una parte de la historia del país, cuyos resultados se verán en los próximos 50 años.
Buscan financiamiento
A través de un novedoso sistema de acopio, el equipo de “Retratos de una búsqueda” busca financiamiento para terminar el documental.
Se trata de un grupo integrado por Alicia Calderón Torres, directora; Griselda Torres Zambrano, investigadora; Karla Uribe, productora, y Dalia Huerta en la fotografía.
Mediante un sistema digital de microfinanciamiento buscan recaudar 90 mil pesos para la edición y postproducción del proyecto.
Si bien el Instituto Mexicano de Cinematografía aportó los recursos iniciales para arrancar el filme, ahora el equipo de realizadoras busca afinar el producto.
Por ello invitan a todos los interesados en financiar el proyecto a que ingresen a su sitio web.
Los donadores recibirán una recompensa de acuerdo a su aportación.
La aportación mínima es de 150 pesos, con ello se garantiza que pondrán su nombre en los créditos de la película.
La aportación máxima es de 10 mil pesos; con dicho donativo, los que lo dan se ganan el título de coproductores.
Además incluye un kit de publicidad con fotografías, playera, taza del filme, el DVD, la invitación al estreno del filme y una cena especial con todo el equipo.
La campaña estará abierta hasta el 28 de diciembre. En caso de no completar la meta se devolverá el dinero a cada una de las personas que hayan aportado.