En 2001 Huasca de Ocampo, en Hidalgo, fue declarado como el primer Pueblo Mágico de México.
A 21 años de distancia, su presidente municipal, Francisco Mayoral Torres, confiesa que la declaratoria les cambió la vida, principalmente a la gente más pobre.
“Hemos aprovechado fuertemente el distintivo de primer Pueblo Mágico y nuestras bellezas naturales. Somos herederos de Don Pedro Romero de Terreros, el hombre más rico en su época que nos dejó una infraestructura de haciendas y casas que hoy son hoteles y restaurantes.
“Pero también nos ha cambiado la vida porque le ha dado la oportunidad a pequeños empresarios, e incluso a campesinos, de convertirse en empresarios de servicios turísticos”, comenta.
Durante un fin de semana de temporada baja, Huasca recibe alrededor de 50 mil visitantes, en puentes y temporada alta, llegan hasta 75 mil.
Debido al alto número de visitas, varios de sus ejidos cambiaron su vocación agrícola y comenzaron a rentar cabañas y ofrecer servicios turísticos.
A pesar de la pandemia de COVID-19, el presidente municipal, dice que a diferencia de otros destinos turísticos, a ellos no los afectó, incluso los fortaleció.
“La pandemia nos sirvió para reconocer a los Pueblos Mágicos. La gente cambió sus hábitos y prefirió viajar a lugares cercanos en su vehículo. La cercanía de Huasca con el mercado más grande del país que es la Ciudad de México hizo que nunca cerráramos
“Ahora la gente prefiere salir y comer en el bosque y es justamente lo que Huasca ofrece. La pandemia sirvió para reconocernos e incluso crecer. Después de la pandemia estamos teniendo un mayor número de visitantes, los espacios al aire libre son el detonante”, agrega.
Finalmente, Mayoral Torres comenta que la pandemia también trajo mejores hábitos para los turistas como comer más sano.
“El comer más sano fue otro de los detonantes, vemos una tendencia en la región de productos orgánicos. Esto hace que restaurantes muy prestigiosos como Pujol utilicen los productos de Huasca. La pandemia no nos dañó, nos dio la oportunidad de reconocer a la naturaleza y de saber que necesitamos alimentarnos más naturalmente”, concluye.
Pueblo Mágico de Mexcaltitán, la cuna de la mexicanidad
Varios historiadores e intelectuales mexicanos coincidieron en la década de los sesenta en que la isla de Mexcaltitán en Nayarit era la mítica Aztlán, lugar de donde salieron los mexicas al iniciar su peregrinaje en busca del águila posada sobre un nopal devorando una serpiente.
En 2001 la isla de menos de mil habitantes fue declarada como Pueblo mágico, pero en 2009 le fue retirada la denominación por no cumplir con las observaciones que le hizo la Secretaría de Turismo.
Pasó más de una década y finalmente en diciembre de 2020 Mexcaltitán, ya con un nuevo rostro, recuperó el nombramiento.
Claudia Medina, integrante de la Secretaría de Turismo de Nayarit, comenta que a la par de la recuperación de la declaratoria, comenzaron a trabajar en la isla en un programa de turismo regenerativo para recuperar varios usos, costumbres y tradiciones que se han ido perdiendo con el paso de los años.
“Se está trabajando con la comunidad para que no pierdan la identidad que caracteriza a la isla, sino más bien que con esa identidad diversifiquen su oferta turística y fortalezcan el nombramiento de Pueblo Mágico. Hay que volver al origen porque Mexcaltitán es la cuna de la mexicanidad.
Medina dice que con ese nuevo rostro que recuerda el pasado recuperaron el turismo que se alejó durante la pandemia y ocasionó que se impulsaran otro tipo de productos para atender las nuevas demandas de los visitantes.
“Los restaurantes cada vez están más llenos. Todas las cadenas de valor de la isla se han venido fortaleciendo con los artesanos, los restauranteros, con los hoteleros, con los prestadores de servicios y esto no solo ocurre en la isla, sino también en las poblaciones que están alrededor”, concluye.
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