Reformas: Estado de sitio

El ritmo de aprobación de las reformas legislativas de la administración de Enrique Peña Nieto, se vio secuestrado por la protesta.

Los intereses de la reforma educativa se entremezclan con la energética. Y la marcha atrás en la reforma de transparencia eleva la crispación. 

El gobierno federal guarda silencio ante la enredada madeja política que tiene enfrente. 

El Poder Legislativo se ve obligado a realizar su trabajo en sedes alternas. La respuesta no tardará.

Armando Estrop Armando Estrop Publicado el
Comparte esta nota

http://youtu.be/uQSujjgJkoo

El ritmo de aprobación de las reformas legislativas de la administración de Enrique Peña Nieto, se vio secuestrado por la protesta.

Los intereses de la reforma educativa se entremezclan con la energética. Y la marcha atrás en la reforma de transparencia eleva la crispación. 

El gobierno federal guarda silencio ante la enredada madeja política que tiene enfrente. 

El Poder Legislativo se ve obligado a realizar su trabajo en sedes alternas. La respuesta no tardará.

Poco a poco la inconformidad está llegando a niveles inesperados. Las redes sociales son un termómetro de la indignación que hay en la sociedad en cada uno de estos temas. La calle es otro.

La reforma energética tendrá que ser discutida ampliamente luego de que el PRD promoviera una consulta pública con Cuauhtémoc Cárdenas al frente. 

La Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE) amenaza con convertir en un estado de sitio la capital del País. Ya ha iniciado el camino de ese objetivo.

Exigen la derogación de la reforma educativa. Son miles de representantes de la parte más beligerante del magisterio de Guerrero y Oaxaca. 

Ya dieron muestra de lo que están dispuestos a hacer para lograr su cometido.

La primera batalla fue irrumpir el lunes por la noche en el Palacio Legislativo de San Lázaro y causar destrozos. 

Ayer elevaron el nivel de la protesta y cercaron otra vez la sede de los diputados e impidieron que sesionaran ahí para el período extraordinario que se tenía contemplado.

No es poca cosa. Es un hecho histórico para la vida de la Cámara baja. El caso más cercano fue en el 2008, con las protestas contra la reforma energética presentada por Felipe Calderón. Entonces los inconformes lograron que se cambiara de sede, pero dentro del mismo Palacio Legislativo. 

Ayer, nadie pudo entrar. Los diputados se trasladaron al Centro Banamex para cumplir con su agenda.

Además, los maestros  advirtieron que cada día reforzarán y aumentarán sus protestas hasta que logren que se eche abajo el cambio al artículo tercero constitucional, relativo a educación.

Y poco a poco iban obteniendo concesiones. La Mesa Directiva de la Cámara de Diputados propuso sacar de la Gaceta Parlamentaria el dictamen de la Ley de Servicio Profesional Docente, en el que se contemplan los mecanismos para permanecer en una plaza del magisterio. Pero los maestros no aceptaron. Su condición fue que retirarán además el dictamen para la creación del Instituto Nacional para la Evaluación Educativa y el de reformas a la Ley General de Educación. 

Querían que no se legislara nada relacionado a educación. Al cierre de esta edición los diputados se aprestaban a votar los tres dictámenes con lo que darían palo a las exigencias.

Instalaron la sesión de Congreso en el Senado de la República en una fugaz sesión. La oferta de canje entre legisladores y disidentes da el matiz del color que tiene el horizonte político mexicano. La amenaza de los maestros sigue en pie.

Aunado a esto las diferencias entre el PAN y el PRD con el PRI son  evidentes. 

Se responsabiliza al tricolor de un retroceso en la reforma de transparencia y la urgencia de las leyes secundarias en materia educativa sin una consulta y aprobación de las otras fuerzas políticas.

La protesta y la actitud de los legisladores ante esta, pone los temas en un limbo atemporal, que impide ver con claridad el futuro de las reformas.

Secuestran la ciudad

Son 106 días de plantón de la CNTE en el Zócalo de la Ciudad de México. Desde el lunes pasado endurecieron sus protestas y volvieron el primer cuadro de la ciudad,  intransitable

Por Jonathan Villanueva

En el Zócalo capitalino es imposible transitar. El paso vehicular está restringido. Las estaciones de Ecobici bloqueadas, y el paso peatonal ocupado por miles de carpas.

Uno de tantos nudos de lazos y cables eléctricos sirve de soporte para el brazo de un pequeño hombre regordete de bigote ralo, que hace el papel de vigilante en el improvisado campamento.

Él mismo se dice maestro. Y carraspea una y otra vez antes de emitir un desgañitado alarido que retumba en el corazón de la ciudad: “¡Aquí seguimos!… en pie de lucha”.

A su alrededor una decena de jóvenes lanza una mirada furtiva a todo aquel que se atreve a cruzar entre las carpas, los anafres y las colchonetas que obstaculizan el paso.

Desde Venustiano Carranza, Pino Suárez y los alrededores de Catedral hay vallas de elementos de la Secretaría de Seguridad Pública resguardando a los disidentes magisteriales que el lunes pasado endurecieron sus protestas.

En el campamento los maestros y sus familias se agrupan en células de entre 10 y 15 personas.

La misión: cuidar las pertenencias de aquellos que se dirigieron a la Cámara de Diputados, y preparar la comida.

Una veintena de mochilas son apiladas, mientras la mayoría de  las mujeres se recuestan en las colchonetas que ocupan el Zócalo. 

Ellas leen revistas de la farándula, tejen alguna prenda, revisan sus celulares o simplemente se recuestan. Los hombres se agrupan y vigilan.

Y algunos más realizan volanteo informativo con papeles que explican el motivo de la protesta: La reforma al artículo 3 y 73 constitucional.

La muchedumbre, la que está obligada a pasar entre las carpas para llegar a su destino,  no recibe los folletos. Es más, los rechazan con un ligero movimiento de cabeza, o de plano con un insulto.

Eso último es lo que esperan los manifestantes, la menor provocación para embestir a sus interlocutores. La misma suerte es para fotógrafos y reporteros que se ven obligados a realizar su trabajo de manera discreta.

Los semáforos y postes de luz tienen multifunciones. Ya sea para detener las carpas, sustraer energía eléctrica o simplemente para sostener la ropa y cobijas que los maestros pusieron a secar.

Huele a café y pan blanco, sobre todo con el clima de los últimos días. Por eso las filas de maestros a diversas horas del día. Por eso los vasos de plástico en el piso.

Al campamento van y vienen. Se relevan constantemente; es difícil precisar cuántos profesores hay en el Zócalo. Los únicos que se atreven a estimar el número de manifestantes son los empleados del Gobierno del DF.

El personal de la Secretaría de Protección Civil y la de Gobierno realizan recorridos constantes, buscan prevenir incendios o cualquier percance que ponga en riesgo la vida de los disidentes.

Hasta la tarde de ayer solo habían detectado un tanque de gas de 10 kilogramos, el cual no se pudo desalojar. Respecto a “los diablitos” (tomas ilegales de luz), las autoridades negociaban la forma de quitarlos.

Sus estimados señalan que tan solo en el plantón que ocupa el Centro Histórico hay más de 10 mil profesores, mientras que en los alrededores de la Cámara de Diputados el número es similar.

La protesta sin fin

El plantón del zócalo no es nuevo, lleva ya 106 días. 

El primer acto se llevó a cabo el pasado 8 de mayo. Ese día un grupo de 2 mil maestros de la CNTE se instalaron con tanques de gas, anafres, instalaciones eléctricas improvisadas, tinacos de agua y sanitarios públicos.

Desde ese momento amagaron con llevar a cabo un plantón permanente, según las declaraciones que dio a los medios de comunicación José Luis Castillo Ferrer, secretario técnico de la Sección 18 de la Coordinadora.

“La permanencia en el plantón está en función de la respuesta que se dé a nuestras demandas. Tenemos una demanda principal que es la abrogación de la reforma al artículo 3 y 73 constitucional”, dijo ese día. 

En los primeros recorridos del plantón se observó que los maestros instalaron alrededor de 20 cocinas colectivas en donde se preparan alimentos para los profesores que participan en las protestas.

Pero desde el lunes pasado, y en la víspera de que la Cámara d Diputados realice un periodo extraordinario, las protestas se endurecieron y la afluencia al zócalo capitalino casi se cuadruplicó.

Se trata del mismo lugar donde en septiembre del año pasado, el Gobierno del Distrito Federal desalojó a 10 bomberos que protagonizaron un plantón en demanda de su fuente de empleo. 

Hasta el momento, el gobierno central realiza diversas mesas de trabajo con los maestros para desalojar las inmediaciones del Centro Histórico,  ya que es imposible transitar por ahí.

Al igual que al principio, los maestros se bañan en el edificio del Sindicato Mexicano de Electricistas (SME). La Secretaría de Protección Civil busca adecuar un espacio óptimo para que en caso necesario, entren ambulancias.

Y los transeúntes que se ven obligados a cruzar por la zona, tienen que pasar prácticamente agachados, ya que los lazos y cables obstaculizan toda la plancha del zócalo.

En un recorrido que realizó Reporte Indigo se constató que algunos maestros de la región de la Mixteca, municipio Tlaxiaco, organizaban el pago de 300 pesos para un grupo de acarreados.

Algunos profesores permanecen acostados en la acera del Antiguo Palacio del Ayuntamiento, mientras suben sus pies a las paredes de estos edificios históricos.

Los desmanes de los docentes llegaron al grado de destruir el primer “Parque de Bolsillo” que instaló la administración Mancera.

Los disidentes rompieron parte del mobiliario y colgaron ahí sus lonas. El parque contaba con vegetación y área para niños, pero fue destruido por los disidentes que llegan desde Oaxaca y se han apropiado del Centro Histórico capitalino. 

Por seguridad, piden desalojo

La bancada del Partido Acción Nacional en la Asamblea Legislativa del Distrito Federal,  exhortó a la Secretaría de Protección Civil capitalina a remover a los manifestantes de las aceras y portales de los edificios que rodean el Zócalo.

De acuerdo con la diputada local Gabriela Salido, el plantón que endureció la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la educación (CNTE) representa un riesgo latente ante cualquier desalojo de los edificios públicos. 

“Hacemos un llamado al secretario Fausto Lugo García, para que atienda y se resuelva la situación de ocupación de los maestros que prevalece en la Plaza de la Constitución en la parte de las aceras, ya que se han puesto en riesgo los protocolos de protección civil”.

El llamado se hizo en el tercer día del plantón magisterial, mismo día que se registraron dos sismos de mediana intensidad en el Distrito Federal y las costas del Estado de Guerrero.

La legisladora indicó que su bancada respeta la libre manifestación de los maestros; sin embargo, no se puede permitir que se invadan las aceras y portales de los edificios del Zócalo capitalino.

“Permitir la ocupación de los maestros es una decisión que no debe poner en riesgo los protocolos de protección civil, por lo que deben delimitarse el espacio en el que se puedan instalarse para no poner en riesgo la seguridad de los demás”. 

El exhorto señala que cualquier protesta puede ser legítima, pero debe cumplir con ciertas garantías de seguridad, tanto para aquellos que se están manifestando, como para aquellos que visitan el Centro Histórico de la ciudad.

MÁS DE ESTE TEMA
Amenazan detener la iniciativa priista

Síguenos en Google News para estar al día
Salir de la versión móvil