Rarámuris, el corazón de la Sierra Tarahumara
Miles de familias en la sierra de Chihuahua viven a oscuras por la falta de electricidad, sin embargo, la luz solar ha mejorado su calidad de vida, aunque no todos pueden beneficiarse de estos proyectos por la lejanía de las comunidades y la falta de recursos para financiar equipos portátiles que funcionan con energía renovable
Nayeli Meza OrozcoDurante el día los rarámuris caminan con los pies ligeros sobre un suelo brillante. En la noche, todo es oscuridad en la Sierra Tarahumara.
Entre montañas verdes y un cielo celeste, la Sierra Tarahumara mantiene en secreto a los pueblos indígenas que durante toda su historia han vivido al margen de la sociedad y lejos de servicios básicos como la energía eléctrica y el agua.
Con un año de edad, Israel juega en la tierra que vio nacer a sus abuelos en Cuchihuachi, Chihuahua.
Su madre, Marcelina Moreno, lo mira de cerca con una certeza: cuando crezcan él y su hermano mayor Martín, podrán caminar en la noche con luz, aunque no eléctrica, sino solar.
El año pasado, la familia de Moreno recibió un equipo que incluye tres lámparas de techo, una móvil y un mini panel solar que les permite sustituir en sus hogares otras fuentes de energía que afectan su salud.
“Me han traído la luz y esto me ha ayudado a cocinar y a atender a mis hijos, sobre todo en la noche cuando todo se pone oscuro”, comparte Marcelina.
El proyecto Ilumínate, de la Asociación Mexicana de Energía Solar (Asolmex), nació en 2018 con el objetivo de que las familias más vulnerables del país puedan acceder al suministro de energía a través del sol.
El programa piloto se implementó en la Sierra Tarahumara y se replicó en otros estados; al principio se tomaron en cuenta las entidades con mayor pobreza energética como Chihuahua, Jalisco, Nayarit, Veracruz, Yucatán, Oaxaca y Chiapas.
En México, aproximadamente dos millones de personas no tienen acceso al suministro de energía eléctrica, por ello la luz solar se convierte en su principal aliado.
Chihuahua cuenta con el 5 por ciento de los puntos poblacionales sin energía eléctrica detectados a nivel nacional por Asolmex, y aunque los esfuerzos por llevar el servicio se han duplicado en el último año, no todas las personas rarámuris tienen acceso ya que muchos de los municipios que existen en la sierra están muy apartados, es difícil de acceder a ellos o no cuentan con un registro oficial.
Los últimos datos del Inegi revelan que esta población, que radica principalmente en Chihuahua y parte de Durango y Sonora, está integrada por 73 mil 856 habitantes, de los cuales 37 mil son mujeres y 36 mil 856 hombres.
Viridiana Vázquez, gerente general en Asolmex, comparte que de cara a un escenario tan desafiante poco a poco se han sumado empresas y otros actores, entre los que destacan distintas organizaciones y asociaciones.
En el caso de Chihuahua, la Fundación del Empresariado Chihuahuense (Fechac) es la que ha respaldado e impulsado este tipo de proyectos.
El equipo que se entrega tiene un costo de mil 500 pesos ya instalado, con cinco años de garantía y es un prototipo que se fabrica en China, pero con el apoyo de comités de trabajo que son parte de Asolmex se revisaron varios modelos para poder definir cuál era el más idóneo para México, ya que en India se utiliza uno que va acorde con las necesidades y clima de ese país.
Las comunidades que son parte de Ilumínate no pagan nada por los equipos y el plan es que en algún momento el proyecto se vuelva circular al establecer un intercambio con las comunidades. Esto quiere decir que las personas beneficiadas entregarían alguna artesanía elaborada con sus propias manos a cambio de un equipo de luz solar.
En este momento, el proyecto se encuentra en la segunda fase y se entregarán 738 equipos, los cuales se suman a los 203 de la primera.
Para la tercera fase se tiene contemplado que las mercancías intercambiadas sean vendidas a un precio justo y que lo obtenido se reinvierta en la fabricación de más equipos, de igual forma se busca que este tipo de actividades ayuden a que se conozca y difunda la cultura tarahumara.
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La deuda de CFE
Las energías renovables se han convertido en la mejor alternativa en la Sierra Tarahumara para sustituir leña, velas o lámparas de queroseno como fuentes de iluminación, productos que afectan la salud ya que producen humos tóxicos y en el largo plazo dañan las vías respiratorias y generan daños irreversibles a la salud de las familias rarámuris.
El apoyo de los empresarios, organizaciones y fundaciones ha sido muy importante para estas comunidades indígenas, ya que les permite adquirir uno de los equipos solares y con ello tener luz en la noche para poder conectar el radio o cargar un teléfono, pues en ocasiones los habitantes tienen que caminar entre 10 y 15 km para poder acceder al suministro eléctrico.
Hugo Aguirre, presidente municipal de Guachochi, asegura que su administración se ha acercado sin éxito con la Comisión Federal de Electricidad (CFE) para revisar la falta de energía.
“Hay familias que no pueden hacer el pago a CFE porque se les cobra hasta 800 pesos mensuales, por eso no perdemos el tiempo y le estamos apostando a la energía renovable”, declara el funcionario chihuahuense.
En entrevista, Guillermo Arizmendi, gerente de planeación de CFE, declara que la zona de Cuchihuachi se electrificó en noviembre de 2015, proceso en el que se conectaron más de 30 servicios que han beneficiado a más de 150 habitantes.
Respecto a la facturación, el ingeniero asegura que el consumo de la localidad es muy bajo y apenas alcanza los 200 pesos al bimestre. Además, manifiesta que la compañía siempre ha buscado dotar del servicio a las comunidades indígenas.
“Nosotros no le apostamos mucho a los sistemas solares individuales, sino a las pequeñas granjas eléctricas porque hay mucha gente a las que se les lleva un panel solar y solo posan para la foto”.
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Agua para todos en la Sierra Tarahumara
El mayor problema al que se enfrentan las comunidades de la región Tarahumara es la falta de agua potable.
Cada día los pobladores realizan largos trayectos de entre dos y tres horas para poder conseguir un poco del líquido, el cual la mayoría de las veces está sucio, pues se encuentra en estanques o charcos contaminados.
Como consecuencia, el nivel de las enfermedades gastrointestinales es muy alto. Los más vulnerables son los niños, ya que el 93 por ciento se ve afectado al menos una vez al año por este tipo de padecimiento, de acuerdo con la Secretaría de Salud estatal.
Desde hace años, el Centro de Acopio para la Tarahumara (Captar) se ha convertido en uno de los protagonistas que buscan erradicar de raíz este problema.
La solución: colocar cosechas de agua en las viviendas de las comunidades rarámuris, cuya captación se espera que supere los 14 millones de litros anuales.
Captar se fundó desde hace 15 años como un banco de alimentos y desde hace seis se dedica a la construcción de cosechas de agua de lluvia.
Este proyecto les permite a miles de familias obtener agua de primera necesidad: para tomar, lavarse las manos y la cara.
Para los rarámuris, el respeto a sus tradiciones es muy importante, por ello, los integrantes de Captar no deciden a quién benefician, sino que las solicitudes llegan a través del gobierno estatal.
Una vez que se realiza el análisis previo de la vivienda seleccionada, se proporciona un techo con los captadores de agua y tubos que llegan a un filtro introducido dentro de un tanque de 2,500 litros.
En 2018, se construyeron mil 436 cosechas de agua en 41 comunidades indígenas de Chihuahua y con esto se benefició a 9 mil 253 personas de manera directa, de acuerdo con el último resumen anual de la asociación civil.
Martha Garza de Fuentes, directora general de Captar, comenta que gracias a este proyecto las familias que habitan la zona serrana obtienen agua ocho meses al año, mientras que en los cuatro meses restantes establecen un mecanismo de dosificación con el cual mantienen el flujo del líquido en sus viviendas.
El mayor impacto social que tiene esta clase de proyectos es que las personas ya no realizan largos trayectos para buscar agua, gracias a que en cada casa se recolectan mínimo 10 mil litros.
Al cierre de 2018, Captar recaudó 23.2 millones de pesos en donativos en efectivo y 414 mil pesos en especie.
En mayo de este año, se anunció una inversión de 19.3 millones de pesos que se han invertido en los hogares de 29 localidades de la zona serrana mediante sistemas colectivos.
Esfuerzo conjunto
La comunidad rarámuri tiene un pensamiento en común: siempre ser agradecido y ayudar al otro.
Esto motivó a Jaime Palma a incorporarse a las filas de Captar hace años con el propósito de apoyar a su gente.
“Cuando yo los ayudo siento que me estoy ayudando porque también soy rarámuri. Venimos con mucho gusto y aunque no vamos a cambiar el mundo, este apoyo evita que caminen por horas”, expone Palma.
Jaime juega un papel muy importante en Captar, pues al ser originario de la región conoce como pocos los caminos y a la gente, quienes al mencionar su nombre lo recuerdan con cariño.
Por su parte, él considera que la labor que hace es una forma de retribuir un poco de lo heredado por sus ancestros.
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Ayudar pese a la inseguridad
Chihuahua es el estado más grande de México en términos territoriales y uno de los más mortales para vivir.
De enero a septiembre de 2019 se cometieron mil 936 homicidios dolosos en la entidad, de acuerdo con cifras del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública.
El clima de violencia e inseguridad que envuelve a la entidad se ha filtrado en la Sierra Tarahumara.
Sin embargo, esto no ha impedido que los integrantes de diversas empresas y organizaciones acudan a la zona serrana para llevar equipos portátiles de luz solar y materiales para construir cosechas de agua.
Adrián Aguirre, director general estatal de la Fundación del Empresariado Chihuahuense (Fechac), reconoce los riesgos que existen en la labor que realizan, aunque asegura que otros factores también intervienen como la dispersión geográfica de la región que complica el acceso a las comunidades.
“La distancia entre una ranchería y otra varía, pero el tiempo de trayecto combinado en carretera y los caminos de terracería puede extenderse de entre tres hasta ocho horas.
“Muchos de los habitantes son desplazados por la violencia y los servicios tampoco llegan porque los contratistas, maestros y médicos son amenazados. La inseguridad ha frenado durante todos estos años el crecimiento de la Sierra Tarahumara”, comparte Aguirre.
Fechac cuenta con la participación de 130 empresarios voluntarios originarios del estado y desde 1994 se han apoyado 5 mil 726 proyectos con una inversión superior a los 2 mil 580 millones de pesos.
Aunque los integrantes de la fundación reconocen que la ayuda destinada para impulsar el desarrollo de la Tarahumara permite que miles de familias se beneficien, coinciden en que aún quedan muchos pendientes para mejorar la calidad de vida en la zona.