Habían pasado casi 45 años sin que Sara Zamudio recibiera malas noticias acerca de su salud, pero en octubre del año pasado, le volvieron a detectar un tumor maligno en la zona del cuello. La pesadilla del cáncer se repitió.
Cáncer de tiroides fue el primer diagnóstico que recibió a los 36 años y hace poco más de seis meses se enteró de que padecía de cáncer a la altura de los ganglios linfáticos del cuello en el lado derecho, a la edad de 81.
“Al igual que la vez pasada, yo no le di mucha importancia a la bolita que me salió. Pero después de dos semanas me di cuenta que había crecido y al tocarla me dolía, fue entonces cuando le dije a mi hija Gabriela que si me podía llevar al doctor. Varios médicos me revisaron, y en todos los estudios que me hicieron salió que yo tenía esa enfermedad que ni me gusta pronunciar.
“Como no teníamos dinero para pagar un tratamiento en un hospital privado, mis hijos comenzaron a llevarme al IMSS, pero todo fue muy tardado. Luego de casi medio año, entre consultas y más exámenes, me dieron el pase al Hospital de Especialidades, y la cita para mi operación hasta el 14 de abril”, explica.
Afortunadamente, el bulto crecía pero no tanto “y cada día que pasaba yo tenía miedo de no poder respirar”, comenta Sara Zamudio.
La tardanza de los servicios públicos
De acuerdo con el Diagnóstico del Derecho a la Salud 2018, realizado por el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), los servicios a cargo de los gobiernos estatales y del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) son los que presentan los mayores tiempos reportados para brindar el servicio en las salas de urgencias, ya que van de los 51 a los 56.7 minutos de espera, mientras que las personas que acuden a las instituciones privadas tardan en ser atendidas 12.7 minutos.
Además del tiempo que la señora Sara tuvo que esperar para que le dieran una cita en el Centro Médico Nacional Siglo XXI, en la especialidad de Oncología, su operación se realizaría en plena emergencia sanitaria por coronavirus (Covid-19), que se encuentra en fase 2 y en cualquier momento pasará a un tercer periodo de confinamiento.
Gabriela Zamudio, hija de la señora Sara, relata que cuando se enteraron de que los casos por Covid-19 iban en aumento conforme pasaban los días, la angustia invadió a toda la familia, pues al ser el Centro Médico un lugar de especialidades, existía la posibilidad que para la fecha de cirugía que personas contagiadas por el virus también fueran asistidas por personal médico del lugar.
Asimismo, comenta que una semana antes de la operación la citaron para darle un recorrido por el hospital, pero debido a la contingencia tuvo que ser cancelado.
Desconfían por personal médico sin protección
Gabriela detalla que durante el tiempo que permaneció en el lugar pocos eran los médicos, enfermeras y personal administrativo que contaba con material de protección, ya que muchos atendían a las personas que llegaban sin usar cubrebocas o guantes, incluso, Zamudio comenta que el personal de registro se encontraba ingiriendo alimentos en su lugar de trabajo.
“Cuando yo vi estas condiciones de atención me dio miedo por mi mamá, porque si en medio de una fase 2 no toman las medidas adecuadas, qué se puede esperar de los protocolos que utilicen para la atención de pacientes, sobre todo de los que padecen cáncer, que son casos más delicados. En el Banco de Sangre los enfermeros llevaban cubrebocas de tela y algunos ni traían, creo que por eso batallamos en encontrar a personas que quisieran donar, pues tenían temor del personal médico”, platica Gabriela.
¿Qué hacer si se tiene cáncer en estos tiempos de contingencia?
Algunos tipos de cáncer y tratamientos como la quimioterapia debilitan el sistema inmunitario y aumentan el riesgo de presentar infecciones, incluso por coronavirus.
El Instituto Nacional del Cáncer (NCI, por sus siglas en inglés) recomienda a las personas que presenten patologías relacionadas con algún tipo de cáncer evitar la socialización en grupos grandes y el contacto cercano con otras personas enfermas, no saludar de mano ni tocarse los ojos, nariz y boca mientras permanezcan en las instalaciones hospitalarias, lavarse las manos con agua y con jabón y vacunarse contra la gripe.
Debido a la contingencia, en centros de atención médica como el Instituto Nacional de Cancerología (Incan), en la Ciudad de México, ya se comenzaron a reprogramar algunas citas y operaciones, dependiendo del grado de enfermedad en que se encuentren los pacientes.
A menos de que se trate de una urgencia, los pacientes con cáncer podrán acudir al instituto y aquellos que lleguen a tener alguna complicación desde casa, podrán llamar al 55 3693-5200, para que puedan ser atendidos por un especialista.
Javier Zamudio, otro de los hijos de la señora Sara, asegura que al día siguiente de la operación de su mamá se percató de que en la sala de espera de la especialidad de Oncología en el Centro Médico, una gran cantidad de pacientes esperaban para ser atendidos, solo algunos traían cubrebocas y no mantenían el protocolo de sana distancia.
“Lo que me impresionó fue que el médico que dio de alta a mi madre no tenía cubrebocas, cuando tome el elevador me encontré a otros dos doctores y tampoco traían protección. Solo a la entrada había una botella de gel antibacterial”, menciona Javier.
Y añade: “Cuando llegue a la habitación donde estaba mi mamá, la enfermera le había dicho que se metiera a bañar, pero cuando revise el baño, se encontraba muy sucio, así que preferí llevármela así como estaba. No podíamos arriesgarnos a tenerla más tiempo ahí, estaba claro que al no haber medidas de protección suficientes, los riesgos por contagio aumentaban”.
