‘¿Qué cosecha un país que siembra cuerpos?’

Con el libro ‘Las rastreadoras. Mujeres sabueso en el infierno de un país que siembra cuerpos’, Tania Del Río honra la memoria de las personas desaparecidas y la labor de las madres buscadoras
Karina Vargas Karina Vargas Publicado el
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Contar las historias de las mujeres que buscan a sus familiares desaparecidos en México como pilar para abordar la crisis de desapariciones que existe en el país, es la ruta que la socióloga Tania Del Río eligió para escribir su libroLas rastreadoras. Mujeres sabueso en el infierno de un país que siembra cuerpos” (Aguilar, 2023).

El documento, una compilación de datos y testimonios, busca ser un repositorio de memoria a través del cual honrar el recuerdo de las personas desaparecidas y comprender el dolor que representa su búsqueda.

En voz de la autora, este ejercicio documental está hecho con el objetivo de nombrar una problemática que ha crecido a lo largo de las últimas décadas y parece, sexenio tras sexenio, estar lejos de solucionarse.

“Una de las formas en la que podemos identificar lo que sucede en nuestra realidad, reparar un daño, encontrar soluciones a un problema o a una enfermedad, es nombrándolo. Negar que esto pasa no ayuda a nadie”, menciona la autora en entrevista con Reporte Índigo.

Decenas de miles de desaparecidos

Al cuestionar “¿qué cosecha un país que siembra cuerpos?”, Del Río habla del contexto político mexicano y de las repercusiones en la salud mental de la población ante la ola de inseguridad y violencia que cubre el territorio nacional.

“México es una tierra de multidiversidad, de culturas híbridas, es una tierra maravillosa que ha sido un gran patio en el que todos hemos vivido y jugado, pero, poco a poco, se ha constreñido, se ha angostado, se ha limitado y, desde mi punto de vista, está herido”, manifiesta.

Datos del Registro Nacional de Personas Desaparecidas y No Localizadas (RNPDNO) de la Secretaría de Gobernación señalan que el año 2022 cerró con más de 110 mil mexicanas y mexicanos desaparecidos.

Mujeres desobedientes

“Cuando ellas buscan, las mujeres, madres, hermanas, parejas, de las personas que han desaparecido, se vuelven desobedientes, transgresoras y bien perras, porque no les ha quedado de otra, porque el Estado les ha fallado.

“Cada día hay 25 personas desaparecidas, por lo menos, en un país que supuestamente no está en guerra”, comenta Tania Del Río sobre las protagonistas de su libro, quienes, se lee en el prólogo de la obra, sobreviven a la victimización y enfrentan la amenaza constante de los propios delincuentes.

La también periodista, originaria de Sinaloa, en donde hasta 2022 se contabilizaron cinco mil 665 personas desaparecidas, según el RNPDNO, resalta la importancia de conocer a qué se enfrentan las madres buscadoras en su labor cotidiana de investigar el paradero de sus seres queridos.

“Ellas viven en esta lucha y en el futuro no hay esperanza, el futuro es una palabra rusa y el tiempo es un asesino. En su casa, ellas no pueden continuar, no pueden comer, no pueden dormir ni usar la tanatología para hacer el duelo porque no hay un rito de entierro, porque están suspendidas en una agonía”, subraya.

10 de mayo, una fecha de dolor

Del Río dice que para estas mujeres el 10 de mayo es una fecha de dolor porque, en vez de celebrar, viven la ausencia de su ser amado, entonces lo que hacen es unirse, desplegar su energía, liberar su impotencia.

“Una mamá que ha perdido a su hijo o hija se la pasa con el celular en la mano, lo abre, ve la fotografía, le habla, lo besa, le llora, lo espera, vive descorazonada, vive susceptible a llamadas de gente que les habla para extorsionarlas, viven con el temblor en las manos, con el nudo en la garganta.

“Desafortunadamente, muchas de ellas no sobreviven. No sé cuánto tiempo pueda aguantar un cuerpo con un cúmulo de dolor extendido, lleno de impotencia, frustración y dolor. En muchas de ellas se dispara la diabetes, se vuelven hipertensas o se les desarrolla cáncer; han quedado en el camino de encontrar a ese ser amado”, apunta.

El libro de Tania Del Río busca ser un repositorio de memoria a través del cual honrar el recuerdo de las personas desaparecidas y comprender el dolor que representa su búsqueda. Foto: Especial
El libro de Tania Del Río busca ser un repositorio de memoria a través del cual honrar el recuerdo de las personas desaparecidas y comprender el dolor que representa su búsqueda. Foto: Especial

Exigir resultados a las autoridades

En el contexto del inicio del proceso electoral para renovar la Presidencia de la República en 2024, la autora afirma que es necesario no dejar todo en manos de la figura presidencial o esperar a que llegue un político “mesiánico” a resolver el problema.

De este modo, subraya la obligación que tiene la sociedad de exigir que se cumplan las normativas federales y que haya una colaboración de la federación y los estados, así como entre las fiscalías.

El 16 de enero de 2018 entró en vigor la Ley General en Materia de Desaparición Forzada de Personas, Desaparición Cometida por Particulares y del Sistema Nacional de Búsqueda de Personas en respuesta a una exigencia social de justicia y a una serie de recomendaciones realizadas por organismos internacionales, incluida la Organización de las Naciones Unidas (ONU).

“En México hay más de cien mil personas desaparecidas. A pesar del avance que representó el establecimiento de la Ley General, aún existen brechas en su implementación, lo que limita su capacidad para garantizar verdad y justicia. Una de ellas es la insuficiencia presupuestaria para la operación adecuada de agencias especializadas en desaparición.

“Al mismo tiempo, los familiares de personas desaparecidas enfrentan grandes dificultades para acceder a medidas de reparación del daño. También existe impunidad sistemática lo que favorece que las desapariciones se sigan cometiendo”, apunta la asociación Ciudadanos en Apoyo a los Derechos Humanos en el documento “A cinco años de la Ley General en Materia de Desaparición”.

Desmoronamiento de la sociedad

Finalmente, Tania del Río explica que hay síntomas de un desmoronamiento de la sociedad, lo que ha repercutido en la interrupción de un ciclo económico de desarrollo, pues hay una violencia mortífera que se ha multiplicado en las diferentes esferas de la población.

“No podemos dejarle todo a los políticos, no sabemos cómo están involucrados con el crimen organizado. Necesitamos apostarle a trabajar juntos como fue en el caso del Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad. El hecho de que las personas puedan expresar libremente lo que les sucedió, su dolor, y ser escuchadas, tiene un efecto de cambio”, detalla.

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