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La junta de ministros de finanzas de la Eurozona que se realizó esta semana en Bruselas reflejó algunos problemas que sigue teniendo la región desde tiempo atrás.
Entre países sumergidos en recesiones y falta de coordinación política, las naciones luchan porque la comunidad económica funcione.
Alberto Morales
La junta de ministros de finanzas de la Eurozona que se realizó esta semana en Bruselas reflejó algunos problemas que sigue teniendo la región desde tiempo atrás.
Entre países sumergidos en recesiones y falta de coordinación política, las naciones luchan porque la comunidad económica funcione.
Los obstáculos para lograr una verdadera zona económica homogénea que se tuvieron en su momento, parecen regresar. Entre ellos destacan la diferencia en las economías, pues la convergencia de ellas no parece llegar. Además de la diferencia en la ideología política entre Alemania y Francia.
Rescates bancarios
Tiempo atrás, el tema de la necesidad de un rescate financiero de Grecia y España dominó los medios de comunicación casi a diario.
La urgencia de un rescate griego yacía en el hecho de que, en caso de que no se rescatara dicho país y se hablara de su salida del euro, la incertidumbre en la comunidad crecería.
Ahora el problema fundamental que se discutió esta semana es el rescate de Chipre, paquete que ha sido postergado para el próximo mes. En cierta manera es una situación similar a la vivida con Grecia, ya que implica el tipo de problemas que no deja funcionar correctamente a la Eurozona.
Básicamente existe la controversia entre aprobar o no un rescate financiero de 24 mil millones de dólares.
Joerg Asmussen, miembro del Banco Central Europeo y ex ministro de finanzas en Alemania, advierte de la urgencia que existe en aprobar este paquete.
Dejó en claro que en caso de que no se lleve a cabo el rescate, sin lugar a dudas el país llegaría a una condición de incumplimiento de pagos. Esto a raíz de una reducción de calificación en los principales agentes del sistema financiero.
Enero marcó un pésimo principio de año para Chipre, empezando por la reducción en la calificación de la deuda soberana el día 10. Después de esto, el día 15 le redujeron la calificación a los tres principales bancos del país: Banco de Chipre, Laiki Popular y Hellenic Bank.
La agencia que se encargó de degradar estas calificaciones fue Moody’s, subrayando la incertidumbre que existe en la negociación entre Chipre y el Banco Central Europeo sobre la firma de un posible rescate.
La polémica en este caso viene por el hecho de que Chipre es considerado como un paraíso fiscal para los millonarios rusos, con temores de que exista lavado de dinero ahí mismo.
Diferencias ideológicas
Una vez más se observa el contraste ideológico entre los dos países principales de la Eurozona: Alemania y Francia.
Desde que entró Francois Hollande como el presidente francés (con un giro más de izquierda que el ejercido por Nicolas Sarkozy), se notaron tensiones con la administración de la canciller alemana Angela Merkel.
El debate viene ahora entre el ministro de finanzas francés, Pierre Moscovici, y la cabeza del banco central alemán, Jens Weidmann. El contraste de ideas se palpa con el tema del manejo de tipo de cambio.
El ministro francés insiste en la importancia de que el tipo de cambio represente el verdadero estado de la economía, no simplemente cambios en humor del mercado. Evitar la especulación y asegurarse de que la moneda represente valores correctos mejoraría la situación económica de la Eurozona, en su parecer.
A esto Weidmann respondió de manera tajante que simplemente estaban desviando la atención a la necesidad de desarrollar economías más competitivas, según el New York Times.
En relación a la mejora de la economía, siguió insistiendo Weidmann que “solo los gobiernos pueden resolver estos problemas, no los bancos centrales”.
A esto se unió la ministra de finanzas austriaca, Maria Fekter, señalando que encuentra un debilitamiento artificial del euro, que en realidad el estado de la moneda lo debe decidir el mercado.
Las mismas discusiones que se tuvieron el año pasado (las cuales se basaban en ideas que vienen desde los años 60) siguen vigentes. Para que funcione de manera correcta una zona con una moneda común, también se tiene que abrir por completo el mercado laboral.
No se ha observado hasta ahora un completo movimiento libre de trabajadores en los países de la Eurozona. Esto ha influido en la falta de convergencia en la productividad, por decir de Alemania con Grecia, o Chipre.
Para lograr cambios reales se tiene que pensar en cómo hacer que los países puedan lograr juntos una zona más competitiva, como insiste Alemania. Esto traerá beneficios de largo plazo y se dejarán a un lado las preocupaciones periódicas por rescatar a países con problemas financieros.