A la par de sus constantes victorias electorales, el proceso interno iniciado el pasado fin de semana, permite ver una radiografía de la vida interna del Movimiento Regeneración Nacional (Morena). Una donde, si bien mantiene altos niveles de convocatoria, las fricciones entre militantes y riesgos de división marcan los principales desafíos del partido rumbo a 2024.
El 30 y 31 de julio, Morena celebró elecciones en los 300 distritos del país para determinar a los consejeros que participarán en el Consejo Nacional convocado para septiembre. Además del polémico mecanismo de afiliación inmediata, durante el fin de semana hubo reportes de acarreo, embarazo y quema de urnas, protestas y hasta violencia entre los morenistas.
A la cobertura mediática de los hechos se sumaron denuncias de los propios integrantes del partido como las que lanzó John Ackerman, quien dedicó el fin de semana a coordinar un “operativo cazamapaches” y a documentar distintas irregularidades en el proceso, lo cual le llevó a confrontarse con otros compañeros como ocurrió vía Twitter con Epigmenio Ibarra.
Tras su jornada interna, el dirigente nacional morenista, Mario Delgado, defendió la organización celebrando una participación de más de tres millones de personas que se afiliaron al partido. Así como aclaró que solo hubo incidencias en 19 de 553 centros de votación, de los cuales apenas cinco tuvieron que suspender sus operaciones.
“No caigamos en estos prejuicios que tiene la derecha de menospreciar al pueblo, que se respete que tres millones de personas salieron de manera pacífica, voluntaria, en un gran ejercicio cívico a participar en nuestro movimiento. Que no se les tache de acarreados, que no se les tache de que hubo violaciones generalizadas en este proceso”.
Delgado usó este argumento para interpelar críticas como las de Ricardo Monreal, quien anunció que no participaría al considerar que el resultado estaba prefigurado.
“Yo no sé cómo se puede preconfigurar un resultado cuando se tiene esta participación masiva de la gente, hay que respetar al pueblo”, reclamó el dirigente.
También criticó que acusaciones como las de Ackerman estaban en línea con el pensamiento conservador.
“¿Qué nos dijeron en la revocación de mandato? Que fue un acarreo, porque la derecha piensa en el fondo que el pueblo es incapaz de organizarse”, si bien también reconoció ciertos actos que serán investigados y, en su caso, sancionados por el partido.
“Hay compañeros que, no sé si consciente o inconscientemente, su actitud en el proceso de este fin de semana va en contra de lo que profesamos en el movimiento”, dijo Delgado, “algunos compañeros que sí se nos despistaron, que les ganó la pasión, que actuaron en contra del movimiento, esos no tienen por qué estar ya en Morena”.
Lo cierto es que esta efervescencia venía anunciada, pues en la semana previa, los conflictos internos de Morena se encendieron. Caso emblemático fue el de Monreal, pues además de decidir no participar en el proceso interno, mandó un mensaje al reunirse con Silvano Aureoles, exgobernador perredista y constante crítico del movimiento en el que milita.
En tanto que, una semana antes de las votaciones, el grupo de Marcelo Ebrard hizo una petición para garantizar el piso parejo en la definición de la candidatura presidencial de 2024, lo cual fue respondido con un severo y público llamado de atención del presidente Andrés Manuel López Obrador, así como con críticas de figuras como Citlalli Hernández, secretaria general del partido.
El principal riesgo para Morena
En entrevista con Reporte Índigo, el profesor Javier Santiago Castillo, académico del Departamento de Sociología de la Universidad Autónoma Metropolitana, observa que estas divisiones internas son el principal riesgo que corre Morena en camino a la sucesión presidencial de 2024, al margen de la alta intención de voto que mantiene en sondeos.
Sin embargo, también recalca la importancia de la magnitud de dicha división. Ya que considera que el partido “podría asimilar el golpe sin problema en el caso de Monreal”, aún cuando este tiene su propio peso político, pero el caso de Ebrard resultaría mucho más alarmante aún cuando este no cuenta con el apoyo de las masas de Morena.
“Hay sectores que simpatizan con él, pueden no simpatizar con Morena, pero sí simpatizan con él. No estoy diciendo que, en caso de que él se saliera, ganaría la elección. Lo que digo es que pondría en aprietos a Morena”, advierte sobre un escenario en el que el canciller se inconformara por la selección del candidato oficial.
Como ejemplo menciona la decisión de realizar las afiliaciones como requisito para votar en la elección de consejeros en vez de separar las jornadas de dos procesos que son por sí solos altamente complejos.
“Creo que no hubo una planeación adecuada, entendiendo que los grupos de poder de Morena no se pueden disolver por decreto”, considera Santiago Castillo.
Continúa leyendo:
Morena mantiene brazos abiertos a antiguos opositores