El hombre más feliz no vestía de rojo

Entre un mar de chalecos, chamarras y gorras rojas, sobresalía en primera fila la chaqueta color olivo del hombre más feliz de la tarde, José Antonio Meade, el mayor beneficiado por la XXII Asamblea Nacional Ordinaria del PRI.

Desde las 7 de la mañana, militantes del trocolor comenzaron a teñir de rojo la Avenida Río Churubusco, el código de vestimenta era el mismo: pantalones de mezclilla, camisa blanca, chaleco o chamarra color roja.

Rubén Zermeño Rubén Zermeño Publicado el
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La priista Claudia Ruiz Massieu Salinas dijo que el Revolucionario Institucional es ‘un partido dispuesto a renovarse, (...) a aprender de los errores’
“Militantes y simpatizantes podrán servir a su sociedad y al partido (...) vamos a ganar la batalla con la seguridad de que gana México cuando gana el PRI”
Enrique Peña NietoPresidente de México

Entre un mar de chalecos, chamarras y gorras rojas, sobresalía en primera fila la chaqueta color olivo del hombre más feliz de la tarde, José Antonio Meade, el mayor beneficiado por la XXII Asamblea Nacional Ordinaria del PRI.

Desde las 7 de la mañana, militantes del trocolor comenzaron a teñir de rojo la Avenida Río Churubusco, el código de vestimenta era el mismo: pantalones de mezclilla, camisa blanca, chaleco o chamarra color roja.

Lo que los diferenciaba y daba a notar su lugar de residencia era si calzaban zapatos, botas, tenis o huaraches, llevaban gorra, cabello engominado o sombrero.

Las charlas previas eran todas similares. “Una foto más delegado”, “claro que  sí Martita, tenemos que demostrar que estamos más unidos que nunca y que no nos van a ganar”, dijo uno de los 10 mil 494 delegados presentes en la Asamblea, antes de entrar a la sesión en el Palacio de los Deportes.

Mientras los priistas más viejos hablaban de unidad y de cómo perpetuarse en el poder, los más jóvenes hablaban de romper candados y abrir puertas a personas que vistieran otros colores distintos a los suyos.

“Meade está sonando mucho, al igual que Nuño, aunque yo creo que el favorito es Meade, quitando los candados ya se le abre camino, yo siendo priista si lo apoyaría”, dijo un militante que viajó en autobús desde Oaxaca.

Adentro del domo de cobre, sindicalistas, militantes, políticos, delegados y ex mandatarios buscaban tener alguna particularidad para destacar entre la marea roja y el eco de los gritos que rebotaban por todo el recinto.

“Petroleros con el PRI, Petroleros con el PRI”, gritaban de un lado, “C-T-M, C-T-M”, era la respuesta del lado contrario.

Mientras las porras aumentaban, uno de los miles de delegados que casi llenaban el lugar, le comentaba a su esposa de piel clara, finos rasgos y vestida con ropa echa a mano por indígenas oaxaqueñas que las mujeres forman parte importante del partido.

Al fondo, el maestro de ceremonias alentaba “ahora un grito de las mujeres para Peña Nieto”. La Asamblea estaba por comenzar.

La primera en tomar la palabra fue una mujer, la presidenta de la Comisión Nacional de Dictamen, Claudia Ruiz Massieu Salinas, la hija de dos de los apellidos más fuertes del priismo.

“Somos un partido dispuesto a renovarse, somos un partido dispuesto a aprender de los errores, somos el partido que transforma a México, somos el partido del futuro de México”, alentaba a los presentes e informaba aspectos técnicos de lo visto en las cinco mesas de trabajo previas a la Asamblea.

“El nuevo PRI, el nuevo PRI, el nuevo PRI”, le contestaron viejos, jóvenes y personas de mediana edad.

Desde hace más de 30 años, Manlio Fabio Beltrones ya figuraba en la política mexicana, él representa el pasado y el presente del PRI, pero el sonorense, sigue viendo hacia el futuro.

“La mejor agenda, es la agenda de 2018, donde tenemos que ganar las elecciones”, dijo el presidente de la Mesa de Futuro, un grupo de mujeres le contestaron con un “¡te amo!”.

Los ánimos y gritos iban aumentando hasta que le tocó hablar a Graciela Ortiz Domínguez, encargada de la Mesa de Rendición de Cuentas y Ética, varios aprovecharon para ir al baño, unos platicaban con la persona que tenían a su lado y otros pretendían tomar una pequeña siesta.

La senadora expuso que el PRI crearía un sistema de rendición de cuentas, donde todos los aspirantes a candidatos y antes de registrarse deberían de presentar una declaración patrimonial y fiscal, lo que ocasionó un aplauso tibio y a medias.

Siguió el plato fuerte de la comida, Jorge Carlos Ramírez Marín, quien presidió la Mesa de Estatutos.

“Unidos somos invencibles, comenzamos estas mesas con dudas, pero terminamos siendo invencibles porque estamos unidos”, dijo el diputado.

Y así, unidos e invencibles aplaudieron a favor de que el 50 por ciento de las candidaturas fueran para mujeres y que una de cada tres lo sean para jóvenes.

Cuando tocó hablar sobre la reforma que evitaba que legisladores plurinominales brincaran de un escaño a un curul sin ser elegidos mediante votación, los aplausos disminuyeron y Beltrones no pudo evitar hacer un gesto.

El aplausómetro llegó a su nivel más bajo cuando Ramírez Marín habló sobre las candidaturas de simpatizantes no militantes, por lo que inmediatamente agregó a su discurso palabras de conciliación.

“Somos un partido libre, moderno y alegre, donde hay más sonrisas que lágrimas”, terminó el yucateco.

Los gritos, las fotos y la histeria arrancaron de golpe cuando el maestro de ceremonias anunció la llegada del Presidente de la República.

“Con ustedes el más priista de todos, el priista número uno, démosle una calurosa bievenida a nuestro presidente Enriqueeee – Peeeeña – Nieeeeto”.

Feliz, dejándose apapachar, saludando en 360 grados, tomándose decenas de fotos, el presidente de la República arribó al recinto acompañado de la mayoría de sus secretarios de Estado, quienes tenían reservado un lugar en primera fila.

“Los ciudadanos buscan en el PRI muchas respuestas, todas esas preguntas ya tienen respuestas, respuestas críticas, inteligentes y convincentes de un partido político donde cabemos todos”, dijo dando la bienvenida, Enrique Ochoa Reza, presidente del CEN del PRI.

Mientras eso pasaba, Peña Nieto seguía saludando, Gerardo Ruiz Esparza no dejaba de filmar el momento con su celular, Miguel Ángel Osorio Chong de brazos cruzados, por momentos prefería ver hacia el techo o hacia el suelo.

Junto a ellos se encontraba el único hombre no priista invitado en la Asamblea, sentado en la fila de adelante y al centro, con una sonrisa que no podía disimular, prestando atención a todo y a todos, ese hombre era José Antonio Meade, Secretario de Hacienda y Crédito Público.

“Somos un partido en contacto con la sociedad, por eso el PRI rompió los candados para que todos los militantes tengan piso parejo, por eso les abrimos las puertas a simpatizantes y a la sociedad, porque juntos somos invencibles, este partido está unido y en su unidad es invencible”, dijo Ochoa Reza  buscando unidad y antes de presentarles al enemigo a vencer.

“La amenaza a vencer es el populismo autoritario, ya lo frenamos en 2017, lo haremos en 2018, vamos a ganar la Presidencia de la República, mantendremos la Presidencia, ganaremos las 8 gubernaturas, ganaremos la mayoría parlamentaria, el PRI seguirá gobernando la República”, prometía carro completo.

La antesala para el discurso de Peña Nieto fue una reinterpretación del Grito de Dolores por Ochoa Reza: “¡Viva Peña Nieto!, ¡Viva el PRI! y ¡Viva México!”, exclamó jubilosamente el presidente del tricolor.

Siguiendo la línea patriótica, Enrique Peña Nieto mandó a todos sus soldados, militantes y simpatizantes a batalla.

“Militantes y simpatizantes podrán servir a su sociedad y al partido, somos el partido que tiene los colores de la bandera, vamos a ganar la batalla con la seguridad de que gana México cuando gana el PRI”, terminó su discurso.

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