Cifras del Sistema Nacional de Información del Agua revelan que las presas José López Portillo (Cerro Prieto) y Rodrigo Gómez (La Boca) sólo acumulan 6 millones de metros cúbicos del líquido.
Y la presa El Cuchillo, con sus 492 millones de metros cúbicos de agua, está salvando, por lo pronto, a gran parte de la población neoleonesa. La presa Salinillas, ubicada en el municipio de Anáhuac tiene 12.89 millones de metros cúbicos.
En total Nuevo León cuenta 511 millones de metros cúbicos para una población de más de 5 millones de habitantes. Las reservas están casi secas.
El Cuchillo está aportando 5 mil litros por segundo, La Boca cero, Cerro Prieto 2 mil 500 litros por segundo y otros 0.260 litros por segundo para un total de 7 mil 760 litros por segundo, informó en la conferencia mañanera del 28 de junio el director de la Comisión Nacional del Agua (Conagua), German Martínez.
Para subsistir, los neoleoneses reciben el líquido por siete horas al día, pues Servicios de Agua y Drenaje de Monterrey implementó este criterio para racionar lo que queda de reserva de agua.
El martes hubo lluvias que, según, estimaciones del hidrometeorólogo, Doroteo Treviño, asesor de esta Agua y Drenaje, captaron 100 mil metros cúbicos en la presa La Boca hasta la mañana del miércoles.
En estas condiciones los neoleoneses enfrentarán la temporada de calor más alta, la canícula. El fenómeno se caracteriza por temperaturas superiores a 37 grados, disminución de lluvias, calentamiento del aire y cielos despejados
Y aunque las presas en teoría son las cisternas que te permiten guardar agua, en Nuevo León se están utilizando para abastecimiento. La esperanza se concentra en lluvias abundantes.
La semana pasada se presentaron lluvias aisladas que no llenaron los embalses. El promedio histórico de agua por lluvias ronda en los 600 milímetros anuales, cantidad que se necesita para que las presas se abastezcan.
La sequía del turismo
La presa La Boca, ubicada en el municipio de Santiago, es una zona de esparcimiento turístico, pero la sequía ha alejado a los visitantes, lo que ha golpeado la economía de los comercios.
Cristian Gómez, trabajador del restaurante Playa Azul, dijo que en febrero comenzó a notar que el nivel de esta presa comenzó a bajar considerablemente.
“Antes en los paseos y restaurantes flotantes había mucha gente en el fin de semana, en este momento ya no hay nada, muchos se quedaron sin trabajo, y así… ya se acabó el negocio, se vino abajo”, lamenta.
A la sequía, se sumaron los estragos por la pandemia de COVID-19.
Un negocio contiguo a este restaurante tiene más de dos semanas que cerró por la falta de clientes, quienes no acuden por el desabasto del agua en este embalse.
“Ya cerraron justo a lado, era un tipo bar, esperamos que pronto llueva y que el trabajo que están haciendo del desazolve se aproveche bien, porque sí está afectando bastante”, espera el joven.
La presa Cerro Prieto también forma parte de un atractivo de esparcimiento para los habitantes del municipio de Linares. Y aunque no tiene la infraestructura de La Boca, este embalse cuenta con algunos restaurantes y una zona de renta de cabañas, que hoy lucen vacías.