Como si fuera un barco que se hunde cada vez más, los perredistas tienen hoy una sola filosofía: sálvese quien pueda.
El punto climático de la crisis que vive el PRD ocurrió esta semana, cuando de un solo golpe 12 senadores abandonaron la bancada del sol azteca en el Senado, dejando al grupo parlamentario como cuarta fuerza en la Cámara alta, con sólo ocho legisladores.
El rompimiento, que comenzó a notarse con más fuerza en el 2014 a raíz de la crisis que pasaron los perredistas por haber postulado a José Luis Abarca como alcalde de Ayotzinapa, ha dejado un partido a la deriva. La división era previsible.
Desde la salida de Andrés Manuel López Obrador del PRD y el crecimiento en las preferencias electorales, poco a poco se fueron sumando adeptos a su proyecto.
Al negarse a pactar con el PRD o a participar con ellos en algunas decitsiones políticas o electorales, López Obrador orilló a los perredistas a unirse a él o hundirse con el barco amarillo. Conforme se acerca la elección del 2018, la desbandada perredista aumenta.
Las adhesiones al político tabasqueño y a Morena continuarán en los próximos meses. Con ellos, se van no solo políticos con importantes cargos públicos, sino parte de la estructura de muchos años que poseen en sus entidades, lo que dará más fuerza a López Obrador en su proyecto de candidatura presidencial.
La guerra interna
Una de las características recurrentes en el PRD es su guerra interna. Conformado por grupos tan disímiles como sus ideas, intentar poner de acuerdo a varias izquierdas siempre les ha acarreado conflictos al tratar de imponer su punto de vista.
Dentro del PRD hay al menos 10 corrientes identificadas; sin embargo, son múltiples los grupos que se conforman dentro de ese partido político. Se trata de Nueva Izquierda, conocida como “Los Chuchos”, y dirigida por Jesús Ortega. Alternativa Democrática Nacional (ADN), de Héctor Bautista; Izquierda Democrática Nacional (IDN), de René Bejarano; Foro Nuevo Sol, de Vladimir Aguilar; Patria Digna, de Carlos Sotelo; Izquierda Renovadora en Movimiento, de Pablo Gómez; Vanguardia Progresista, identificada como cercana a Miguel Ángel Mancera –aunque no sea perredista-.
Miguel Barbosa, ahora senador del bloque parlamentario independiente, tenía su corriente ‘Militantes de Izquierda’. Al tener suspendidos sus derechos, su corriente desaparecerá del partido.
Estas corrientes han convivido durante años en el partido de izquierda, pero siempre con una crisis interna. Con altas y bajas, el PRD siempre salió avante. Sin embargo, ahora la batalla es hacia afuera, lo que complica el escenario para el sol azteca.
La salida de López Obrador del PRD, quien construyó su propio partido de izquierda, edificó no solamente una nueva opción para los electores, sino para los perredistas, que hoy lo ven como la única opción para continuar en la lucha por el poder.
El adversario de los perredistas ahora no está al interior, en su casa. El enemigo que está provocando una hemorragia podría estar en la casa de enfrente, en Morena. La disyuntiva que muchos enfrentan al interior del partido es unirse a Morena o morir con el PRD.
De quedarse, es previsible que los espacios de poder público para el PRD disminuyan y sea más difícil alcanzarlos; de irse con López Obrador, quedarían a merced de la voluntad del político y sus cercanos, quizá con pocas posibilidades de ser elegidos para ocupar un cargo público.
Por lo pronto, el próximo 8 de abril la dirigencia del PRD presentará su proyecto de ‘Nación rumbo al 2018’, en el Zócalo capitalino. Morena lo hará el 9 de abril, en el Monumento a la Revolución, donde se presentarán algunos de los nuevos fichajes del partido de López Obrador. La oportunidad perfecta para que ambos muestren músculo en el centro del país.
Contra los disidentes
Alejandra Barrales, presidenta nacional del PRD, no le basta con que los 12 senadores que formaron un bloque independiente hayan dejado la bancada del sol azteca en el Senado.
Quiere que se vayan definitivamente del partido. Ayer, la presidenta del partido y senadora, reclamó que haya quienes atacan al PRD todos los días y continúen siendo parte de ese instituto político.
“Nos referimos al caso de estos tres compañeros que no teníamos conocimiento de su salida, sino que el viernes pasado acababan de afirmar que no se irían. Es el caso del senador (Raúl) Morón, (Miguel) Barbosa y (Luz María) Beristáin, y aun así ayer nos enteraron de otra decisión. Nosotros esperamos que, en congruencia, entreguen su renuncia”, afirmó Barrales.
A ellos se sumarían también los senadores Lorena Cuéllar y Fidel Demédicis, que también han expresado su intención de dejar el PRD. De no irse por su propio pie, el partido podría expulsarlos y sentar así un precedente de que cualquiera que exprese su apoyo a Andrés Manuel López Obrador podría ser expulsado.
Dentro del PRD hay voces que afirman que hay intentos claros de destruir al partido. La propia Dolores Padierna, ahora coordinadora de la bancada del sol azteca en el Senado, ha acusado que el ala disidente fue clara con ella sobre la intención de sacar del juego al partido amarillo.
“Él dice: te voy a destruir. Me ha amenazado: ‘Te voy a destruir, voy a destruir al PRD, no voy a ceder hasta que los destruya’, ha sido una y otra vez su frase. Esto ya pasó de los dichos, pensé que era una bravuconada como él estila, pero ahora ya pasó a los hechos”, acusó Padierna en plena crisis de la bancada.
El trance que pasó el PRD en el Senado pegó no solo en el Congreso, sino en los estados. Mientras que en la capital del país, por ejemplo, se declaró el apoyo al ala de Barrales y Padierna, en Michoacán apoyaron al grupo de Morón y Barbosa.
Esto es síntoma de que la división podría hacerse más pronunciada y extenderse hasta las entidades del país, donde también se ve más lejano que el PRD pueda ganar espacios de representación de la izquierda.
Las expectativas de quienes se involucran en política, desde la izquierda, ya no están en el Partido de la Revolución Democrática, fundado por el ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas, pero que él mismo abandonó cuando el propio instituto político dejó de lado sus principios