Por un parto más ‘humano’

Los dolores de las contracciones eran intensos, eso no impidió que el doctor hiciera varias revisiones de su dilatación. Intentó que se esperaran,  pero el tiempo apremiaba para todos en el hospital.

Vinieron los gritos, las enfermeras actuaban con despotismo. Sin llamarla por su nombre reclamaban sus llantos y le recordaban que hacía nueve meses “no le dolía tanto”.

Paloma Robles Paloma Robles Publicado el
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"La violencia se está gestando desde un modelo económico muy inequitativo (con) poco presupuesto a desarrollo humano"
María de Jesús Durón SegoviaMédico
"El momento de parir se debe respetar como se respeta el acto sexual"
Diana ToscanoAcompañante en partos
http://www.youtube.com/watch?v=NYzPag2ExBY

Los dolores de las contracciones eran intensos, eso no impidió que el doctor hiciera varias revisiones de su dilatación. Intentó que se esperaran,  pero el tiempo apremiaba para todos en el hospital.

Vinieron los gritos, las enfermeras actuaban con despotismo. Sin llamarla por su nombre reclamaban sus llantos y le recordaban que hacía nueve meses “no le dolía tanto”.

Sometida a un suero y bajo el efecto de la oxitocina la rasuraron. Sin decirle nada, aplicaron lavados intensos en su vagina, no le rasgaron el periné, pues la dilatación natural de su cuerpo le ayudó. Pero horas antes la amenazaron con que podrían hacer cesárea.

Solo vio a la distancia a su bebé. “Me lo mostraron unos cuantos segundos, ya habían costado el cordón umbilical”, señala la madre.

Luego se lo llevaron a pesar y medir. Su hijo permaneció en una sala de maternidad mientras ella se reponía del ayuno. Ni agua pudo tomar en 15 horas.

Este es el testimonio de una de las consultadas por Reporte Indigo a propósito de la violencia obstétrica. La deshumanización del parto es hoy una práctica común.

El protocolo de rutina en cualquier clínica, pública y privada en el que se atienden partos, lejos está de ser un proceso de encuentro con la vida, explica Diana Toscano, doula o acompañante en partos.

Toscano relata que tras vivir en carne propia la violencia obstétrica buscó alternativas para apoyar a otras mujeres.

Para ella el parto no es un proceso médico, “el parto es un proceso fisiológico como hacer del baño, como hacer el amor.

“El momento de parir se debe respetar como se respeta el acto sexual. Sí pueden haber cosas que ameriten  que el medico intervenga, bienvenido sea. Pero no es necesario en la mayoría de los casos”, refiere la entrevistada.

Toscano trae a la memoria el momento en el que dio a luz a su segunda hija, fue en una clínica pública, su anterior experiencia no había sido tan violenta, pero todo cambió en este segundo parto.

“Yo estaba queriendo defender mi cuerpo en vez de estar pensando en la maravilla de sentir a mi hija salir de mí. No está bien que yo recuerde toda mi vida que me estaba defendiendo en ese momento”.

El parto natural pereciera ser un proceso innecesario para muchos médicos y enfermeras. El sistema de salud prioriza la intervención vía cesárea como opción casi única para las miles de mujeres que dan a luz a diario.

Según datos del Instituto Mexicano del Seguro Social, solo en el 2011 se registraron 42 mil 427 partos en Jalisco.

El 50 por ciento de los nacimientos de nuevos jaliscienses fue vía cesárea, la cifra ronda en los 21 mil 954 nacimientos vía quirófano.

Otros 19 mil 857 fueron de forma natural sin complicaciones, y 616 partos fueron vaginales, pero con intervención médica debido a las complicaciones del alumbramiento.

En la Red Jalisciense por la Salud Materna, Parto, Nacimiento y Crianza Respetada, conformada por una veintena de especialistas se preguntan: ¿en qué momento dar a luz se convirtió en un proceso aséptico y deshumanizado?

Consideran que la violencia obstétrica se da cuando hay desinformación y esta tiene mayor incidencia en estratos económicos más pobres. 

Para la doctora María de Jesús Durón Segovia, el sistema de salud no se ha desarrollado de la mano de las exigencias de la sociedad.

“Tenemos un sistema de salud que ha puesto solamente su punto de acción en una medicina de tipo curativa, no en una medicina de tipo preventivo”.

Critica las prácticas en hospitales públicos y refiere que la gratuidad en la salud a través de programas mal estructurados como el Seguro Popular han demeritado aún más la atención.

“La violencia se está gestando desde un modelo económico muy inequitativo, que se advierte en el poco presupuesto a desarrollo humano”, apunta Durón Segovia.

Considera que no hay educación suficiente en materia de salud, ni existe corresponsabilidad de los usuarios del sistema de salud ni de los funcionarios que trabajan en el aparato de Estado.

A la violencia institucional se suman otros tipos de escenarios críticos. Y es que el perfil de las usuarias del servicio materno, según un análisis de Durón Segovia, revela mayor presencia de adicciones y violencia intrafamiliar.

El servicio maternal se brinda sobre todo a una población de mujeres de entre 14 a 25 años, con poca escolaridad. Lo que anticipa una maternidad de desapego y una criaza sin vigilancia para los niños, por ende de mayor violencia. 

El doctor Tonatiuh Núñez explica que desde la universidad se invita a los nuevos médicos a aplicar un paradigma de atención parco y deshumanizado.

Los doctores evitan el contacto con los pacientes y se dedican a aplicar protocolos de atención en los que no se establecen lazos humanos.

“Nos enseñan no a ayudar sino a interferir en el parto (…) desde que los partos se trasladaron a los hospitales, los médicos, enfermeras, trabajadores sociales se sienten en su lugar (de trabajo), pero la mujer no, está en un lugar desconocido”.  

Tras 25 años de atención médica con un rostro humano, el doctor refiere que no es excusa el presupuesto asignado a salud para negar un trato digno a las pacientes, incluidas aquellas que dan a luz en hospitales públicos.

En su experiencia trabajando en una clínica pública pudo aplicar el método de parto respetado, sin que eso fuera un problema para sus pacientes ni para la institución.

Urge legislar sobre el tema 

La Organización Mundial de la Salud penaliza las prácticas deshumanizadas en el parto. De hecho la atención obstétrica respetada forma parte del quinto objetivo del milenio. 

En el año 2015 el Estado mexicano debe desmostrar haber completado el objetivo de atención humana y respeto al nacimiento, pero todo parece indicar que no hay mucha intención de atender el tema, a pesar de que la Norma Mexicana de Salud fue modificada a principios de los años 90 y el respeto al parto está establecido en la norma.

Venezuela es de los pocos países de Latinoamérica que han legislado sobre el concepto de “violencia obstétrica”, en México apenas Oaxaca y Veracruz se han sumado al tema. 

Hace apenas una semana, integrantes de la Red Jalisciense por la Salud Materna se manifestaron a las fueras de una clínica del IMSS en Tlajomulco de Zúñiga exigiendo garantías para las pacientes que dan a luz en el sistema público.

Las entrevistadas refirieron que como parte de la actividades de la Semana Nacional por el Parto Respetado (a celebrarse del 20 al 27 de mayo) buscarán sentar las bases para presentar una iniciativa de ley que permita a las mujeres embarazadas tener acceso a otros métodos de atención en partos de tipo alternativo.

Ventajas del parto humanizado

A casi siete meses de embarazo, Marisela Muro González se ha preparado para recibir de manera natural a su segundo hijo. 

Clases de ejercicios psicoprofilácticos, atención de médicos que le han dado un trato humano y la certeza de que esta vez sí podrá estar despierta para ver nacer a su hijo, le hacen creer que el parto humanizado es la mejor forma de dar a luz.

“Lo mejor es no aferrase a un método. Algo de lo que me ayudó muchísimo fue sentir el apoyo de mi pareja”.

El trabajo de parto de la mano de algunos expertos le ha permitido sentirse segura para dar a luz. 

“Yo invito a los doctores a que formen parte del parto (…) no que nos vean como animales que estamos ahí pariendo y después la que sigue”.

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