Por un futuro científico
El desarrollo de la ciencia y la tecnología en México está rezagado por falta de apoyo del Estado y el desinterés de la iniciativa privada para invertir en estos temas, situación que expertos y académicos consideran tendrá que cambiar si la próxima administración desea contar con las herramientas para combatir el cambio climático o las nuevas enfermedades
José Pablo Espíndola[kaltura-widget uiconfid=”38728022″ entryid=”0_83qhz4pl” responsive=”true” hoveringControls=”false” width=”100%” height=”75%” /] Invertir en ciencia, tecnología e innovación es apostarle al desarrollo integral de un país. Por ese motivo, la comunidad científica en México está en busca de que el nuevo gobierno que dirigirá Andrés Manuel López Obrador, atienda y cumpla sus necesidades.
En la lista de peticiones destacan garantizar una educación de vanguardia, tener un financiamiento basto para la investigación y su aplicación, la dignificación de las condiciones laborales para los trabajadores, poner la ciencia al alcance de todos, el aumento del número de becas para estudiantes de doctorado, igualdad, diversidad e inclusión en el quehacer científico.
“Invertir en ciencia y educación es la manera más efectiva para lograr una mejora en la calidad de vida, luchar por oportunidades y avanzar hacia una democracia sólida. El pensamiento crítico lo fortalecemos con educación.
La historia nos ha enseñado que este es el camino”, asegura Ildefonso León Monzón, investigador del experimento ALICE del Gran Colisionador de Hadrones.
Sin embargo, México está lejos de la meta de invertir el 1 por ciento del PIB en este sector y está cada vez más rezagado en comparación con los países líderes del mundo en esta materia que gastan en promedio cinco veces más en ciencia y tecnología, según la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE).
“En nuestro país no se le ha dado la importancia suficiente al desarrollo de la ciencia y la tecnología y aunque se ha invertido un porcentaje del Producto Interno Bruto no ha sido suficiente. No se ha hecho un verdadero esfuerzo y, por lo tanto, esto es un retraso y una deuda que venimos cargando”, opina el físico Alejandro Frank, miembro de El Colegio Nacional.
El académico e investigador está convencido de que la cultura y la ciencia, tanto las naturales como las sociales, son las que nos diferencian como especie, por lo que debemos estar conscientes de que no vamos a salir de las problemáticas que enfrentamos, tanto ambientales como sociales, sin que se les brinde una mayor inversión.
El primer punto ha sido una meta difícil para el país debido a los ajustes presupuestarios. En el GIDE (Gasto en Investigación y Desarrollo Experimental), un parámetro aceptado y utilizado internacionalmente, se estima que la inversión destinada a ciencia, tecnología e innovación en México en 2012 fue de 0.49 por ciento del producto interno bruto ese año, alcanzando un pico de 0.54 por ciento en 2014, para finalmente colocarse en 2018 en 0.50 por ciento del PIB actual que es de 1.1 billones de dólares de acuerdo con las cifras del Banco Mundial.
Con ayuda de la iniciativa privada
Dentro de la ciencia, uno de los grandes problemas estructurales que tiene el país es que la investigación se hace principalmente en las universidades y no en la industria privada, por lo que la clave para que en México se destine el tan anhelado 1 por ciento del PIB en esta materia es que los empresarios inviertan, como pasa en otros países.
“En general, por razones históricas, la industria mexicana no hace investigación, así que creo que un reto es, primero, vincular a las instituciones científicas con los industriales para que se den cuenta del beneficio que implica incorporar las tecnologías e innovaciones a sus productos”, señala Julieta Fierro, astrónoma y divulgadora científica.
“Muchas veces nosotros ofertamos lo que tenemos, pero no necesariamente con un lenguaje que entienden los industriales, así es que si aprendemos a escuchar sus problemas, sabremos cómo resolverlos”, sentencia la también académica de la UNAM.
Para la bióloga Rosaura Ruiz, futura secretaria de Educación y Ciencia de la Ciudad de México, la co-inversión entre empresas e instituciones es fundamental para la implementación de más programas de investigación en el país.
“Me parece muy importante que se pueda hacer co-inversión, como se ha hecho con algunos proyectos de tecnología del Conacyt, que se apoye a un trabajo conjunto entre instituciones de educación superior y empresas, pero con una evaluación muy rigurosa de los recursos que se les entregue”, aclara Ruiz.
Desde su nuevo cargo, la bióloga asegura que estará abierta a la colaboración siempre y cuando sea a favor de la ciencia y no de las empresas.
“Es fundamental que quede claro que cuando se apoya a una empresa es para desarrollar ciencia y tecnología, no simplemente para apoyar a la empresa, me parece que a éstas se les pueden apoyar desde la secretaría de Economía u otras, pero desde la Secretaria de Educación y Ciencia de la Ciudad de México, que quede claro que será un trabajo colaborativo y con una evaluación muy rigurosa”.
Una visión a largo plazo
Los expertos consideran que otro de los retos para la siguiente administración es que el sector de ciencia, tecnología e innovación (CTI) sea dotado jurídicamente de esquemas que le permitan tener proyectos de largo plazo, que pese a cambios políticos y económicos se mantengan vigentes.
Países como Corea del Sur han crecido a partir de esta visión: de programas de trabajo a 15, 20 y 30 años.
A Gerardo Ceballos, miembro de la Academia de Ciencias de Estados Unidos, le parece un plan correcto pero complicado, porque el siguiente gobierno siempre va a querer implementar sus ideas y terminar con las de la administración pasada. Entonces, para que funcione se necesitan consolidar instituciones reguladoras.
La clave para que se puedan generar investigaciones exitosas en México es que los proyectos y los apoyos que se les dediquen no estén limitados a los seis años que un gobierno está en el poder
“Es importante que ese plan transexenal se base en consolidar las instituciones, es la única manera. Me parece importante que se esté hablando y se le esté tratando de dar énfasis a que el Conacyt, como una de las instancias rectoras de esto, se consolide, se mantenga, se le dé mayor financiamiento, que pongan a una académica al frente también es una buena iniciativa, pero ella tendrá que estar rodeada de buenos elementos”, indica.
Para la doctora Fierro, los planes sexenales tienen la desventaja de que el primer año no se invierte mucho porque apenas se está decidiendo qué se va a hacer, después durante cuatro años hay apoyos y ya el último, el de cierre, se interrumpen los apoyos, y esto no funciona porque dificulta mucho el trabajo, por ejemplo, en los protocolos médicos que duran aproximadamente nueve años.
“Necesitamos no sólo invertir más en materia de salud, sino también en que todos los planes de investigación biomédica sean a largo plazo para enfrentar las enfermedades endémicas de México tan graves que están desgastando tanto al sistema de salud y a las emergentes, como el Zika”, declara la académica del Instituto de Astronomía de la UNAM.
Fortalecer el capital humano
No hay sociedad del conocimiento que se sostenga si no tiene capital humano altamente calificado.
“Creo que para que haya una nación triunfante es importante que tenga una planta científica relevante, porque la ciencia genera tecnología que se puede utilizar para la innovación”, indica Fierro.
Para Ruiz Gutiérrez, en México se produce una cantidad muy pequeña de doctores (doctorado), de acuerdo a las necesidades que el país requiere. Por eso es fundamental la formación de científicos, tecnólogos y humanistas, porque le parece importante que cuando se habla de ciencia se entienda que el conocimiento debe de desarrollarse en todas las áreas, desde la filosofía y la historia hasta la economía.
Una de sus ideas es promover que todos los profesores universitarios hagan un doctorado y de ahí, algunos se dediquen a hacer investigación científica en todos los campos del conocimiento que son importantes para el desarrollo de un país.
Para Ceballos es clave para lograr este fortalecimiento seguir consolidando las universidades y los centros de investigación públicos regionales, en donde también se ha ido recortando el apoyo a pesar de que son muy importantes para fortalecer la ciencia a nivel regional y eso también es prioritario”.
Conacyt cuenta con 26 centros públicos de investigación, en lugar de crear más, se apoya la creación de 23 consorcios, que se caracterizan por ser asociaciones entre equipos de investigación y sector privado con el fin de atender necesidades regionales en los temas agroalimentarios, manufactura avanzada, energía e hidrocarburos, así como multidisciplinarios.
Otra forma de fortalecer a los científicos mexicanos es creando relaciones con el resto del mundo, se tiene que entender que la actividad científica es de carácter internacional, de manera que México tiene que participar con los demás países en el desarrollo de los diferentes temas.
Salvar el planeta
Con los problemas ambientales que se están viviendo en México y en el mundo, la implementación de investigaciones científicas se vuelve casi una obligación para todos los gobiernos.
“Tenemos grandes retos, específicamente, los que están ligados con el cambio climático, ya estamos viendo repetidas señales de ello, las inundaciones, incendios, las sequías y las temperaturas altísimas que se han vivido en diferentes partes del mundo” explica Frank.
Por lo que ya es tiempo de que el gobierno mexicano enfrente este problema, que haga lo necesario para intentar detener estas transformaciones que están afectando al país.
“Derivado de ello están también los problemas de salud y de migración que los tenemos ya por razones económicas y por otros motivos pero que están todos ligados unos con otros y no se pueden atacar por separado. Espero que el próximo gobierno vea esto como una oportunidad para reorientar nuestra conciencia”, dice Frank.
Ceballos le pide a los científicos y al Conacyt que salgan de su zona de confort y que empiecen a apoyar porque la ciencia va a dar el marco de referencia para adaptarnos a los grandes cambios que estamos enfrentando, como el cambio climático, la extinción de especies y la contaminación por los plásticos, todo esto que está abrumando a la sociedad y que ponen en peligro la civilización como la conocemos.
Además indica que para el nuevo gobierno uno de sus grandes retos es evitar que siga la destrucción de los ecosistemas. Y añade que debe haber una política de cero deforestación, de cero extinción de especies, una política en donde se prohiba el uso de plásticos de un solo uso como bolsas y contenedores que tanto daño provocan.
Mujeres en la ciencia
El desarrollo científico y tecnológico de la próxima administración quedará en manos de la doctora María Elena ÁlvarezBuylla, quien dirigirá el Conacyt, mientras que la doctora Rosaura Ruiz Gutiérrez estará al frente de la Secretaría de Educación y Ciencia de la Ciudad de México.
La doctora María Elena Álvarez-Buylla será la encargada de dirigir el Conacyt. Ella ha ejercido uno de los liderazgos científicos más destacados en México en las áreas de genética molecular, desarrollo, ecología y evolución de las plantas, que combina con una actividad constante para coadyuvar a la conservación de la diversidad biológica. Mientras que al frente de la Secretaría de Educación y Ciencia de la Ciudad de México estará la doctora Rosaura Ruiz Gutiérrez.
Gerardo Ceballos asegura que la doctora Rosaura es una persona que conoce bastante bien la administración pública.
“En la universidad ha tenido muchos proyectos, es una persona que puede hacer un gran papel por su preparación y su involucramiento, por un lado en educación y por otro en su conocimientos sobre investigación. Su reto consiste en que los programas que hagan sean a través de foros con la gente que conoce del tema”.
Para León Monzón los nombramientos son correctos, y se suma a la idea de que debemos tener un foro consultivo que represente a todo el país.
“En este sentido ha hecho falta representatividad y un plan para dar oportunidades de desarrollo a las diferentes regiones. Aún falta descentralizar la ciencia”, comenta.
“Lo que me toca a mí como la responsable de Ciencia y Tecnología de la Ciudad de México es buscar que todos los científicos de la capital del país colaboren con la secretaría. Me parece importante que los científicos tengamos una oportunidad de mejorar las condiciones de vida de la ciudad en cuanto a salud, al manejo del agua, a la movilidad, hacer una ciudad más sustentable donde haya una renovación de los usos de energía”, indica Ruiz.
Por lo que espera que toda la comunidad científica colaboré para que exista una mejor educación en ciencia.
“Yo los invito a que participen, a que se involucren y que mejoremos esta ciudad entre todos”.
“Para un país de más de 100 millones de personas somos muy pocos científicos, por otro lado, debemos ser críticos de la forma en que hacemos ciencia en México y realmente buscar el impacto científico de las investigaciones. Tener esta meta no es garantía, pero no tenerla es garantía de nunca lograrlo”.