Históricamente México se ha caracterizado por ser un país que le brinda cobijo a miles de migrantes que huyen de sus naciones de origen por motivos políticos, económicos y de seguridad.
Esta constante migración ha ocasionado que la Ciudad de México haya sido declarada como una urbe intercultural, pero ante el constante flujo de nuevas migraciones, principalmente de Centroamérica, Latinoamérica y algunas islas del Caribe, queda la duda de ¿qué tan hospitalarios estamos siendo? Y ¿qué tanto estamos preparados para recibirlos?
Además, especialistas y organizaciones sociales piden a las autoridades de todos los niveles de Gobierno, que además de que la Ciudad de México no desaparezca como urbe intercultural, se replique el modelo en todo el país.
En 2011 el Congreso del entonces Distrito Federal promulgó la Ley de Interculturalidad, Atención a Migrantes y Movilidad Humana con el objetivo de regular la hospitalidad y salvaguardar los derechos derivados del proceso de movilidad humana
A 11 años de distancia el informe “La Ciudad Intercultural: Panorama general sobre el proyecto de hospitalidad en la Ciudad de México”, elaborado por el Conacyt y el Instituto Mora, concluyó que a pesar de que exista una ley al respecto, los gobiernos locales no lo ven como un mandato y mucho menos como un proyecto que sirva para coordinarse con las distintas instancias de la administración pública.
“El trabajo para proyectar y promover a la ciudad de manera internacional, no se acompaña de los esfuerzos que se hacen para considerar la diversidad por inmigración como un potencial importante que le daría enorme prestigio a la Ciudad de México”, señala el estudio.
A pesar de esta situación, la Ciudad de México forma parte de la Red de Ciudades Interculturales elaborada por el Consejo de Europa, e incluso fue declarada Capital Cultural Iberoamericana en 2021.
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Una oportunidad de cambiar vidas
Ana Saiz Valenzuela, directora general de la organización civil Sin Fronteras IAP, comenta que independientemente de las políticas migratorias de un país, lo que se puede hacer en las ciudades sirve para cambiar la vida de las personas.
“Una ciudad intercultural significa que es una ciudad que desde el ámbito público y de políticas públicas busca generar que las personas puedan vivir con dignidad y con bienestar, más allá de las políticas migratorias.
Por ejemplo, explica que en la Ciudad de México —que es la urbe con mayor recepción de personas extranjeras en el país— las personas migrantes y refugiadas son un grupo de atención prioritaria de acuerdo con la Constitución local y la Ley de Interculturalidad.
“También es una ciudad santuario en donde no puede haber policías realizando acciones de control migratorio y las personas tienen garantizado el acceso a hospitales, escuelas, a la justicia, a una vida libre de violencia y al registro civil.
“Esto cambia completamente la experiencia de una personas aunque no tenga papeles, es una buena práctica”, comenta.
Entre los retos que falta enfrentar, la especialista pone en primer lugar la creación de más ciudades interculturales y después insiste en que en la Ciudad de México debe de haber una capacitación permanente para los funcionarios y una policía más intercultural.
“Hace falta, por ejemplo, información para las personas de Haití en su lengua, atender la falta de papeles y regularización de los venezolanos y promover la actualización de la Ley de Interculturalidad que actualmente se encuentra en el Congreso local.
“Ya no nos podemos escudar en que es una nueva crisis o una nueva ola. Esto es una normalidad, así vivimos por el destino geográfico que marca el país. Hay que empezar a tener instituciones fuertes y preparadas para que no se genere una crisis por esta falta de preparación. Los principales encargados son las autoridades”, acusa.
Contra los prejuicios contra comunidades migrantes
Sobre los prejuicios y discriminación que existe en contra de las comunidades migrantes en el país, la especialista opina que con ciudades más interculturales estos temores van a desaparecer.
“Este tipo de políticas ayudan a separar los mitos de las realidades y en cuanto las personas comienzan a apreciar la realidad de que no vienen a quitarles empleos a nadie, no vienen a alterar el ritmo de una ciudad, sino al contrario, pueden traer dinamismo económico, dinamismo cultural y vienen a traer también diversidad.
“No podemos caer en estereotipos o prejuicios que luego nos hacen maltratar a las personas y evitar su acceso a derechos. Este tipo de políticas de interculturalidad permiten generar espacios libres de discriminación para que las personas tengan vidas plenas y felices”, agrega.
Finalmente, la especialista dice que además de la actualización de la Ley de Interculturalidad que se encuentra en comisiones del Congreso de la capital del país, hace falta impulsar una nueva evaluación por parte del Consejo de Europa para conocer los avances y retos.
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