Por la verdad, la justicia y la reparación de daños

Por haber intentado desvelar los asesinatos y desaparecidos del franquismo, como una acción a favor de la justicia universal, lo inhabilitaron como juez.

En una afrenta moral, desde la presidenta argentina Cristina Fernández de Kirchner, líderes de diversas organiaciones, actrices como Pilar Bardem, Marisa Paredes y Lola Herrera y los mismos diarios The New York Times y The Guardian, han defendido y se han proclamado a favor del juez Baltasar Garzón.

Cristina López Santillán Cristina López Santillán Publicado el
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Baltasar Garzón está de visita en México para inaugurar una fundación internacional privada de carácter social, sin ánimo de lucro
"Los políticos y los líderes políticos no pueden ser insensibles a la sociedad diciendo ‘ya me votaron y ejerzo como siempre el poder’”
Baltasar GarzónJurista español
"No estoy de acuerdo con que las fuerzas armadas abandonen sus cuarteles y pasen a combatir el crimen organizado”

Por haber intentado desvelar los asesinatos y desaparecidos del franquismo, como una acción a favor de la justicia universal, lo inhabilitaron como juez.

En una afrenta moral, desde la presidenta argentina Cristina Fernández de Kirchner, líderes de diversas organiaciones, actrices como Pilar Bardem, Marisa Paredes y Lola Herrera y los mismos diarios The New York Times y The Guardian, han defendido y se han proclamado a favor del juez Baltasar Garzón.

En su convicción por velar siempre por la verdad, la justicia y la reparación de daños a las víctimas, una vez más el juez Garzón se hace presente, ahora también en México.

El pasado lunes 22 de octubre se constituyó en México la Fundación Internacional Baltasar Garzón (FIBGAR). Se trata de una Fundación privada de carácter social, sin ánimo de lucro, constituida en defensa de los Derechos Humanos y la Jurisdicción Universal.

El gobernador Graco Ramírez, del estado de Morelos, fue el primero que firmó dicha iniciativa junto con el juez Baltazar Garzón.

La Fundación contará con la participación de Antonio Navalón y Samuel Schmidt Nadvedovich, en lo que respecta al capítulo mexicano.

Reporte Indigo entrevistó al antiguo magistrado de la Audiencia Nacional y actual asesor del Tribunal Penal Internacional de La Haya acerca de la Fundación y la situación –que en materia de legalidad y justicia- atraviesa el país.

> En un país como México, con 70 mil muertos oficiales, con una corrupción  abrumadora, ¿es posible la Fundación Internacional Baltasar Garzón?

La Fundación nació con una vocación de aproximarse a una serie de problemas que afectan a nuesta sociedad y que de alguna forma sigue la trayectoria de su fundador.

La lucha contra la corrupción, contra el crimen organizado, en pro de la jurisdicción universal en defensa de las víctimas, de los pueblos oprimidos (…) ayuda siempre a la educación, al desarrollo.

Esa es la idea de la fundación. Por lo tanto, donde tiene sentido como en ningún otro lugar es en aquellos (países) que -como México- padecen problemas graves de inseguridad, de efectos del crimen organizado, el narcotráfico -que también es otro de los objetivos, la lucha contra el mismo- y de la corrupción.

> Termina su mandato Calderón, a quien se le ha achacado el tema de la violencia, de los desaparecidos, de los muertos como víctimas colaterales, de los muertos también en la parte de la lucha contra el narcotráfico.  

¿Cuál es la responsabilidad que ahorita tiene Calderón, y cómo es la responsabilidad que empieza a tener Peña Nieto como nuevo presidente?

Las responsabilidades nunca son exclusivas, sino compartidas. (…) El tema es que nos encontramos en una situación histórica muy compleja pero a la vez única. En Mexico ha acabado un sexenio, comienza otro, se ha producido a lo largo de este sexenio una situación inverosímil con decenas y decenas de miles de víctimas, de desaparecidos y una percepción social de hastío, de incapacidad para afrontar este fenómeno desde las distintas estructuras sociales, sean empresariales, de trabajadores, de defensores de derechos humanos, asociaciones de víctimas, sociedad en general. Y comienza otro que tiene el gran desafío de cambiar las líneas, los paradigmas para combatir ese fenómeno criminal.

Y ahí yo creo que es necesario que las fuerzas se aglutinen, se unan, coadyuven a la gran empresa que le corresponde al presidente por encima del partido político al que pertenezca.

Yo estoy convencido de que solo con un esfuerzo común, coordinado, compacto, con una visión de Estado -entendiendo por Estado no solo las instituciones federales sino todos y cada uno de los Estados de los Estados Unidos Mexicanos- se puede abordar con éxito esta solución o esta gran acción de envergadura para combatir el crimen organizado.

Y hay otro fenómeno (…) la corrupción no puede ser una bandera de un solo grupo político o de varios sino una bandera conjunta. (…) El combate tiene que ser así mismo uniforme, coordinado e integral.

Si no entendemos esto así, la cosa la va a tener muy mal el presidente. Pero la responsabilidad no va a ser solo suya, la responsabilidad puede ser de todos aquellos que no coadyuven a esa solución.

> Se tienen casos de desaparecidos, de torturados en los cuales se tiene la noción de que participa gente en cargos militares que están presididos y van dirigidos por el Ejecutivo. ¿Cómo se logra empezar ese cambio no solo de percepción sino realmente generar leyes que vayan en contra de estas acciones?

La cuestión de cuál deba de ser el rol de las fuerzas armadas en el combate del crimen en forma masiva como se ha sufrido y se está sufriendo en México no es uniforme, es decir, no todos están de acuerdo. No estoy de acuerdo con que las fuerzas armadas abandonen sus cuarteles y pasen a combatir el crimen organizado porque nunca han estado preparadas para esa finalidad y su mentalidad tendría que cambiar mucho para que realmente sean efectivas (…).

Yo creo que las fuerzas armadas en un país son el último recurso de confianza y credibilidad de los ciudadanos. Es aquella que nos salva de esas agresiones externas o que participa en labores humanitarias o que ante desastres naturales están ahí.

Para investigaciones delictivas hay otros cuerpos que son los que hay que potenciar, que son los que hay que modificar. Hay que generar una policía nacional realmente como tal, como fuerza civil. Y por lo tanto ir contrarrestando ese papel, ese rol primigenio que le han otorgado a las fuerzas armadas y que no deberían de tener.

En cuanto a la responsabilidad, cada uno tendría la suya. La obligación de los jueces es investigar cuál es esa responsabilidad. Y la de los fiscales es de hacer una procuraduría y establecer las responsabilidades. Y quien ha quebrantado la ley debería responder ante la misma bajo el principio de igualdad.

> ¿Qué ofrece la Fundación?

La Fundación Internacional Baltasar Garzón lo que aporta es una experiencia. (…) Vamos a colaborar, apoyar esa experiencia personal, esa experiencia desarrollada en otros países, esa experiencia relacionada con los ámbitos de la protección de las víctimas en países como España, como Colombia, en donde son tan afectados, donde hay millones de desplazados y miles y miles de víctimas como consecuencia de la violencia a los largo de décadas.

Queremos generar un modelo que profundice en el fenómeno de las víctimas, que determine la protección integral de las mismas, que establezca esa interconexión entre las instrucciones y la sociedad civil, que las instituciones no vivan de espaldas a la sociedad, que rindan cuentas a ese comité consultivo y que se desarrolle una actividad conjunta de corresponsabilidad frente a quienes transgreden los límites del estado de derecho y lo quebrantan.

Y todo con una clara vocación de obtener la verdad, la justicia y la reparación. Pero una reparación integral y sostenible, no solamente económica, sino moral, colectiva, en el sentido de utilizar todos los mecanismos.

> ¿En el caso de México, cual es la problemática más grave?

Yo creo que por una parte es la falta de credibilidad en las instituciones por parte de los ciudadanos. (Todos) desconfían de las instituciones que les deben de proteger. Falta esa confianza, esa credibilidad en que cuando tu te enfrentas o observas o pides algo a una autoridad te la va a conceder sin exigir nada a cambio y sin que haya nada sucio de por medio.

Y está también el fenómeno de la corrupción. Que algunos dicen que tenemos que asumir -como un mal menor- cierta dosis de corrupción.  Sin embargo yo creo que hay que establecer mecanismos dentro de la propia administración y de las instituciones que desarrollen toda una serie de actividades con participación ciudadana para identificar los comportamientos y perseguirlos, sancionarlos y -en su caso- penalmente la procuraduría que los persiga.

> ¿Cómo debería ser la participación de la sociedad y cómo se logra que a pesar de esa desconfianza en las instituciones comiencen a participar?

BG: Hay que diseñar nuevas formas de participación ciudadana en la política. No puede ser algo pasajero lo que sucedió con las últimas elecciones, con movimientos de universitarios y de ciudadanos como el #YoSoy132 o como ha ocurrido en otros países. Los políticos y los líderes políticos no pueden ser insensibles a la sociedad diciendo ‘ya me votaron y ejerzo como siempre el poder’.

Ese es un grave problema y puede suponer una separación en la credibilidad por parte de los ciudadanos y ciudadanas en esas instituciones. Esa es la gravísima responsabilidad que les compete hoy a los políticos en este tiempo, en este lugar -y no solo en México, sino en otros países- y decir ‘los tiempos van cambiando”.

> ¿Si tuviera la oportunidad de asesorar al próximo gobierno, al gobierno Peñista, ¿por dónde deberían de empezar?

(…) Lo que tiene que hacer el gobierno es ser honesto, ser claro en sus planteamientos, no mentir a la gente y decir la verdad de cómo está la situación y avanzar y comenzar a trabajar con la sociedad, no de espaldas a la sociedad.

Van a venir momentos difíciles. No se le puede exigir a un gobierno que en 15 días dé resultados, pero desde luego debe de cambiar el paradigma del ejercicio del poder y debe de hacerse mucho más próximo a los ciudadanos.

Que los ciudadanos perciban que las promesas que hicieron de que el cambio se iba a producir sean reales.  Yo estoy convencido de que si se actúa de cerca al pueblo y con una clara vocación de verdad y de participación todos nos vamos a implicar más. 

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