Política exterior, del fracaso al enigma

“Un país que no tiene su casa en orden no puede aspirar a tener una voz legítima más allá de sus fronteras”. Palabras de Peña Nieto en un diario colombiano. De ellas deducimos que todavía habrá que esperar un buen rato antes de que su gobierno asuma un papel protagónico en el exterior.

Porque la casa que recibe está todo, menos en orden.

Pero como México es un país de inviolables tradiciones, éstas se respetan aunque sean costosas y no tengan impacto más allá de lo formal.

María Lourdes Pallais María Lourdes Pallais Publicado el
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Guste o no, Naranjo asesorará a Peña Nieto desde el palco del Tec de Monterrey, donde fue contratado como director del Instituto Latinoamericano de Ciudadanía
México es un país de inviolables tradiciones, éstas se respetan aunque sean costosas y no tengan impacto más allá de lo formal
“Un país que no tiene su casa en orden no puede aspirar a tener una voz legítima más allá de sus fronteras"
Enrique Peña NietoPresidente electo de México

“Un país que no tiene su casa en orden no puede aspirar a tener una voz legítima más allá de sus fronteras”. Palabras de Peña Nieto en un diario colombiano. De ellas deducimos que todavía habrá que esperar un buen rato antes de que su gobierno asuma un papel protagónico en el exterior.

Porque la casa que recibe está todo, menos en orden.

Pero como México es un país de inviolables tradiciones, éstas se respetan aunque sean costosas y no tengan impacto más allá de lo formal.

Nos referimos a las giras del jefe de Estado en esta etapa política bipolar, en donde mientras el todavía mandatario dice adiós a su cargo con sendos viajes al extranjero, el electo presenta sus “credenciales”, también en el exterior.

En ese contexto, en lo que ha sido una tersa transición presidencial, Enrique Peña Nieto acaba de concluir su primer intento de hacer un control de daños de la imagen de México en el mundo. Lo hizo en América Latina.

En un escenario nacional con incremento en los secuestros, la extorsión, los asaltos y robos; las violaciones a los derechos humanos y la nula presencia de México en el mundo (salvo por noticias del narco y la violencia), en su primer viaje al extranjero como presidente electo habló de libre comercio, generación de empleos, política exterior como “motor de desarrollo” y la “modernización” de Pemex.

Si bien la retórica con que sus asesores lo armaron tuvo un efecto mediático, el viaje de Peña Nieto a Guatemala, Colombia, Brasil, Chile y Perú fue tan protocolario como el de Calderón en octubre del 2006 a la misma zona. Con la única diferencia que el presidente saliente no metió la pata diplomática hace seis años con sus colegas de América Central.

Primeras señales fallidas

Aunque exista una orden de silencio mediático para el equipo de Peña Nieto, los que lo conocen aseguran que Emilio Lozoya, coordinador de Vinculación Internacional, es un joven talentoso con excelentes contactos en el mundo empresarial.

Pero parecería que de diplomacia conoce poco.

Sólo así se explica la falta de tacto de su jefe en la primera escala de su gira inaugural. El nicaragüense Daniel Ortega y el salvadoreño Mauricio Funes adujeron problemas de agenda para no asistir a la gira que el presidente electo inició ayer en Guatemala, a la que convocó EPN a todos los presidentes del istmo. Solamente se reunió con Otto Pérez Molina.

Y es que el priista de nuevo cuño cometió un error de principiante, uno que nos hace pensar que no sólo no ha leído la Biblia de cabo a rabo, sino que tampoco conoce las reglas diplomáticas del buen vecino.

Además de informarle sobre las grillas entre los presidentes que se disputan el liderazgo del istmo, Peña Nieto necesita que Lozoya le explique que, en la región que algunos conocen como “el patio trasero” de México, también hay protocolos, y dignidad, por supuesto. 

Lo hizo Funes en velado lenguaje diplomático. Se disculpó de asistir a la convocatoria porque tenía otros “compromisos programados” de manera previa. 

Y agregó que la cita debe hacerse a través de la presidencia del Sistema de la Integración Centroamericana (Sica), que este semestre tiene Nicaragua.

“Para reunirnos con los presidentes en cualquier país de Centroamérica (…) había que hacerlo a través de la presidencia pro témpore del SICA, que en estos momentos está depositada en el presidente Daniel Ortega”.

¿Sabrá Peña Nieto que Ortega fue uno de los primeros mandatarios que le enviaron una carta el mismo 2 de julio felicitándolo por su victoria e ignorando que aún no era oficialmente presidente electo? Quid pro quo.

¿Habrán omitido informarle al Señor Presidente Electo de los Estados Unidos Mexicanos que Funes y Ortega son aliados?

¿Sabe que la violencia del narco es uno de los principales factores de desestabilización en la región? ¿Conocerá las violaciones a derechos humanos de centroamericanos por parte de policías mexicanos y agentes de migración? 

Y es que está bien aceitar la relación de México con Chile, Argentina, Perú y Brasil (Colombia es caso aparte). Pero hubiera sido óptimo priorizar la agenda bilateral con Centroamérica, que incluye temas medulares como el combate al narcotráfico (léase camionetas con 9 millones de dólares y logotipo de Televisa en Nicaragua), así como el intercambio comercial y cultural.

Y Cuba, ¿para cuándo? 

Aunque el PRI de Peña Nieto desarrolló estrechos vínculos con la isla caribeña y otros gobiernos izquierdistas en las décadas de los 70s y 80s, ni Cuba ni ningún otro país del bloque izquierdista ALBA, encabezado por Venezuela, fue incluido en el primer viaje del presidente electo.

¿Será una primera señal de distanciamiento pragmático de Peña Nieto a todo lo que huele a izquierda?

Con amigos distantes

En un rápido recorrido señalamos los intentos de Peña Nieto de reacomodar la imagen de México durante su gira por América Latina. El balance es mixto.

Aunque queda claro que de estos viajes no se esperan grandes anuncios, los resultados inmediatos disponibles no registraron importantes señales de aires nuevos. 

En Argentina, por ejemplo, Peña Nieto no parece haber limado asperezas con Cristina Kirchner, quien hace poco ordenó suspender de manera unilateral y por un periodo de tres años, un acuerdo automotriz con México.

Y es que la desarticulada guerra contra el narco no fue la única herencia de Calderón. El pasado abril, el todavía jefe de Estado mexicano despotricó contra Fernández, por la expropiación de YPF a la petrolera Repsol.

No en balde fue breve el encuentro de EPN con Cristina, a pesar de que fue en Argentina en donde duró más tiempo la visita.

La gira a Brasil fue un poco más lograda, al menos en los discursos. Pidió asesoría a la presidenta Dilma Rousseff para modernizar a Pemex retomando el modelo de la paraestatal petrolera Petrobras. Quiere que Pemex sea “palanca” del desarrollo económico e impulse la inversión productiva y la generación de empleos.

En Sao Paulo se reunió con empresarios antes quienes habló de fortalecer lazos comerciales y se comprometió a ser “un promotor constante de la integración comercial” entre México y el gigante del Sur.

Al presidente Sebastián Piñera en Chile le pidió apoyo en temas sociales, que no es precisamente el fuerte de ese gobierno sudamericano.

En Perú, su última escala antes de regresar a México, no le fue tan mal. Habló de impulsar la Alianza del Pacífico y trabajar con el país andino en la lucha contra el crimen organizado.

Seguridad, regalo maldito de Calderón

Colombia es caldo aparte. Ahí el tema seguridad salta como la gran prioridad, regalo maldito de su predecesor.

En su artículo publicado en el diario bogotano El Tiempo, Peña manifestó su negativa a negociar con el crimen organizado.

“Contra ese cáncer que siembra el miedo y la violencia en nuestros países, no se puede tener pacto ni tregua; y para confrontarlo eficazmente es esencial una cooperación estrecha y una coordinación a nivel regional”, señaló en su artículo”Latinoamérica, una tarea pendiente para México”.

Y es que Peña Nieto escogió al general colombiano Óscar Naranjo como su zar antidrogas, polémico militar quien, según varios analistas, pactó con grupos criminales para combatir la violencia del narco en su país.

La llegada del General Naranjo a México es una mala noticia para un grupo de padres de familia cuyos hijos murieron en el bombardeo del gobierno colombiano en 2008 en Sucumbíos, Ecuador.

Para ellos, Naranjo es “un operador de la CIA, de la DEA” con una “negra historia”. Pero para otros, es el mejor policía del mundo.  

Guste o no, Naranjo asesorará a Peña Nieto desde el palco del Tec de Monterrey, donde fue contratado como director del Instituto Latinoamericano de Ciudadanía creado para promover “valores democráticos, asegurar la gobernanza, rescatar la cultura de la legalidad” y otros etcéteras.

Y Peña quiere que le resuelva el tema del narcotráfico, como sea, pero que lo resuelva. Que no se multipliquen los muertos y se deje de hablar de lo que hoy es el único sello distintivo de México en el extranjero.

El nuevo plan incluye una estrategia distinta a la de Calderón, que consiste en restarle “capacidad sicarial” a los cárteles del país. Habrá que ver cómo la operará. 

EPN ¿más pragmático que priista?

El modelo por excelencia de los llamados “mirreyes” se ha blindado con asesores de colmillos largos dentro de su partido. Se habla de Carlos Salinas de Gortari como la mano que mece la cuna y de Pedro Aspe, el gran operador.

Y es muy probable que busque a un pragmático con buenos contactos en el mundo empresarial, más que un ideólogo, como secretario de Relaciones Exteriores.

Entre los nombres que circulan están José Ángel Gurría, actual director de la Organización de Cooperación Económica y Desarrollo, con sede en París, el club de los países más ricos del mundo; el ex ministro de Hacienda Pedro Aspe; el Coordinador de Vinculación internacional de su equipo de transición Emilio Lozoya; y el ex embajador mexicano en Washington, Jorge Montaño.

Pero para obtener luz verde necesitará la bendición del Senado, donde está estratégicamente ubicado Emilio Gamboa Patrón, quien estuvo al lado de Salinas de Gortari en la reciente boda de su hijo Juan Cristóbal Salinas Occelli.

En declaraciones a un medio extranjero sobre los principios que regirán su política exterior, Peña Nieto habló de la “no intervención” en los asuntos internos de otros países –desgastado estribillo del antiguo PRI- pero no mencionó la defensa de los derechos humanos. Posiblemente se le olvidó. 

Hace un par de días se anunció que su próxima gira internacional será en octubre y a Europa. La visita a Estados Unidos la hará sin duda cuando Obama o Romney se lo ordene…

— Rosario Green: ‘Que regrese la Comisión Binacional México-EU’

Cuando Calderón llegó a Mérida con la mano extendida: “ahí se pierde todo: autoridad, respeto, independencia vis a vis Estados Unidos”, en opinión de Rosario Green, una veterana analista en política internacional.

“Hubo una subordinación a los intereses de Estados Unidos y una falta de coraje para defender algunos puntos como las operaciones encubiertas, los casos de lavado de dinero, la matanza en Cuernavaca, la Operación Rápido y Furioso”.

Para la ex canciller priista, “a partir de un tono de mayor energía”, Peña Nieto deberá resolver los temas de una agenda binacional que quedaron fuera con el panismo. Porque entre Estados Unidos y México hay mucho más que seguridad, que ha sido el tema central de la relación bilateral durante 12 años.

“Hay que sentarse a hablar con Estados unidos desde una posición de fortaleza y el compromiso no es la Iniciativa Mérida. La cooperación debe incluir a América Central. Todos pondríamos algo. Para que no nos vean como mendigos”.

Para la ex canciller priista, la cooperación internacional es el tema del siglo 21. En ese sentido, se debe “abrir el abanico de la agenda entre Estados Unidos y México” con “confianza, compromiso y corresponsabilidad”.

Así piensa Rosario Green, quien no esconde que le agradaría regresar a terminar “una tarea inconclusa” como canciller. Lo primero que haría sería restablecer el mecanismo de la Comisión Binacional que reunía a todo el gabinete mexicano con el estadounidense una vez al año para ver todos los aspectos de la agenda binacional.

A Peña Nieto le aconsejaría ir a Canadá primero, después Estados Unidos (antes de su toma de posesión) y en tercer lugar, a Cuba, porque la isla “va a cambiar”. Y Green está convencida que México “tiene que estar en el principio” de esa transformación”.

— Sergio Aguayo: ‘México ya no representa nada’

Enrique Peña Nieto va a gobernar un México con “una crisis sistemática de la democracia”, con partes del país en guerra y sin una relación “monotemática” con Estados Unidos.

Así opina el académico Sergio Aguayo, quien dedica parte de su tiempo a estudiar las relaciones entre México y el mundo.

En política internacional, ya no se hablará solo del vecino distante, de la frontera norte y el Tratado de Libre Comercio con América del Norte, estima el analista.

México “está en el centro de un ciclo permanente por el cual del sur vienen drogas y personas, que (lo) atraviesan para ir a Estados Unidos. Y del norte vienen dinero y armas que alimentan este ciclo entre legal e ilegal”.

“Ya no podemos ignorar lo que pasa en Centroamérica, en Colombia. En temas de inteligencia contra el crimen organizado Colombia es tan importante como Estados Unidos”.

“Veremos forcejeos sobre todos los temas. El factor externo influirá de diferentes maneras. Llegaron los españoles a nuestro país. La relación con EU ya no es la principal”, aunque siga siendo el principal socio comercial.

Hay una nueva realidad, cruel pero innegable. Además de que EPN llega con un alto déficit de credibilidad frente a la comunidad internacional: “nadie necesita a México y ahora no representa a nadie”.

“Ahora no hay ni enchilada, ni a la mitad ni entera”, en alusión a una frase que acuñó el canciller Jorge Castañeda en el sexenio de Vicente Fox.

La contratación de general Naranjo, aunque haya sido bajo el paraguas del Tec de Monterrey, es un “símbolo de los tiempos”. Y es que “ya no hay simulaciones. Se tiene una relación abierta con un militar colombiano y se tienen relaciones con las fuerzas armadas con los servicios de inteligencia con Estados Unidos, Colombia y otros países” sin mayores dramas.

Y el nacionalismo, ¿dónde quedó?

“Siempre fue un mito. Desde que existen las encuestas de opinión después de la Segunda Guerra Mundial, siempre ha habido una tercera parte profundamente anti estadounidense, una tercera parte a favor, y la otra oscila dependiendo del tema y del momento”.

Y agrega:

“Lo que sí teníamos era que la ideología oficial manipulaba el nacionalismo para tener cerrado al país pero eso se acabó (…) Actualmente todo tipo de grupos tienen su agenda y eso irrita y desconcierta al gobierno que ya perdió el monopolio  sobre los temas que se discuten fuera de México.”

— Rubén Aguilar: ‘Fox no debe ser un diplomático’

Para Rubén Aguilar, ex vocero de Vicente Fox, lo urgente en política exterior es “avanzar en un proceso de integración con Estados Unidos y Canadá”.

Se trata de “otro nivel” del Tratado de Libre Comercio con América del Norte.

Con América Latina, Aguilar recomienda un intercambio de orden cultural (la industria editorial, el cine, el espectáculo), no desde una “hegemonía política”.

“Esos son los nuevos temas: todas las universidades americanas deberían de tener sede en México. Debería haber acuerdos para que Harvard tenga sede en México. O Yale en Puebla. Así me imagino la realidad de esa nueva relación”.

Y es que, opina Aguilar Valenzuela, “no ha lugar la vieja política exterior mexicana. Que tuvo su momento, fue muy relevante, pero ya no tiene caso”. 

¿Ve a Fox como representante diplomático de México en la Unión Europea por ejemplo?

“No veo a Fox en ningún cargo público ni creo que lo esté buscando. El peso específico de la opinión de Fox en ciertos sectores de la opinión pública internacional sigue pesando mucho. No cumple con el perfil que debería tener un diplomático para llevar estas funciones. Es un hombre inspirador. Un fantástico asesor en política exterior”.

En opinión de Aguilar, la mancuerna Fox-Castañeda no funcionó por la llegada del 11 de septiembre, que cerró a Estados Unidos: “Canceló la posibilidad de cualquier acción novedosa en política exterior. Jorge lo entendió muy bien, por eso se fue, porque no había nada que hacer”.

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