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Plan Colombia ¿la pieza que necesitamos?

Hace tres meses, el 14 de junio, el candidato priista Enrique Peña Nieto anunció que de llegar a la presidencia, al general colombiano Óscar Adolfo Naranjo Trujillo sería su principal asesor en materia de seguridad pública.

Hoy ya como presidente electo, Peña Nieto se encuentra en Colombia. Es la segunda parada de su gira internacional por Latinoamérica y tiene mensaje.

Su encuentro con el presidente colombiano Juan Manuel Santos,  asomó la prioridad de intercambiar experiencias en la lucha contra el narcotráfico y las organizaciones criminales.

Naranjo se tendrá que mexicanizar, pues México no se puede colombianizar
Hay quienes prevén un rechazo pasivo al general colombiano por parte de las fuerzas armadas mexicanas
“Ahora dimensionemos que se trata de una asesoría, pero no de mando directo. Habría que ver si la implementación de sus ideas no se complica o se queda en el papel”
Alfredo Paredes ZamoraDirector general de Capitol Consulting & Communications
“Por ejemplo, algunos mandos militares podrían sentirse desplazados o despreciados incluso”
“Pueden ser muchos los mensajes, algunos contradictorios. Sin duda la reacción de algunos mandos no será positiva, aunque exista institucionalidad en el manifiesto”.

Hace tres meses, el 14 de junio, el candidato priista Enrique Peña Nieto anunció que de llegar a la presidencia, al general colombiano Óscar Adolfo Naranjo Trujillo sería su principal asesor en materia de seguridad pública.

Hoy ya como presidente electo, Peña Nieto se encuentra en Colombia. Es la segunda parada de su gira internacional por Latinoamérica y tiene mensaje.

Su encuentro con el presidente colombiano Juan Manuel Santos,  asomó la prioridad de intercambiar experiencias en la lucha contra el narcotráfico y las organizaciones criminales.

Ahí el futuro presidente de México hizo referencia al general Naranjo y dijo que la lucha contra las drogas del gobierno colombiano es un “referente importante” . Y reconoció que por ello invitó como asesor externo en seguridad al ex jefe de la Policía Nacional de Colombia.

Los días pasan y la realidad confirma el papel protagónico que tendrá el general Naranjo en el combate contra las bandas criminales en México. 

El militar colombiano será presentado este viernes por el Tecnológico de Monterrey como director del nuevo Instituto Latinoamericano de Ciudadanía, en su sede en Campus Santa Fe.

Además trascendió que unos 15 presidentes municipales electos de Nuevo León –un estado abatido por el crimen organizado- visitarán Medellín en las próximas semanas para conocer el modelo de combate al narcotráfico que tienen en metrópoli.

La convocatoria para la visita se hace también bajo el impulso del Tecnológico de Monterrey y de su presidente del consejo, José Antonio Fernández.

Bajo este esquema de asesoría desde una posición académica, el policía colombiano no formará parte de la estructura formal del aparato de seguridad nacional mexicano. 

Mucho menos del consejo de seguridad nacional, en donde radica la élite militar, policial y de inteligencia. Sin embargo estará en el círculo cercano del presidente donde se tomarán las decisiones que atañen a la seguridad nacional.

Hay quienes piensan que aunque la idea es excelente, las diferencias entre las realidades mexicana y colombiana podría generar problema de implementación. Analicemos.

Intranquilidad verde olivo

No es para menos afirmar que el cambio de trinchera desde la que participará el que fuera considerado el mejor policía del mundo, tiene una explicación.

En junio Alfredo Paredes Zamora, director general de Capitol Consulting & Communications, anticipó en entrevista para Reporte Indigo las posibles implicaciones que podría tener el súbito nombramiento.

“Pueden ser muchos los mensajes, algunos contradictorios. Sin duda la reacción de algunos mandos no será positiva, aunque exista institucionalidad en el manifiesto”.

“Por ejemplo, algunos mandos militares podrían sentirse desplazados o despreciados incluso”, dijo Paredes Zamora.

“Segundo la sospecha de que no se puede confiar en algunos de ellos”. 

“Y tercero que a pesar de la circunstancia tan difícil, en nuestro país no se desarrollaron mandos con las capacidades y recursos para combatir a la delincuencia organizada”.

“Ahora dimensionemos que se trata de una asesoría, pero no de mando directo. Habría que ver si la implementación de sus ideas no se complica o se queda en el papel”.

Y es que haber expuesto innecesariamente a un asesor en un tema que debe ser particularmente discreto, generó escepticismo tanto en la élite del aparato de seguridad como en la opinión pública. 

Dicha reacción se escuchó fuerte y claro en los corredores de todas las dependencias de seguridad casi de inmediato.

Los generales protestaron y los almirantes también, incluso aquellos mandos civiles de la policía e inteligencia que acataron la noticia con cierto escepticismo.

En el Congreso no fue la excepción, desde la legislatura pasada con la “Ley de Seguridad Nacional” en la congeladora. Reforma que no lograron aprobar ante las exigencias de los mandos militares y la poca maniobra de los partidos políticos en tiempos electorales.

Y la presente legislatura recibió el mensaje, sobre todo aunado a dos factores primordiales. 

Primero, la designación del nuevo secretario de la Defensa y secretario de la Marina, y segundo las dudas del aparato de seguridad nacional sobre el papel que -de facto- jugara Óscar Naranjo en la administración entrante.

Hay quienes prevén un rechazo pasivo al general colombiano por parte de las fuerzas armadas mexicanas. Un rechazo no abierto, pero que solo permitiría remotos espacios para su participación.

Otros personajes de la seguridad nacional, como Jorge Carillo Olea, ex director fundador del CISEN, no se lo imaginan ni siquiera entrando a las instalaciones de la secretaría de la Defensa.

¿Diagnóstico equivocado?

En los días inmediatos al 16 de septiembre, fecha en que el las fuerzas armadas demuestran su capacidad y se habla de ellos como redentores de la patria, el presidente electo inicia una gira internacional.

En ella, específicamente en Colombia, Peña Nieto alude y destaca la asesoría del general Naranjo. El hecho es considerado el segundo desatino en lo que se refiere a la mención del asesor colombiano. 

Sobre todo cuando la gira busca presentar al presidente electo en un escenario internacional, abordando temas de política exterior, sin hacer referencias personales. 

Y además se retoma la duda sobre el próximo secretario de la Defensa. 

Naranjo se tendrá que mexicanizar, pues México no se puede colombianizar.

El debate sobre la lucha contra el narcotráfico ha sido largo y se han escrito miles de páginas al respecto. 

Pero lo que está sobre el escritorio del próximo presidente es el temor de que el caso mexicano se colombianice. 

Y es que las voces de los expertos en seguridad, intelectuales y analistas insisten en una clara minuta. El caso colombiano es completamente diferente al caso mexicano.

La situación de inseguridad en Colombia, del narcotráfico en especifico se trató de un problema de seguridad pública que evolucionó y se convirtió en una narco-insurgencia.

México cuenta con al menos cinco factores que complican el escenario.

El primero es la demografía. Colombia tiene aproximadamente la mitad de la población de México y las principales ciudades son cercanas a las costas.

El segundo la geografía. Aquí también somos diferentes. México tiene más del doble de extensión territorial y comparte una frontera de más de 3 mil kilómetros con Estados Unidos.

El tercero es una red globalizada de organizaciones criminales cuyas actividades abarcan un espectro multidimensional. 

Se trata de un ente criminal con estructuras, planes de negocio, logística, inteligencia, conexiones, relaciones públicas, finanzas, servicios, cabildeo y negocios colaterales. 

Los capos en México no solo se dedican a la producción de drogas, sino a la comercialización internacional, que los convierte en una empresa sumamente rentable. 

Son jefes del crimen organizado que están inmersos en actividades como el trafico de armas, trata de personas, robo, extorsión, secuestros, piratería, contrabando etc.

Perfectamente consolidados en las redes internacionales del crimen organizado.

La cuarta variable diferenciadora es la focalización de los grupos del narcotráfico y la pugna entre cárteles que general una violencia desbordante. 

Aunque no es para menos, uno de los grandes logros del general Naranjo fue el abatimiento del célebre capo colombiano Pablo Escobar. 

Un personaje que se encontraba ubicado en una delimitación geográfica mas o menos precisa, entre Cali o Medellín y que incluso alcanzó un escaño político como diputado federal.

En México son al menos 15 capos los principales, de los cuales al menos siete están en constante movimiento, entrando y saliendo del país. Eso, de acuerdo a los analistas de inteligencia, complica considerablemente la “cacería humana”.

Y quinta variable: el Plan Colombia sentó base en tres factores que fueron determinantes para lograr objetivos concisos. 

Las fuerzas armadas libraron una batalla más clara. Su capacidad operativa fue eficiente. Las operaciones se centraron en objetivos duros. Las guerrillas, por ejemplo.

Mientras que la Policía Nacional de Colombia combate a las células del narcotráfico, que cuentan con una capacidad de fuego considerablemente menor en comparación al narco en México.

El Plan Colombia durante años afrontó los problemas sociales y económicos, sin quitar el dedo del renglón en el frente armado.

Y al final se tendría que reconocer que la experiencia colombiana no es un caso de éxito perfecto. Abundan las inconsistencias y aunque en menor escala, el problema persiste.

Por eso los analistas en seguridad advierten que México no puede pretender fijarse como meta central el imitar el Plan Colombia. La complejidad del problema va más allá de importar modelos que siendo aptos para un entorno, podrían fracasar en otro.

COPIAR NO BASTA

Si Peña Nieto hace solo un ‘copy paste’ del caso colombiano, se concretará un fracaso trasnacional, advierte Edgardo Buscaglia

Por Adriana Amezcua

“Contra ese cáncer que siembra el miedo y la violencia en nuestros países no se puede tener pacto ni tregua; y para confrontarlo eficazmente es esencial una cooperación estrecha y una coordinación a nivel regional”.

El mensaje anterior es de Enrique Peña Nieto, presidente electo de México. Lo suscribió este martes en un editorial publicada en el diaro El Tiempo de Colombia. Ahí reconoció que el crimen organizado y el narcotráfico constituyen “un flagelo cuyos tentáculos han comenzado a expandirse por todo el continente”.

En el marco de su gira por Latinoamérica, el priista sostuvo una reunión oficial con el presidente Juan Manuel Santos. Más allá del fortalecimiento de la agenda bilateral y de la relación comercial entre estos países latinoamericanos, el tema relativo al combate al narco constituyó un eje central del encuentro Peña-Santos.

“Debemos buscar maneras de compartir experiencias y construir frentes comunes. En este sentido, Colombia representa un ejemplo exitoso de lucha contra la violencia y la criminalidad organizada bajo el marco de la institucionalidad y la democracia”, destacó Peña Nieto. 

Para Edgardo Buscaglia, presidente del Instituto de Acción Ciudadana para la Justicia y la Democracia, las declaraciones del Presidente electo son “simbólicas, obvias y poéticas”. 

Las mismas no van más allá del simbolismo regional de la cooperación que ya ha sido repetido por el presidente Felipe Calderón desde hace años, por lo que no encuentra nuevo en lo dicho ayer por Peña Nieto.

Si el presidente electo, sostiene Buscaglia, “tiene la mínima esperanza de realizar un copy paste de lo que hizo Colombia, va a ser un fracaso trasnacional otra vez”. Incluso podría supercar el fracaso nacional del Presidente panista.

En Bogotá, Peña Nieto elogió la estrategia que ha seguido la nación sudamericana para reducir los índices de inseguridad interna. Más aún, indicó que el caso colombiano será referente a seguir por su gobierno para disminuir la violencia que impera en nuestro país, “un tema sensible” para la gente.

Ante un nutrido grupo de empresarios, el ex gobernador mexiquense dijo que Colombia ha logrado consolidar sus instituciones, ampliar la capacidad de fuerza de la policía y encaminar los esfuerzos hacia la pacificación. Por ello quiere ir por la ruta de este exitoso caso.

En entrevista con Reporte Indigo, Edgardo Buscaglia puntualiza el porqué México se encuentra a años luz de lo realizado en Colombia.

Observa que cuando este país comenzó a implementar medidas preventivas y punitivas contra los grandes grupos criminales, ya contaba con instituciones de las que México adolece.

“Ellos ya tenían un Poder Judicial relativamente independiente, una fiscalía que no está bajo el dedo pulgar del Presidente”, afirma. 

Su sociedad civil, agrega, más allá de estar haciendo marchas todo el tiempo, trabajaba en salvar vidas y proponer medidas operativas a los estados. Los gobiernos locales, por otra parte, venían ensayando políticas locales originales, innovadoras.

Antes de la llegada de Álvaro Uribe a la Presidencia, “los colombianos contaban con un Poder Judicial –además de la Fiscalía– que emitía sentencias con bastante mayor agilidad que México”. 

Colombia emitía sentencias, subraya Buscaglia, y México no lo hace: detiene personas pero más del 90 por ciento de los casos se le caen.

Por esta razón, el investigador de la Universidad de Columbia dice sin cortapisas:

“La idea de pensar que Uribe fue la panacéa que salvó a Colombia es una caricatura”. Refiere que previamente a su llegada al poder, dicha nación ya había despedido a más de 10 mil policías nacionales. No sólo eso: los seguía para vigilar no se incorporaran a la delincuencia organizada.

De la obviedad al hecho

“El facilismo y la improvisación no van a sacar a México de esta tragedia”, refiere Buscaglia. 

El doctor en Derecho y Economía y Jurisprudencia y Política Social por las Universidades de Illinois y de Berkeley considera que la idea de llevar adelante un programa de seguridad hemisférica es una mera obviedad. El reto está en cómo lograrlo. 

“El cómo pasa mucho primero por el hecho de que México tiene antes que todo construir instituciones, dado que tiene un enorme vacío de Estado. Con tal vacío de Estado no hay cooperación internacional que le resulte”. 

El experto enlista todo lo que en nuestro país no marcha: los organismos judiciales que están paralizados por la corrupción y la incompetencia; las policías por la corrupción  y la infiltración de la delincuencia organizada; el Ejército, que ha sido infiltrado y donde hay pocas áreas de las Fuerzas Armadas que queden limpias “como la que se vio, de alguna manera, con la Marina”. Pero aún así, dice, “no son mecanismos institucionales sostenibles”.

Sin instituciones con las cuales trabajar la cooperación hemisférica no servirá de mucho.

Buscaglia sostiene que en México se deben generar sentencias; que el Poder Judicial mexicano debe contar con fiscales “que no estén sujetos a los caprichos del Poder Ejecutivo”, que tengan independencia y autonomía para poder acusar de manera predecible y consistente. 

En su opinión, agilizar la cooperación hemisférica va más allá de un discurso voluntarista.

“Las políticas contra la delincuencia organizada van mucho más allá de las drogas”. Si bien este tema es importante, hay que enfrentar paralela y efectivamente el tráfico de seres humanos, de migrantes; el contrabando, la piratería, etc.

Las fiscalías regionales y policías regionales deben imperar en los países de mejores prácticas. Hoy por hoy México, junto a Guatemala, tiene las peores.

Con todo este recuento Buscaglia argumenta que el presidente electo de la República mexicana debe “pasar del discurso a las propuestas serias, concretas, técnicas y vamos a esperar a ver qué propone Enrique Peña Nieto las próximas semanas”.

-¿Debe reforzar su equipo de asesores de seguridad?, se le inquiere.

A lo que responde:

“Ningún país del planeta ha logrado contener a la delincuencia organizada con shows mediáticos. Ha tenido que desarrollar instituciones y mejorar su desmpeño de dentro hacia afuera”. No al revés. 

Importando figuras del extranjero, así sean idóneas, dice el académico, México no va a salir adelante. Considera debe desarrollar instituciones y cubrir los vacíos de Estado.

“Ni el señor (Óscar) Naranjo, ni la señora (Janet) Napolitano, en Washington, van a poder resolverle eso a México.

“Hay que ser serios en estos temas y dejarse de shows mediáticos”, afirma Buscaglia.

El reto es mayúsculo. Para el especialista en temas de narcotráfico y crimen organizado la “administración fallida de Calderón en el tema de seguridad humana” ha dejado un Estado colapsado: 

“Con enormes vacíos de poder… con una policía federal expandida exponencialmente respecto a la que existía  en 2004 y más corrompida que antes, donde está fragmentada trabajando para diferentes grupos criminales”.

Donde se cuenta con “un Poder Judicial a nivel estatal más feudalizado”, encontró responsabilidad de los gobernadores de todos los partidos, “incluyendo al PRI”. Y en el que  las fiscalías estatales son meros “sellos de goma” pues responden al gobernador en turno. 

“El tiempo del show mediático ya le pasó al señor Peña Nieto, ahora tiene que ponerse a trabajar”, remata Buscaglia.

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