Piden nueva ley para que industria alimenticia disminuya el uso de sodio

Organizaciones a favor del consumo de productos saludables urgen a las autoridades a crear una ley que haga obligatorio reducir el sodio presente en los productos ultraprocesados, medida que, al combinarla con el etiquetado frontal, se espera mejore la salud de los mexicanos
Elizabeth González-Manrique Elizabeth González-Manrique Publicado el
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Ante la entrada en vigor de la segunda fase del etiquetado frontal, la Organización Panamericana de la Salud (OPS), el Instituto Nacional de Salud Pública (INSP) y la Alianza por la Salud Alimentaria; integrada por varias organizaciones como El Poder del Consumidor y la Fundación Interamericana del Corazón, entre otras, claman por una ley que obligue a la industria de los alimentos a reformular sus productos productos.

La combinación entre el etiquetado y una ley que implemente la reducción de sodio en los procesados derivaría, según especialistas, en un menor consumo de este producto, el cual puede causar severos daños a la salud.

De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), la ingesta de sodio, un elemento presente en altas cantidades en los ultraprocesados, se encuentra por encima  de la recomendación en México, que es de no más de 2 gramos al día.

El Instituto Nacional de Salud Pública (INSP) determinó que, si en México se lograra la disminución de sodio en productos procesados a través de la implementación de una ley de reformulación, se podría reducir su consumo cerca de un gramo al día por persona.

Política que da resultados

Será en octubre cuando la segunda fase del etiquetado frontal de advertencia entre en vigor en el país.

Organizaciones en pro de la salud alimentaria reiteraron la importancia de esta política pública y los resultados que ha tenido desde que comenzó a operar en 2020, cuando se modificó la Norma Oficial Mexicana (NOM) 051 para hacer obligatorias las etiquetas de advertencia al frente de los alimentos ultra procesados.

Desde hace tres años se incluyen etiquetas octagonales con la palabra “exceso” seguida del elemento como sodio, grasas saturadas, grasas trans, azúcar o calorías, además de dos etiquetados adicionales para advertir acerca del uso de edulcorantes, medida especialmente diseñada para proteger a las infancias.

La Alianza por la Salud Alimentaria señala que tras la primera fase del etiquetado frontal, el beneficio observado fue la reformulación de productos por parte de la industria, pues un gran número de marcas reconocidas de productos lácteos, cereales y panadería redujeron el contenido de sodio para evitar el sello de advertencia.

Jorge Vargas Meza, nutriólogo investigador de El Poder del Consumidor, señala que gran parte de la población conoce, comprende y toma en cuenta el etiquetado frontal.

“Afortunadamente tenemos el etiquetado de advertencia, que es usado, es comprendido, es aceptado y promueve la reformulación para evitar los sellos octagonales, además de que mejora la decisión de compra. 

“Entonces, para tener mejores estrategias integrales para poder reducir el consumo de sodio a nivel poblacional, es necesaria una reformulación que acompañe al etiquetado”, explica.

Según el Instituto Nacional de Salud Pública (INSP) tras la implementación del etiquetado de advertencia, se observaron que productos que tenían hasta cuatro sellos, han logrado la reducción de estas advertencias en sus manufacturas hasta en un 66 por ciento.

También han constatado que el contenido de sodio y azúcar se ha reducido en varios productos procesados, específicamente, en el pan de caja, pan dulce envasado, cereales de caja y bebidas azucaradas.

Un problema de salud

Organismos médicos internacionales, así como especialistas, señalan que la mitad de la población adulta de México padece hipertensión, un mal relacionado con el consumo excesivo de sodio.

Organizaciones han documentado que niños de entre 5 y 12 años de edad consumen alrededor de 2.8 gramos de sodio o 7.1 g de sal diariamente, los adolescentes, de 12 a 18 años de edad ingieren 3.7 g de sodio o 9.4 g de sal al día, mientras que las personas mayores de 18 años consumen 3.1 g de sodio o 7.8 g de sal al día.

La Alianza por la Salud Alimentaria señala que en 2019, fallecieron cerca de 2 millones de personas por enfermedades cardiovasculares (ECV) a nivel mundial.

Este tipo de padecimientos son la causa número uno de muertes, enfermedades permanentes o discapacidades en América y se caracterizan por un estrechamiento o bloqueo de los vasos sanguíneos que deriva en daños al corazón o a otros vasos sanguíneos.

Entre estas enfermedades se incluyen la cardiopatía isquémica, accidentes cardiovasculares, arteriopatías periféricas, cardiopatía reumática e infartos al corazón.

El Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) informó que en 2022 se registraron cerca de 819 mil 448 muertes, de las cuales, el 90 por ciento fueron por enfermedades y problemas relacionados con la salud como: padecimientos del corazón (24.5 por ciento), diabetes mellitus (14.1 por ciento), tumores malignos (11 por ciento ) y enfermedades del hígado (5.1 por ciento).

El padecimiento de enfermedades cardiovasculares se relaciona con factores como la dieta, es decir, a un alto consumo de sodio, grasa, alcohol y un a bajo consumo de frutas y verduras.

El tabaquismo, el sedentarismo y un mal control del estrés y factores metabólicos relacionados con la obesidad, diabetes, hipertensión arterial y altos niveles de lípidos o grasas en sangre también contribuyen.

Reformulación obligatoria: la respuesta

Estudios del Instituto Nacional de Salud Pública (INSP) estiman que, si en México se lograra la disminución del contenido de sodio en productos procesados con la implementación de una ley que obligue a la industria alimentaria a la reformulación, se podría reducir el consumo de sodio en cerca de un gramo al día por persona.

“El consumo excesivo de sodio aumenta la presión arterial y el riesgo de enfermedades cardiovasculares como infartos o las embolias cerebrales.

“Si implementáramos una ley para reducir el contenido de sodio en alimentos procesados y ultraprocesados en México, podríamos reducir 904 mg/día de sodio por persona y evitar 12 mil 787 muertes anualmente”, señala Ana Basto- Abreu, investigadora del Centro de Investigación en Salud Poblacional del INSP.

Por su parte, Lilia Pedraza, integrante del Centro de Investigación en Nutrición y Salud del INSP, explica que independientemente del uso de los sellos de advertencia para tomar mejores decisiones de compra, la reformulación de productos beneficia a toda la población, ya que gracias a esta hay una menor cantidad de azúcares añadidas, sodio y grasas disponibles en el suministro de alimentos.

Pese a que la OPS recomienda como la mejor opción, en términos de costo-efectividad para reducir enfermedades cardiovasculares, la reformulación obligatoria, esta no ha sido implementada en México aún, algo que ya es una realidad en países como Argentina, en donde se ha logrado disminuir en 90 por ciento el sodio en los productos ultraprocesados.

La OPS, la Alianza por la Salud Alimentaria, así como el INSP aseguran, con base en los datos que poseen sobre la primera fase de etiquetado frontal, que si esta medida se combina con la ley de reformulación obligatoria, se fomentará la reducción del consumo de sodio, pues actualmente el 45 por ciento de la ingesta de este elemento proviene de los productos procesados.

Fabio Gomes da Silva, asesor regional de nutrición de la Organización Panamericana de la Salud, comenta que “el etiquetado frontal de advertencia tal como se encuentra en México, asegura el derecho de la población a la información y contribuye a la protección de su salud”.

“Este instrumento es una de las políticas reconocidas por la OMS como más costo-efectivas para mejorar la alimentación de la población. El etiquetado frontal de advertencia mexicano es un ejemplo para el mundo”.

Políticas públicas rezagadas

Éctor Jaime Ramírez Barba, secretario de la Comisión de Salud de la Cámara de Diputados, afirma que si al Gobierno federal le interesa reducir la tasa de enfermedades ocasionadas por la hipertensión, debería enviar una iniciativa en la que proponga obligar a las empresas a reducir el contenido de sodio en los productos.

Ramírez Barba dice que es lamentable que las autoridades gubernamentales no se preocupen por la salud de la población.

De acuerdo con el legislador, hasta el momento, se desconoce el impacto que ha tenido la ley del etiquetado aprobada por el Congreso en el 2018 sobre el contenido graso de los productos, aunque algunos investigadores sobre salud pública o afines al gobierno han dicho que ha sido muy bueno; es decir, que sí funcionó, lo mismo que en el caso del tabaco.

Sin embargo, indica que él posee otra información, porque el consumo de productos procesados incluso es mayor.

Explica que un indicador es que la tasa de sobrepeso y obesidad no ha disminuido, sobre todo en niños, lo que demuestra que el consumo de estos productos es similar al que se reportaba antes del etiquetado frontal.

Pese a la necesidad de una ley de reformulación obligatoria, las autoridades no cuentan con información clara, más allá de la que proveen las organizaciones, acerca del impacto del etiquetado frontal. Foto: Especial
Pese a la necesidad de una ley de reformulación obligatoria, las autoridades no cuentan con información clara, más allá de la que proveen las organizaciones, acerca del impacto del etiquetado frontal. Foto: Especial

“Sería muy cruel de mi parte decir que no ha servido, aunque parece que no ha servido”, dice el legislador del PAN.

Ramírez Barba critica que a la fecha el Gobierno federal no ha presentado una iniciativa ya sea para reducir el sodio o las calorías y que todas las existentes han sido por parte de los legisladores.

El panista insiste que hasta el momento no ha habido una métrica para saber si ha funcionado o no, por lo que antes se tiene que hacer una evaluación, porque no se pueden achacar a la industria todos estos males.

Por ello, considera que se tiene que hacer un análisis, una evaluación mucho más profunda para determinar si con una ley más dura, como en el caso del sodio, se van a solucionar las enfermedades que provocan su alto consumo.

Precisa que en el periodo 2020-2021 ingresaron en la hacienda pública por productos no básicos de alta densidad calórica, por concepto de impuestos, 21 mil 500 millones de pesos; en el 2021-2022 fueron 26 mil 962 millones de pesos. Sin embargo, de estos recursos solo se destinaron 885 millones de pesos para atender el programa y prevención del sobrepeso, la obesidad y la diabetes.

“Me parece que no es una medida racional esta nueva propuesta, pero el gobierno no ha tenido ningún interés en esto porque no ha presentado una iniciativa seria”, opina Ramírez Barba, quien se manifiesta en contra de que se apliquen medidas más severas a las empresas cuando cumplen con el pago de sus impuestos.

El legislador menciona que, en todo caso, se requiere que la gente haga más ejercicio y que haya mayores campañas gubernamentales de prevención.

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