Piden ayuda al Papa

Viridiana Durán vive en la incertidumbre. Desde hace dos años no sabe nada de su esposo, con quien vivía en Nebraska, Estados Unidos.

A tres días de ser deportado del estado norteamericano, César Gonzalo Durán fue secuestrado. El 19 de julio de 2011 lo “levantaron” al llegar a Álvaro Obregón, en Rubio, Chihuahua.

Su familia presentó la denuncia de la desaparición ante las autoridades del municipio de Rubio, pero es fecha en que no se tiene información alguna sobre el padre de familia de tres hijos –de uno, dos y tres años– a quienes ha dejado en el desamparo.

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"Santo Padre, hable con estas autoridades, ayúdeles a entender que es un pueblo el que ha desaparecido… es un grito de desespero: por favor, escúchenos, no podemos seguir siendo un país secuestrado”
Hermana Leticia
"México es un país muy corrupto y la clase política también, con excepciones. Pero estos políticos son muy católicos (…) Y si no hacen caso de las madres que también son católicas (…) pues a ver si una autoridad de más arriba puede moverles el corazón”
Padre Solalinde

Viridiana Durán vive en la incertidumbre. Desde hace dos años no sabe nada de su esposo, con quien vivía en Nebraska, Estados Unidos.

A tres días de ser deportado del estado norteamericano, César Gonzalo Durán fue secuestrado. El 19 de julio de 2011 lo “levantaron” al llegar a Álvaro Obregón, en Rubio, Chihuahua.

Su familia presentó la denuncia de la desaparición ante las autoridades del municipio de Rubio, pero es fecha en que no se tiene información alguna sobre el padre de familia de tres hijos –de uno, dos y tres años– a quienes ha dejado en el desamparo.

Infructuoso ha resultado ir de una a otra de las dependencias a las que les compete buscar a los desaparecidos. 

“No dan nada, ni un rastro ni una huella ni una esperanza de por dónde va el caso de este migrante desaparecido”, cuenta la hermana Leticia Gutiérrez Valderrama.

La directora de la organización SMR-Scalabrinianas: Misión para Migrantes y Refugiados en encuentro con el padre Alejandro Solalinde acompañan a algunas madres y padres de desaparecidos, adscritas al Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad, que solicitan la intervención del Papa Jorge Bergoglio.

Al Sumo Pontífice le enviarán una misiva donde le piden voltee a ver el dolor de los familiares de los desaparecidos en México y que interceda ante el Gobierno Federal para que de una vez por todas se investigue y dé con el paradero de sus seres queridos.

“Es un grito de desespero al encontrar tanta impunidad, tanta indiferencia, tan poco interés de parte de las autoridades de todos los niveles para la búsqueda de estas personas”, dice Gutiérrez a Reporte Indigo.

Tal parece que a los más de 26 mil desaparecidos no los quiere ver ni escuchar casi nadie. Mas, no obstante la indiferencia generalizada, varios de sus parientes no se dan por vencidos y siguen relatando sus historias de dolor, impotencia y desconsuelo.

Es el caso de Yolando Montes Ortiz cuya hija veinteañera, que se desempeñaba como fiscal del área del antisecuestros en Durango, fue secuestrada junto con todo su equipo, otros tres jóvenes más, cuando salían de su oficina.

Al ser denunciado el hecho, la autoridad no quiso reconocer que estos servidores trabajaban en la Procuraduría de ese estado. Lo desconocieron. 

Montes ha buscado por su cuenta reunir evidencias para intentar localizar a su hija desaparecida y proporcionarlas a las autoridades locales que hasta este momento no dan cuenta del destino de estos funcionarios públicos.

La Hermana Leticia dice que el Papa Francisco ha sido muy sensible a las distintas realidades sociales del mundo. 

“A esa sensibilidad y solidaridad, y a esa paternidad-maternidad del Papa, es a la que estamos apelando. Para decirle, Santo Padre, hable con estas autoridades, ayúdeles a entender que es un pueblo el que ha desaparecido… es un grito de desespero: por favor, escúchenos, no podemos seguir siendo un país secuestrado”.

Demandas invisibles

Desde hace seis años Gutiérrez Valderrama ha acompañando a madres de migrantes desaparecidos, especialmente centroamericanas, que han venido a territorio mexicano a buscar a sus hijos.

Ahora la organización que preside, une su voz a la causa de otras madres que desde otras trincheras no sólo buscan justicia para sus desaparecidos sino que, paralelamente, enfrentan la indiferencia generalizada 

La Hermana Leticia reconoce que también a quienes luchan por esta causa les están callando la voz y están haciendo invisibles sus demandas en una nación por completo violentada.

Aun con todo dice que sigua apelando a la conciencia de los servidores y servidoras públicas.

“Permíteme que lo haga desde la fé. Ellos y ellas pertenecen a unas iglesias, se han formado en una visión humanista, de comunión y a esa conciencia apelaría: no podemos seguir dejando este grito desolador y desesperado de las madres por la búsqueda de sus hijos e hijas”.

Con las investigaciones que han hecho, la información que han recabado los familiares de las víctimas pueden hacer mucho.

“Está en sus manos aplicar y hacer que la ley acompañe y responda a estas madres y padres, que les digan en dónde están sus hijos e hijos”.

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