Ernesto Gastelum es un buzo pescador de Puerto Peñasco, Sonora, toda su historia familiar está relacionada con el mar desde hace varias generaciones y por lo mismo, ha visto cómo se ha transformado el medio ambiente, las corrientes, las tormentas y la pesca por el cambio climático.
“Hemos ido observando la naturaleza cada vez van más lejos, cada vez producimos menos, las tallas son más pequeñas. Han ido cambiando las zonas de reproducción y las áreas de pesca, las corrientes, la temperatura del mar.
“Entre los efectos tangibles del cambio climático estamos viendo huracanes, tormentas más prolongadas e intensas. Por ejemplo, tenemos dos o tres meses que no nos deja trabajar”, comenta.
Él junto con otros pescadores encabezan un movimiento para impulsar el cuidado del medio ambiente e intentar frenar las afectaciones ocasionadas por el cambio climático.
“Para mitigar estos efectos hay que cuidar nuestros manglares, nuestros humedales, utilizando energías renovables, energías amigables con el medio ambiente, por eso debemos de buscar la manera de integrar energía eólica y energía solar, suena difícil pero no imposible. Este es un problema global que nos afecta a todos, que todos los pescadores conserven limpias sus playas y los océanos”.
Además de los efectos del cambio climático, el pescador comenta que están padeciendo otra amenaza, la pandemia de COVID-19, que les ha hecho casi imposible poder vender sus productos.
Alexia Juárez trabaja en el monitoreo de pesca de curvina golfina en el Golfo de Santa Clara, Sonora, su trabajo se basa en darle seguimiento a la pesca y venta de producto en la región. Tanto por el cambio climático como por la pandemia el trabajo ha disminuido considerablemente.
“Nuestro trabajo es contabilizar cuánto producto se ha pescado, a cuánto se ha vendido y cuánto hace falta para llegar a nuestras cuotas. He escuchado a muchos pescadores decir que ha bajado mucha la cantidad que se pesca, se lo atribuyen al cambio climático y a la sobrepesca. Además desde el año pasado por la pandemia de COVID-19 se cerraron los mercados”, revela.
Pese a la situación adversa, Alexia comenta que en la pesca tiene puesta su esperanza de que las cosas cambien.
“Para mi el mar es muchas cosas, es fuente de trabajo, es un modo de vida, es esperanza ya que la pesca para nosotros es lo más importante que hay”, dice.
El mar y la pesca son muy importantes para México y el mundo, al menos 3 mil millones de personas dependen del pescado como fuente esencial de proteínas y casi mil millones obtienen a través de alimentos provenientes del mar micronutrientes que no pueden obtener de ningún otro lado.
Si la situación continúa así, se espera que el 85 por ciento de las pesquerías se agoten en 2030 si no se hace algo al respecto.
Una última oportunidad para la pesca
La organización internacional Environmental Defense Fund (EDF) de México ha trabajado con los pescadores de México y de otros países para que la pesquería sea más ordenada, responsable y sustentable y así poder mitigar los efectos del cambio climático y más recientemente de la pandemia de COVID-19.
Entre los principales problemas que encontraron durante meses de trabajo se encuentran la sobrepesca, la pérdida del hábitat marino, el cambio climático y la pandemia.
En su informe presentado el día de ayer y titulado “Lecciones de una pandemia: poniendo a prueba la resiliencia del sector pesquero mexicano”, EDF concluye que es necesario fortalecer un sistema alimentario justo, resistente y sostenible en el país, incluyendo a la pesca ya que para impulsar una cultura de salud preventiva en México los pescados y mariscos deben de ocupar un papel mayoritario en la dieta.
“Hablar de pesca también es hablar de comunidad, cultura y solidaridad, por eso deben de mejorar las condiciones sociales de las comunidades pesqueras. La pandemia exhibió la necesidad de tener pesquerías y ecosistemas marinos en buen estado, para proporcionar flexibilidad a las personas que dependen de los recursos marinos para su sustento y para permitir que los ecosistemas mismos sean resilientes”, señala el informe.
Estos objetivos, apuntó la organización internacional, solo se conseguirán a través de la colaboración de redes de apoyo y cuando se reconozca que el sector pesquero se debe de organizar y fortalecer.
“En temas comerciales, el sector pesquero será más resiliente si diversifica sus productos, sus canales de distribución y venta, así como sus clientes y mercados. Las cadenas de suministro que han soportado mejor los impactos de la pandemia son aquellas que son cortas, en las que hay transparencia y una buena relación entre los compradores y los productores”, agrega el informe.
Finalmente, la organización señala que tanto los consumidores de pescado como los de mariscos, tienen el potencial de canalizar un cambio en el sector pesquero.
“La capacidad para reflexionar y aprender de lo vivido durante el COVID-19 será clave para aumentar la resiliencia del sector pesquero ante disrupciones sanitarias y climáticas futuras”, concluye el informe.
Al respecto, Cristina Villanueva, directora de Desarrollo Institucional de EDF comenta que el sector pesquero desde hace años ha comenzado a resentir algunos recortes presupuestales del Gobierno federal, pero no se habían resentido tanto hasta la llegada de la pandemia.
“Había un malestar al saber que la pesca ya no era una de las prioridades del Gobierno federal, había un problema, pero no tan grande, como cuando llegó la pandemia, jamás pensamos que era lo que iba a ocurrir. Los pecadores dejaron de salir de pescar y ya no tenían ni a quien venderles”, recuerda.
Aunque el punto de atención inmediato es la pandemia y no el cambio climático, Cristina Villanueva señala que la crisis sanitaria puede ser utilizada como un punto de reflexión para estar preparados a futuro.