México está a un paso de perder su grado de inversión. Si en los próximos meses no se cambia la ruta, la segunda mayor economía de América Latina sufrirá un éxodo masivo de capitales desencadenando diversas consecuencias.
Una de las mayores preocupaciones es que ocurra un encarecimiento en el costo del financiamiento no solo para el Gobierno federal, también para las empresas, la banca y los ciudadanos de a pie.
La posibilidad de que la calificación crediticia de México caiga por debajo del grado de inversión es alta y de cumplirse esto sería un duro golpe para la nación, ya que en este momento lidia con los efectos de la pandemia.
A nivel mundial existen tres grandes empresas calificadoras que son las responsables de marcar la ruta para los inversionistas. En este momento, dos tienen al país en perspectiva negativa, lo cual significa que existen factores que pueden presionar a la baja la nota durante los siguientes 12 meses.
S&P Global Ratings ubica a la nota a BBB mientras que Moody’s la sitúa en Baa1, mientras que la firma Fitch Ratings la coloca en BBB-, pero con perspectiva estable. Por su parte, HR Ratings, única calificadora de valores mexicana, mantiene la nota en BBB+, con perspectiva negativa.
De manera general, los bonos de México están cerca de quedar en la categoría ‘basura’
En otras palabras, si el país pierde el grado, los inversionistas institucionales no podrían abrir la cartera, ya que por regla si dos calificadoras recortan la calificación los títulos no son lo suficientemente atractivos.
Al dejar de contar con este respaldo, las fuentes de financiamiento externo se reducirían drásticamente, es decir que a México se le cerrarían las puertas del mundo porque los organismos internacionales no pueden otorgar créditos a un país sin grado de inversión o cualquier otro instrumento.
En un reporte elaborado por analistas de JP Morgan se advierte que están en riesgo alrededor de 44 mil 300 millones de dólares en bonos mexicanos en caso de que ocurra un recorte ‘basura’.
De ese total, 4 mil 500 millones de dólares están en la bolsa de deuda corporativa, por lo que las empresas también estarían en un severo problema.
José Luis de la Cruz, director del Instituto para el Desarrollo Industrial y el Crecimiento Económico (IDIC), considera que, en estricto sentido, la pérdida del grado de inversión dependerá de dos grandes variables: que Petróleos Mexicanos (Pemex) cumpla lo establecido en su Plan de Negocios 2019-2024 y la evolución de las finanzas públicas del país.
“Sin duda existe el riesgo de que México pierda su grado de inversión y esto obedecerá a las acciones que tome el Gobierno federal en los siguientes meses, la eficacia que tenga Pemex en tratar de lograr los resultados que se planteó y de la apertura que haya a la inversión privada en el desarrollo del sector energético”, explica el doctor en Economía.
Futuro de la inversión con presiones
Las agencias calificadoras contemplan varios elementos al momento de fijar o recortar una nota como el potencial del crecimiento económico, la deuda pública y la capacidad de pago.
Bank of America Securities (BofA) publicó una encuesta sobre las posibilidades de que México pierda su grado de inversión. Hasta julio pasado, el 77 por ciento de los gestores consultados aseguró que México perderá el grado de inversión en algún punto del 2021 o el 2022.
Entre los 32 administradores que participaron en la encuesta, alrededor del 78 por ciento detecta que los principales riesgos para México son una mayor desaceleración económica en Estados Unidos y “las decisiones del gobierno”.
En la lista de factores que incidirán en esto los analistas destacan un deterioro fiscal, aumento en la deuda (que puede llegar hasta 60 por ciento como proporción del PIB) y una lenta recuperación económica.
Carlos López Jones, director de Tendencias Económicas y Financieras, comenta que el tema petrolero también incidirá en la decisión de las calificadoras y asegura que el escenario no se vislumbra nada favorable.
“Probablemente perderemos el grado de inversión durante el primer trimestre del próximo año cuando haya un problema de recaudación evidente. También habrá que ver cómo se mantiene el precio del petróleo, porque una caída fuerte afectará la recaudación, ya que, aun cuando México ya no es una economía petrolizada, las finanzas públicas todavía están muy ligadas”.