México se está haciendo viejo y millones de personas no están listas para hacer frente a la última etapa de su vida, pues no contarán con pensiones que les permitan costear sus necesidades básicas y los servicios de salud estarán rebasados para atender las enfermedades que los aquejen.
El envejecimiento está reconfigurando a la economía del país porque la esperanza de vida va en aumento, situación que provocará que los mexicanos trabajen por más años, aunque eso implique entrar al mercado informal.
Al cierre de 2019, la tasa de vida de las personas en México se ubicó en 75.1 años en promedio, y para 2030 el Consejo Nacional de Población (Conapo) estima que será de 76.7 años.
Los riesgos para las finanzas públicas también están latentes, ya que el gasto destinado para las jubilaciones podrían aumentar al 7 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB), de acuerdo con un informe del Fondo Monetario Internacional (FMI).
Para el año 2050, se estima que los adultos de 60 años y más conformarán el 21.2 por ciento de la población total del país y el panorama no es muy alentador.
Llegar a esta etapa no solo implica que las personas tendrán que buscar alternativas para subsistir, en el caso del mercado laboral, significa la ausencia de personal experimentado con la que también se genera un detrimento a la competitividad de las empresas.
Carlos Ramírez Fuentes, consultor asociado de Integralia, explica que el envejecimiento no es un fenómeno único de México, pero es importante plantear diversas soluciones para evitar que millones de mexicanos transiten la última etapa de su vida en medio de una crisis.
“El mundo está envejeciendo y esto se acentuará en las próximas tres décadas. En el caso de México se conjugan varios esquemas de pensiones que en su momento fueron muy exitosos y ayudaron a resolver el problema, pero hoy vivimos una situación diferente y solo se resolverá pensando a largo plazo”, dice el también expresidente de la Comisión Nacional del Sistema de Ahorro para el Retiro (Consar).
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Trabajar hasta la muerte sin pensiones
En México alrededor del 41 por ciento de las personas que se encuentran en edad de jubilarse deciden no hacerlo, debido a que no cuentan con un ingreso fijo o este es insuficiente para cubrir sus necesidades básicas, revelan datos del Instituto Nacional de Geriatría.
De los retirados que permanecen en el mercado laboral, un 55 por ciento se dedica a alguna actividad en la informalidad, como trabajos por cuenta propia, voluntariado en supermercados, trabajo doméstico, agricultura o elaboración de artesanías.
Uno de los lugares donde es más común ver a personas de 60 años y más es en los supermercados como Walmart, Chedraui o Soriana, ya que el programa de Empacadores Voluntarios del Instituto Nacional de las Personas Adultas Mayores (Inapam) se ha convertido en una alternativa para que esta población se mantenga activa, sin embargo, las condiciones no son las más idóneas.
Aproximadamente 28 mil personas de 60 años o más en el país laboran como ‘cerillitos’ en tiendas departamentales sin un sueldo fijo ni derechos laborales.
Un estudio elaborado por la Secretaría de Bienestar muestra que 57.1 por ciento de los empacadores son hombres, mientras que 42.9 por ciento son mujeres, quienes anteriormente eran empleados de alguna empresa.
El análisis destaca que, sin importar el género, ingresan al programa de voluntarios porque tienen una necesidad económica, aunque las mujeres recaban las propinas más bajas.
Mientras que los hombres reciben 391.23 pesos un buen día, ellas suman 274.03 pesos.
Al momento de hacer una distribución de los ingresos, la compra de alimentos es su mayor prioridad, seguida de apoyar a su familia y después están otros gastos como la adquisición de ropa, así como pagar transporte y medicinas.
Javier Govi, presidente de la Asociación Mexicana de Asistencia en el Retiro (AMAR), es poco optimista sobre el futuro en un país donde más del 83 por ciento de los adultos mayores se verá en la necesidad de trabajar hasta que muera.
El líder de la asociación considera urgente crear programas de inclusión para esta población con los que se pueda aprovechar el talento adquirido durante décadas.
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El eterno problema pensiones y salud
México tiene un sistema de pensiones enfermo y por más esfuerzos que se han hecho para encontrarle una cura la solución no llega.
El padecimiento afecta a millones de mexicanos y con el paso de los años la situación se agravará, pues seis de cada 10 mexicanos que conforman la población económicamente activa nunca han cotizado en los organismos de seguridad social, según la última Encuesta Nacional de Empleo y Seguridad Social (ENESS).
Las pensiones son un problema en el que todos están involucrados, desde el ciudadano de a pie, hasta el Gobierno federal.
Una reforma al sistema lleva mucho tiempo sobre la mesa y se espera que este año la Consar emita lo que será su primer borrador de una iniciativa.
Especialistas de Afore SURA coinciden en que es urgente e impostergable impulsar una reforma integral al sistema de ahorro para el retiro que busque generar mejores tasas de reemplazo y mayor cobertura de la población, ya que de no llevarse a cabo pronto, las implicaciones para futuras generaciones serán graves y desafortunadas para una parte importante de los mexicanos.
El 2021 será un año crucial para las pensiones en el país, ya que se comenzará a jubilar la primera generación Afore conformada por 75 mil mexicanos, sin embargo, se estima que solo 1 por ciento (750 empleados en todo el país) alcanzarán las 1,250 semanas de cotización, el mínimo para poder solicitar el beneficio.
Uno de los primeros medicamentos que se deben administrar al sistema de pensiones debe estar enfocado en sanar el gasto público en esta materia.
Las estimaciones actuales revelan que hasta finales del 2040, cuando la última generación del esquema de transición se retire, el desembolso del gobierno aumentará cada año y después de esa fecha seguirá pagando las pensiones de reparto.
Las cifras no mienten: del 14 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB) que se recauda mediante impuestos, entre 7 y 8 por ciento se destinan al pago de pensiones, cifra que supera a muchos países que conforman la OCDE.
Moisés Pérez Peñaloza, especialista en pensiones, opina que frente a un sistema tan desigual, a los mexicanos les quedan pocas alternativas para mejorar su futuro.
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Sin solución a la vista
Otro de los grandes males que aquejan a México es su sistema de salud, el cual lleva años en agonía a causa de la falta de recursos públicos que imposibilitan que las personas puedan ser atendidas con calidad.
Con la expectativa de que la población mayor a 60 años superará los 33 millones para 2050, las instituciones públicas tienen mucho que mejorar, comenzando por su personal.
Cifras de la OCDE muestran que en el país existen 2.2 doctores por cada 1,000 habitantes, por debajo del promedio de la organización, mientras que solo hay una tercera parte del número de enfermeras por cada 1,000 personas.
La falta de personal para atender a los adultos mayores será un problema severo que se agravará conforme la población envejezca
Los problemas de salud de este sector poblacional se atribuyen a la edad, aunque muchos de ellos también son consecuencia de malos hábitos durante las distintas etapas de su vida.
La seguridad social pública es una pieza clave para garantizar que la jubilación se viva en las mejores condiciones.
Inegi calcula que 85.4 por ciento de las personas de esta edad que viven solas están afiliadas a una institución de servicios de salud, de las cuales 44.1 por ciento son atendidas en el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), en tanto que el 40 por ciento tienen registro en el extinto Seguro Popular, y 14.8 por ciento acuden al Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado (ISSSTE).
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Condenados a sacrificar
Especialistas de Afore SURA explican que los más afectados en el corto plazo por el fenómeno del envejecimiento demográfico serán aquellos trabajadores que cotizan bajo la ley 97 y que no cumplen los requisitos para aspirar a una pensión, por lo que recibirán solo el monto que tienen ahorrado en su Afore a través de una negativa de pensión.
“Para ellos es imperante realizar los ajustes necesarios para aminorar el problema”, coinciden los expertos.
Por género, las mujeres serán las que deberán hacer más sacrificios al momento de jubilarse dado que tienen una esperanza de vida superior a la de los hombres con una brecha de casi seis años. Para el año 2030, Conapo estima que ellas vivirán hasta los 79.6 años, mientras que ellos 73.8 años.
En términos de población las mujeres representarán el 23.3 por ciento del total de los adultos mayores para el 2050, mientras que los hombres conformarán el 19.5 por ciento.
De todas las mujeres, aquellas trabajadoras que participan en el sector informal son las más vulnerables porque cotizan menos semanas derivado de situaciones de maternidad y están más limitadas a encontrar una oportunidad de trabajo cuando forman una familia.
Javier Govi, presidente de AMAR, menciona que las mujeres viven una discriminación doble sin importar la generación a la que pertenecen.
“El sector más vulnerable son las mujeres porque algunas son amas de casa y quedarán viudas en unos años y el hecho de no haber tenido ese cambio cultural complicará su vejez, mientras que las profesionales más jóvenes reciben sueldos por debajo de los hombres”, precisa.
Camino complicado
Otros de los más afectados de esta situación serán los jóvenes en general, sobre todo aquellos que no hayan ahorrado lo suficiente para complementar su pensión. Se prevé que en la próxima década esta población conformará el 75 por ciento de la fuerza laboral mundial.
Las actuales condiciones laborales sin prestaciones y, en muchos casos, sin cotizar pasarán factura en unas décadas, ya que si hoy no tienen la suficiente cultura para contribuir a su pensión cuando llegue el momento de retirarse no contarán con los recursos suficientes para mantener el nivel de vida al que están acostumbrados.
En México la cultura del ahorro está en el abandono al compararla con el caso de Chile, donde la mayoría de los jóvenes comienzan a ahorrar desde los 25 años o menos, mediante fondos o cuentas personales, según un estudio de la Asociación de AFP.
“Las nuevas generaciones deben poner en marcha un plan si quieren tener una vejez digna. No es malo que en este momento privilegien las experiencias y un clima laboral por encima de algunas prestaciones, pero tienen que ser conscientes de que el tiempo puede convertirse en su mayor enemigo”, advierte Moisés Pérez Peñaloza.