“Pedro Páramo” y otros clásicos del realismo mágico a la pantalla, ¿moda o renacer literario?

La adaptación de obras clave del boom latinoamericano en series y películas refleja la tendencia de las plataformas streaming por esa narrativa tan propia de la región. Escritores hablan del fenómeno
Abida Ventura, Karina Corona y José Pablo Espíndola Abida Ventura, Karina Corona y José Pablo Espíndola Publicado el
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El realismo mágico está viviendo una nueva época dorada. Ahora en el streaming.

El reciente estreno de Pedro Páramo, de Rodrigo Prieto en Netflix, el lanzamiento próximo de la serie Cien Años de Soledad en esa misma plataforma, así como la adaptación de Como agua para chocolate ya disponible en Max-HBO, dan cuenta del interés de la industria audiovisual por trasladar a la pantalla clásicos que definieron la literatura latinoamericana del siglo XX y que dieron vida a un movimiento literario que catapultó la narrativa del continente.

¿A qué responde este fenómeno? Escritores y críticos de cine hablan con Reporte Índigo de esta tendencia que ya está generando conversaciones en redes sociales y que puede leerse como una estrategia para mostrar otra narrativa de la región, una más alejada de la violencia y la crudeza que ha dominado los contenidos en los últimos años.

Mientras unos consideran que estas adaptaciones podrían acercar a nuevos públicos a las obras del realismo mágico, otros las señalan de ser meros productos efímeros que no tendrán mayor repercusión.

De lo que no hay duda es que el fenómeno le dará una nueva vida a esas obras literarias, además de que mostrará al mundo esas historias que se caracterizan por resaltar la magia o lo onírico en las cosas más cotidianas, un aspecto popularmente vinculado a la identidad latinoamericana y que, en otras latitudes, puede resultar incomprensible.

“Yo noto que en otros países, lo que para ellos es magia para nosotros es normalidad. En cualquier otro lugar ven estas cosas y dicen: wow, es mágica y para nosotros es: bueno, simplemente fue otro día”, comentó Salma Hayek en la conferencia de prensa para presentar Como agua para chocolate, serie que produjo para HBO y con la que busca encantar al mundo con la magia oculta en un espacio tan cotidiano como la cocina.

Y es que entender de qué va el realismo mágico no siempre es tan evidente, sobre todo entre las nuevas generaciones.  Azul Guatia, la actriz principal de la serie basada en el libro de Laura Esquivel, confesó que ella sólo comprendió el concepto hasta estar involucrada en este proyecto:

“Yo  tuve esa duda de cómo es el realismo mágico. ¿O sea, es realidad, pero al mismo tiempo magia? ¿Es ficción? Me explicaban y, por más que me dijeran, no entendía nada, hasta que, en una clase de cocina, yo venía cargada de unos problemitas y me tocó usar el metate. Nunca lo había usado. Ya estaba en la cocina, se me olvidaron los problemitas y  cuando estaba moliendo una semilla para una salsita, rompí la piedra, ¿cómo? Y yo dije: ‘¿cómo es posible esto?, estaba usando la misma técnica, incluso menos fuerza que la de la persona que nos enseñó. Ahí fue cuando mi cerebro hizo conexión y dije: esto es realismo mágico, encontramos magia en la realidad”.

¿Qué es el realismo mágico según expertos?

¿De dónde viene ese término y cómo se ha convertido en un sello de la identidad latinoamericana?

Álvaro Santana-Acuña, profesor asociado de sociología en el Whitman College de Washington y autor de Gabriel García Márquez: vida, magia y obra de un escritor global (2021), refiere que es un concepto acuñado hacia 1925 por el historiador alemán Fran Roh para hablar del momento de la pintura europea, donde los artistas hacían un retrato mágico del mundo racional. De este lado del Atlántico escritores, como Alejo Carpentier, lo adoptaron a la literatura y para decir que esa “mezcla entre la fantasía y la realidad tenía que ser la característica que definiera la literatura en América Latina”.

El término, sin embargo, cobró una vibrante vida a partir de los años 50, con la publicación, primero, de Pedro Páramo (1955), de Juan Rulfo, y tuvo su ápice con Cien años de soledad (1967), de Gabriel García Márquez, la obra que dio pie a “la globalización del realismo mágico”.

“A partir del éxito de Cien años de soledad, el realismo mágico se convierte en algo que no solamente se aplica a la literatura, aparece ya en pintura, obras de teatro, películas de Hollywood, como El Laberinto del Fauno, de Guillermo del Toro; La vida de PI, incluso Encanto. Se ha convertido ya en un estilo artístico global”, explica el investigador.

Añade que esa obra cumbre del Premio Nobel de Literatura también detonó el debate en torno a ver si el realismo mágico es un reflejo de la esencia de América Latina o si  sólo “crea una imagen de la región demasiado exótica”, lo cual llama la atención en el resto del mundo.

“Hay escritores que te dicen que la realidad de América Latina es mágica; te puedes ir a los tiempos de la Conquista cuando llegaron los conquistadores y se encontraron con un mundo índigena, mágico, que creía en lo sobrenatural y sobre eso se impuso el cristianismo  y ahí se formó algo que no ves en otra parte del mundo, pero luego hay escritores que vinieron después y criticaban a los del boom porque dicen que en la realidad de América Latina no hay lugar para la magia”.

El debate parece interminable, pero de lo que no hay duda es que historias como Pedro Páramo y Cien años de soledad tienen el potencial para enganchar audiencias en las pantallas.

“Me parece que son dos obras maestras y siento que tienen el superpoder de ser, igualmente aptas para doctos literarios y para el público en general; son dos obras literarias que pueden sostener un diálogo con un público muy amplio y eso es una virtud que no se tiene siempre”, destaca por su parte el escritor Javier Peñalosa.

El guionista de El último vagón (Ernesto Contreras, 2023) considera que detrás de estos proyectos audiovisuales está el interés de mostrar estas historias tan ricas y representativas de  AL a un público global.  “Siento que es como una estrategia para que las historias de la región tengan otro alcance, porque aunque mucha gente de las nuevas generaciones habrá escuchado hablar de estas obras, quizá no han leído todavía las novelas; menos quienes viven en Japón o en otras partes del mundo”.

“También me parece muy importante, la puesta de Netflix en particular como plataforma, de mostrar al mundo otro tipo de narrativas de América Latina porque si no, somos a los ojos de los demás, narcoviolencia, pornomisera, otro tipo de realismo mucho menos mágico y más crudo, aunque desgraciadamente también sucede,  no solo somos eso”, añade.

Obras nacidas para ser películas

El escritor Álvaro Santana-Acuña opina que si algunas obras del realismo mágico han sido atractivas para ser llevadas a la pantalla es porque muchos de sus autores tuvieron formación cinematográfica:

“Autores del Boom, José Donoso, Carlos Fuentes, García Márquez, incluso Vargas Llosa, tenían interés o formación en el mundo del cine, entonces hay mucho del lenguaje cinematográfico en varias de esas novelas, de ahí que no resulte tan difícil entender que sean atractivas para ser adaptadas a la gran pantalla”.

El reto audiovisual del realismo mágico: Transformar lo irreal en imagen

La adaptación de obras literarias al lenguaje audiovisual, especialmente cuando se trata de novelas icónicas del realismo mágico como Cien años de soledad, Pedro Páramo y Como agua para chocolate, ha sido siempre un desafío que despierta debates sobre las posibilidades y límites de cada lenguaje artístico. En este proceso, la tensión entre la literatura y el cine se convierte en una cuestión crucial, ya que traducir las imágenes poéticas y simbólicas de la página al fotograma implica un cambio de forma, de resonancia estética y emocional.

La docente y crítica de cine Gabriela Bautista señala que, desde los inicios del cine, a finales del siglo XIX, adaptar novelas ha sido una práctica recurrente, la cual busca acercar las obras a nuevos públicos y explorar cómo el lenguaje visual puede reinterpretar lo escrito.

“Ambos medios funcionan como lenguajes totalmente independientes, cada uno con su propia gramática, capacidades y limitaciones. Enfrentarse a un texto literario y trasladarlo al cine, traducirlo al lenguaje audiovisual, es un gran reto, porque el lenguaje hablado es mucho más abstracto que el lenguaje audiovisual”, explica la especialista a Reporte Índigo.

El guionista y ensayista Reyes Bercini explica que esta “traducción” inevitablemente produce una transformación de la obra original y advierte que, para los lectores que ya conocen la novela, el proceso de ver una adaptación puede llevar a “una gran decepción”, al descubrir que, quizá, la interpretación audiovisual nunca logrará capturar todos los matices y detalles de la experiencia literaria.

El uso de la tecnología en el cine: ventajas y desventajas

Gabriela Bautista destaca que, al ser un arte visual, el cine ha adquirido herramientas tecnológicas que permiten expresar ideas de formas antes inimaginables. Este avance es particularmente útil para tratar el realismo mágico, al usar, por ejemplo, drones, efectos especiales avanzados y técnicas de edición innovadoras que enriquecen el lenguaje cinematográfico.

No obstante, Reyes Bercini señala que, aunque la tecnología es útil, no siempre es suficiente para transmitir la complejidad emocional y la introspección que la literatura permite. Explica que el cine puede capturar elementos visuales y crear atmósferas similares a las del libro, pero no necesariamente puede recrear la conexión íntima entre autor y lector.

“Por mucho que el cine logre una representación visual impactante, la literatura sigue teniendo el poder de dejar a los lectores una experiencia en la que la imaginación y las emociones juegan un papel central”, dice Bercini.

Aunque una adaptación puede ser exitosa, el guionista reconoce que muchas veces el fracaso no radica en la mala ejecución, sino en la inevitable reinterpretación que sufre la obra durante el proceso de adaptación.

Cada lector tiene su propia visión de los personajes y situaciones al leer el texto: “este fenómeno es evidente en las adaptaciones de clásicos como El Padrino, donde, tras ver la película, resulta difícil desvincularse de la imagen, como fue mi caso, en que Marlon Brando creó el personaje de Don Vito Corleone”, opina Bercini.

El especialista también comparte su experiencia con Pedro Páramo, una de las obras más emblemáticas de la literatura mexicana escrita por Juan Rulfo, cuya adaptación cinematográfica ha sido objeto de diversas versiones. La película dirigida por Carlos Velo en 1967, la versión de 1977 de José Bolaños, y la más reciente de Rodrigo Prieto, presentan visiones diferentes del icónico personaje de Pedro Páramo.

Para  Bercini, el desafío radica en cómo retratar a este personaje mexicano, que ya está tan impregnado de la interpretación personal de los lectores y de la cultura mexicana, tanto a nivel físico como moral y psicológico: “¿Cómo pensar en un Pedro Páramo mexicano, si ya la novela nos ha hecho pensar en una forma física, moral, psicológica y cualquiera de las características del humano?”, cuestiona.

Por otro lado, Gabriela Bautista reflexiona sobre la capacidad del cine para reproducir la poesía del lenguaje literario. En cuanto a la adaptación de Como agua para chocolate, señala que, aunque la película logró una traducción fiel del texto, siempre hay algo de la esencia poética que se pierde en el lenguaje cinematográfico, especialmente cuando el material literario tiene una carga simbólica profunda.

“La adaptación cinematográfica tuvo que sacrificar ciertas complejidades del lenguaje escrito para poder hacer una historia comprensible y dinámica en pantalla. Sin embargo, hay que reconocer que el cine tiene su propio lenguaje autónomo y, aunque tiene limitaciones, también posee su propia magia”, opina Bautista.

¿Cómo traducir al lenguaje audiovisual el realismo mágico?

La novela de Pedro Páramo y otras obras del realismo mágico, como Cien años de soledad de Gabriel García Márquez, traen consigo un desafío adicional: cómo representar lo sobrenatural y lo mágico de una forma que no resulte extraña o fuera de lugar para el espectador.

En el realismo mágico, los personajes y las situaciones extraordinarias deben presentarse como parte de la cotidianidad, algo que los personajes y los lectores no deben cuestionar. “Una de las características esenciales del realismo mágico es que los personajes en general, y el lector o espectador, no se deben de sorprender con la parte mágica; es algo cotidiano”, agrega Bautista. Esta idea, aunque fácil de transmitir en la literatura, se convierte en un reto mayor al intentarlo en el cine.

A pesar de estos desafíos, Bercini ve un aspecto positivo en las adaptaciones cinematográficas de grandes novelas. En su opinión, las películas pueden revitalizar el interés por los libros, especialmente en un contexto donde muchos jóvenes pueden sentirse más atraídos por lo audiovisual que por la literatura tradicional.

“Una mala adaptación ayuda a la literatura, porque muchas veces, después de que se hace una película, el libro vende más”, sostiene.

 

Este fenómeno de revitalización es una muestra de cómo el cine puede mantener vivas las obras literarias y generar nuevas lecturas del material original. Es un ciclo en el que ambos lenguajes, el literario y el cinematográfico, se benefician mutuamente, como bien argumenta Bautista: “Por algo estas novelas siguen resonando en la actualidad y se siguen haciendo versiones”.

Y aunque el debate sobre qué es mejor, ¿el libro o la película?, sigue siendo eterno, lo cierto es que la literatura y el cine continúan enriqueciendo el panorama cultural y generando nuevas formas de acercarse a los clásicos.

Adaptaciones audiovisuales del realismo mágico, ¿renovación de la literatura o productos efímeros?

Con la creciente producción de adaptaciones audiovisuales de obras emblemáticas del realismo mágico, como Cien años de soledad y Pedro Páramo, surgen posiciones encontradas entre quienes ven en ellas una oportunidad de revitalizar el interés por la literatura latinoamericana y quienes consideran que solo servirán como “ilustraciones” pasajeras.

La doctora Alejandra Amatto, académica de la UNAM, y el escritor Alejandro Toledo, autor de los volúmenes de cuento Atardecer con lluvia y Corpus: ficciones sobre ficciones, ofrecen perspectivas contrastantes sobre el impacto de estas adaptaciones en la preservación y difusión de las obras en el contexto contemporáneo.

Para Alejandra Amatto, el fenómeno es positivo y trascendental siempre que las adaptaciones respeten la esencia de las obras. Según Amatto, el realismo mágico sigue fascinando a las audiencias actuales debido a su capacidad de plantear “mundos complejos y alternativos” que se apartan de las estructuras realistas habituales. Esto, a su juicio, no solo atrae por su propuesta visual, sino que también “revitaliza una expresión característica” de la literatura latinoamericana.

En su opinión, adaptaciones cuidadosas y respetuosas tienen el potencial de acercar a nuevos públicos y, sobre todo, a generaciones jóvenes que aún no conocen la literatura del boom latinoamericano. “Si están bien configuradas van a acercar a muchos lectores y lectoras, pero además contemporáneos, más jóvenes”, argumenta la académica adscrita al Colegio de Estudios Latinoamericanos de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM.

Amatto reconoce que una adaptación nunca podrá ser idéntica a la obra original, dada la diferencia de lenguajes entre lo literario y lo cinematográfico, pero considera que las producciones pueden armonizar estos códigos, pero sin perder de vista los “elementos básicos que expresen el sentido general de la obra”. La académica confía en que el realismo mágico no es solo una moda pasajera, sino que esta “revitalización” de la narrativa fantástica latinoamericana podría tener un impacto duradero en los lectores y espectadores.

Toledo, en cambio, se muestra escéptico ante esta “revitalización” del género. Para él, el interés actual de las plataformas en obras como Pedro Páramo y Cien años de soledad responde a una moda impulsada por el mercado audiovisual, más que a una necesidad de explorar a fondo el realismo mágico.

“El problema del streaming es que se trata de un consumo diario que igual que surge se agota. Las modas son efímeras”, afirma el ganador del Premio García Cubas 2025.

Toledo duda de que estas producciones vayan a incidir en la lectura de las novelas originales y cree que simplemente ofrecen un “paseo superficial” por estas obras sin profundizar en su esencia literaria. En su visión, las adaptaciones no pasarán de ser “productos comerciales para consumo rápido”, impulsadas por “empresarios del streaming” y poco enfocadas en el valor literario.

Además, considera que las adaptaciones, lejos de asegurar la trascendencia de la literatura, reducen la obra a su trama más simple, creando una experiencia que no está a la altura de la lectura.

“Difícilmente la experiencia visual será paralela a la experiencia literaria. Son pocos los grandes cineastas; y son muchos los que manufacturan eficientes espectáculos para consumo de temporada”, enfatiza y cuestiona si realmente habrá un nuevo interés por el realismo mágico o si las audiencias simplemente “pasarán a otra cosa”.

A diferencia de Amatto, Toledo duda que una serie de Cien años de soledad logre captar la profundidad y matices de la novela de García Márquez, temiendo que termine siendo “mera ilustración” de un clásico cuya riqueza está en el lenguaje y la palabra.

Para Amatto, las adaptaciones representan una oportunidad de revitalizar el género y acercar al público a las obras que inmortalizaron el realismo mágico, mientras que Toledo las percibe como productos efímeros, más cercanos a la moda que a la literatura.

Ambos, sin embargo, coinciden en que los lenguajes del cine y la literatura son diferentes, y en que el éxito de estas adaptaciones dependerá de la sensibilidad y talento de los creadores. La pregunta queda abierta: ¿estamos ante un nuevo renacer del realismo mágico en la cultura popular, o ante un fenómeno de consumo masivo cuyo legado se desvanecerá tan rápido como llegó?

Efecto Pedro Páramo

El estreno de la película basada en la obra de Juan Rulfo ha llegado acompañado de algunas reediciones del libro.

La editorial RM, especializada en libros de arte, lanzó hace unos días en México la reimpresión de la novela. Esta vez con un cintillo que anuncia la adaptación cinematográfica de Netflix.

Otros sellos han aprovechado la tendencia para promocionar sus propias ediciones, como editorial Cátedra, que en 2023 publicó una versión de lujo, con textos críticos y fotografías del propio Rulfo.

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