Partido envenenado

Encontrar la cura para salvar de la muerte al PAN está ahora en manos de Marko Cortés, sin embargo, la división entre los militantes blanquiazules provocada por la búsqueda desmedida de poder sumada a una larga serie de malas decisiones internas hacen de esta tarea algo casi imposible para el nuevo dirigente nacional
Carlos Salazar Carlos Salazar Publicado el
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El panismo agoniza por envenenamiento, un proceso que ha avanzado lento pero constante por las venas del partido que fundó Manuel Gómez Morín, pero que se ha acelerado en los últimos meses con signos de degradación evidentes que hacen temer un avance irreversible.

Si la cúpula panista celebraba el domingo en la noche el “ejercicio democrático” de la renovación de la dirigencia, otros, la mayoría, asistía al desgaste de un partido dividido, agotado, sin capacidad de autocrítica, ajeno a la realidad política, esclavo de intereses particulares y de grupo.

Ungido para encabezar el panismo a nivel nacional, el exdiputado federal Marko Cortés recibe una institución sensiblemente disminuida, pues el veneno consume al PAN desde dentro y quienes aún intentan sostenerlo no encuentran el antídoto.

El partido opositor por excelencia durante la mayor parte de su historia es también una paradoja. Nació y vivió sus mejores años desde la oposición y la cicuta que terminaría por envenenarlos sería precisamente el poder.

De la mano de sus primeros triunfos electorales hace ya 30 años, y de la victoria en los comicios presidenciales del 2000, vinieron también las malas prácticas que se fueron instalando en la cotidianidad de su vida interna y que terminaron por erosionarlo hasta dejarlo el día de hoy en un estado irreconocible.

No es solamente que muchos panistas de cuño ya no reconozcan el partido por el cual libraron auténticas batallas democráticas, sino que el propio partido ya no se reconoce a sí mismo cuando se mira en el espejo.

Esos 12 años en el máximo cargo político del país marcarían el inicio de la transfiguración del partido, lo que terminó por desdibujar sus ideales políticos y que paso a paso lo ha llevado a la crisis de identidad que hoy vive.

La renuncia del expresidente Felipe Calderón en pleno conteo de votos de la contienda interna fue un movimiento esperado. El michoacano ‘ya no estaba’ en el partido desde la renuncia de su esposa Margarita Zavala, pero no por ello deja de ser un golpe directo por la forma y el fondo de su decisión.

Síntoma del cisma panista es el hecho de que los dos presidentes de la República salidos de las filas del PAN no solamente están fuera del partido, sino que se han posicionado abiertamente en su contra

Vicente Fox apoyando abiertamente al PRI y Felipe Calderón preparando un partido que busca destronar al blanquiazul como la institución política hegemónica de la derecha mexicana.

Pero no han sido los únicos. A la lista de salidas se suma la de dos de los últimos presidentes nacionales, Manuel Espino y Germán Martínez (otrora cercano a Felipe Calderón) quienes hoy están en las filas de Morena; sin dejar de mencionar a destacados panistas como Javier Lozano, Gabriela Cuevas, Luis Fernando Salazar y por supuesto Margarita Zavala, por mencionar sólo algunos.

Hay otros blanquiazules que aunque siguen perteneciendo al PAN están en franca oposición con los grupos que se han apoderado del partido y de quienes no se sabe la postura que podrían tomar de ahora en adelante, comenzando por Manuel Gómez Morín, aunque hay otros históricos como Ernesto Ruffo, Carlos Medina o Juan José Rodríguez Prats que parecen cada vez más alejados o relegados.

Responsables de la severa crisis actual hay muchos, pues si bien Ricardo Anaya es el villano del momento, la división y la degradación del partido vienen de lejos, por eso sorprende también la ofensiva del expresidente Felipe Calderón quien denuncia las mismas prácticas que él quiso imponer cuando fue Presidente de la República.

En la que quizá sea la crisis más importante de su historia, se ve improbable que Marko Cortés pueda ser quien reconduzca al PAN, y con algunos de sus principales activos empujados de los órganos partidistas o alejados voluntariamente, el futuro para el panismo no es muy esperanzador.

Una de las primeras decisiones que se espera que tome el nuevo dirigente es una reforma estatutaria, para que quienes ocupen el puesto de dirigencia partidista, no puedan convertirse en candidatos a un cargo de elección durante el tiempo que dure su mandato, un claro mensaje a Ricardo Anaya, quien utilizó su posición dentro del partido y su estructura para construir su candidatura presidencial

Sin embargo, este y otros cambios internos que exigen dentro el panismo son un mero parche y llegan tarde. El envenenamiento se ha extendido de forma agresiva y no se vislumbra en el horizonte un panorama que invite a la conciliación.

Se perdió el PAN ciudadano

Para el diputado federal Ernesto Ruffo, el panismo comenzó a perder su esencia en cuanto empezó a cosechar victorias electorales.

El exgobernador de Baja California afirma que las motivaciones de la militancia comenzaron a cambiar cuando accedieron al poder, dejando en un segundo lugar la lucha democrática.

“Empezamos a perder al PAN ciudadano, al que se entusiasmaba en principios y fundamentos, y empezó el PAN de los controles, el de los controladores y el de los controlados; y esto que vimos este domingo no es más que una dinámica que continúa en ese sentido.

Es preocupante ver cómo los intereses y la necesidad de las carreras políticas personales se van imponiendo sobre las razones del interés público y del bien común”, afirma.

Ruffo Appel señala que los panistas al comenzar a acomodarse en posiciones de poder quisieron apoderarse de esos espacios de forma eterna, y eso fue impactando al interior del partido.

“Eso es lo que anquilosa a los partidos y no deja que la razón del interés público general sea el motivo fundamental de los actores políticos, entonces las instituciones terminan maniatadas.

Esto es contrario a la esencia original del PAN porque la lucha era por la democracia, la lucha interna también era por tener a los mejores hombres y mujeres en el gobierno para servir al bien común, no para la causa de un grupo”, revela.

Eterno consorcio

El apoderamiento de los órganos partidistas, de la dirigencia y de la toma de decisiones, realidad que muchos han calificado como ‘el secuestro del partido’, no podría entenderse sin el contexto histórico de lo que ha sido el panismo en los últimos años.

Desde los dos presidentes panistas de México, pasando por los dirigentes nacionales y los gobernadores blanquiazules, muchos han visto al PAN como su coto particular de poder para imponer o por lo menos intentarlo, presidentes de partido, candidatos o cargos aún a expensas de la ruptura.

La crisis por la que atraviesa Acción Nacional actualmente no es un problema que surgió de la noche a la mañana; sino un cúmulo de malas decisiones que sus líderes han tomado a lo largo de la historia reciente del partido

En su carta de renuncia, el expresidente Felipe Calderón hizo referencia a ‘el consorcio’ que controla al PAN, el cual asegura ha destruido la democracia interna, “llegando al extremo de que durante los últimos años ninguna de las candidaturas relevantes del partido han sido electas por los militantes, sino impuestas por designación a la membresía”.

Este consorcio al cual hace referencia el exmandatario sin duda tiene destinatario: Ricardo Anaya Cortés y su grupo, quienes se apropiaron en la práctica del partido y utilizaron la estructura partidista para sus propios beneficios.

En el caso de Anaya, la candidatura presidencial, pero también el caso de Damián Zepeda, que con muy poco mérito se hizo de una senaduría plurinominal y con la coordinación del PAN en el Senado; incluso se extiende a Marko Cortés, quien a pesar de querer deslindarse de Anaya, fue la clara apuesta del anayismo para continuar ejerciendo control sobre las decisiones partidarias.

Sin embargo, estas prácticas no son exclusivas del excandidato del Frente y su camarilla, sino que fueron inauguradas por Fox y perfeccionadas por el propio Felipe Calderón, y en gran medida, lo que vive hoy el PAN es consecuencia directa de las decisiones e intentos de imposición por parte de los dos expresidentes.

Si bien Fox intentó controlar el partido desde Los Pinos, no sería hasta el final de su sexenio, cuando se preparaba la sucesión presidencial, que el mandatario presionó más fuerte para imponer su investidura sobre las decisiones blanquiazules.

Primero impulsando discretamente a su esposa Marta Sahagún para la candidatura presidencial panista, y después, ante el fracaso del intento, apoyando abiertamente a Santiago Creel, uno de sus más cercanos.

Sin embargo, la ‘rebeldía’ de Felipe Calderón, quien también había formado parte del gabinete Foxista, terminaría por imponerse, y el michoacano sería nombrado candidato panista a pesar de la resistencia de Fox y a la postre se convertiría en Presidente de la República.

Ya con Calderón en Los Pinos, no sólo no se mantuvo la ‘sana distancia’ entre partido y gobierno, sino que la injerencia del Jefe del Ejecutivo Federal sobre la vida interna del PAN se hizo más evidente, y las imposiciones e intentos de las mismas de Calderón fueron acciones cuyas secuelas sigue pagando el panismo hoy en día.

Durante su sexenio Calderón pudo colocar prácticamente sin ninguna oposición a sus incondicionales Germán Martínez y César Nava como presidentes del partido. Éste último, más recordado por haber signado un pacto de no agresión con el PRI en el Estado de México previo a las elecciones de 2011, un acuerdo que causaría estragos al interior del PAN.

Poco a poco, a consecuencia de la pérdida de terreno del PAN en materia electoral, Calderón fue quedándose sin el control del partido, por lo que en 2010 fraguó un nuevo intento de imposición en la dirigencia nacional, impulsando esta vez a Roberto Gil Zuarth, su exsecretario particular, y fue en ese momento cuando Calderón cosechó su primer gran derrota interna, pues Gil fue derrotado por Gustavo Madero, quien logró el apoyo de otros grupos que se oponían al maximato del entonces presidente de México.

Tanto Vicente Fox como Felipe Calderón influyeron fuertemente en decisiones internas del partido haciendo uso de su cargo como presidentes

Con la llegada de Madero se abrió una nueva etapa en el PAN, y el hoy senador mantuvo su pugna con Calderón hasta el último día del sexenio y aún después de que éste dejara su lugar a Enrique Peña Nieto.

Sin embargo Calderón no se rindió y buscó imponer a Ernesto Cordero como candidato presidencial en 2012, pero volvió a fracasar.

Posteriormente lo impulsó nuevamente para la dirigencia panista en 2014, y aunque Madero ganó la reelección en esa ocasión con Ricardo Anaya como compañero de fórmula, ambos, Madero y Anaya, fortalecieron el control sobre los órganos partidistas y en 2015 le cerraron las puertas a Margarita Zavala para una candidatura a una diputación federal. Muestra de que el conflicto con Calderón seguía.

Aún con el PAN fuera de Los Pinos el ‘consorcio’ siguió, cambiando algunos personajes pero manteniendo la esencia y su objetivo: el control de los órganos partidistas.

Anaya fue presidente interino y después presidente electo del PAN, todo ello a costa de traicionar a Madero.

La historia de Anaya, su control sobre el partido, sobre las candidaturas, sobre las decisiones, sobre su sucesor y su búsqueda de beneficios personales es la historia de los líderes del PAN, desde Vicente Fox, pasando por Felipe Calderón y hasta Gustavo Madero, en mayor o menor medida todos replicaron las mismas prácticas. Con Marko Cortés todo cambia pero al mismo tiempo todo sigue igual, pues todos han envenenado al PAN.

Marko Cortés, a pesar de querer deslindarse de Ricardo Anaya, fue la clara apuesta del anayismo para continuar ejerciendo control sobre las decisiones partidarias

Le dan la espalda

Una muestra del extravío que vive Acción Nacional son las figuras de los expresidentes de la República emanados del PAN, quienes no solamente están fuera del partido en la práctica o de manera formal, sino que han tomado una postura abiertamente opositora a la cúpula que hoy maneja los hilos del panismo.

Entre los personajes más destacados que han renunciado al blanquiazul se encuentran figuras como Margarita Zavala, Tatiana Clouthier y Germán Martínez

Con precisión y tiempo perfectos para sus intereses, Felipe Calderón anunció su renuncia después de votar por Manuel Gómez Morín, justo el día del proceso interno panista. Pero la realidad es que el expresidente ‘ya no estaba’ en el PAN.

Desde el 2009 comenzó a perder el control sobre su partido y en 2012, tras dejar Los Pinos, su influencia se fue haciendo cada vez menor.

La salida de Margarita Zavala después de no haber podido pelear en igualdad de circunstancias la candidatura presidencial fue un aviso de lo que venía y de lo que podrá confirmarse en los próximos meses: un nuevo partido político de derecha liderado por los Calderón y en el cual podrían tener cabida otros panistas inconformes con la cúpula

Este sería sin duda un duro golpe para el panismo, inmerso en su propia crisis sin necesidad de una ruptura abierta como la que plantea el exmandatario.

El primer presidente emanado de las filas del PAN, Vicente Fox, también está lejos de ser un referente del panismo.

Aunque hoy parece más enfocado en su faceta de activista y potencial empresario de la cannabis, uno de los episodios que lo retratan con mayor claridad fue su apoyo abierto en 2012 al priista Enrique Peña Nieto, a pesar de que el PAN había postulado a Josefina Vázquez Mota, quien fue Secretaria de Estado durante su sexenio.

Fox, lejos de ser un activo del panismo se ha convertido también en uno de sus principales detractores, y desde que dejó Los Pinos en 2006 sus enfrentamientos con otros líderes y dirigentes partidistas fueron comunes.

Otros casos emblemáticos son los de Tatiana y Manuel Clouthier, hijos del ‘Maquío’ uno de los símbolos panistas, quienes también dejaron el partido por la puerta de atrás después de haber mantenido diferencias con sus dirigencias. La primera es hoy diputada por Morena y el segundo ha buscado seguir en la vida política por la vía independiente.

Algunos de los casos más recientes son el del poblano Javier Lozano, Secretario del Trabajo con Felipe Calderón, exsenador de la República y que dejó el PAN enfrentado con Anaya para integrarse a la campaña de José Antonio Meade.

La exsenadora y Exjefa Delegacional de Miguel Hidalgo Gabriela Cuevas también dejó las filas panistas para integrarse a Morena, quien la hizo candidata a una diputación; Luis Fernando Salazar, diputado federal también dejó al PAN para integrarse a la bancada guinda.

Una de las muestras más claras de la debacle del PAN es la cantidad de militantes que no sólo han abandonado el partido, sino que fuera del mismo continúan criticándolo

Dos exdirigentes nacionales de igual manera se sumaron al proyecto de López Obrador. El primero fue Manuel Espino, quien se integró a la campaña como coordinador de organizaciones sociales y civiles, y el segundo Germán Martínez, cercano al expresidente Felipe Calderón y quien será el titular del IMSS en el próximo gobierno.

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