La administración de la vía pública es un negocio jugoso para el sector formal e informal en la Ciudad de México (CDMX); mientras miles de acomodadores (franeleros) se apropian de calles completas para cobrar por sus servicios (estacionar, cuidar y lavar vehículos particulares), el gobierno capitalino concesiona polígonos para la instalación de parquímetros, esto con la premisa de solucionar el problema de movilidad en la capital del país.
En ambos casos, el ciudadano adquiere la obligación de realizar una aportación económica para hacer uso del espacio público en la Ciudad de México; aunado a ello, pierden la posibilidad de decidir, pues simplemente acceden al mecanismo que esté instalado en donde se estacionan, pero esto involucra diferentes variables.
¿Qué pasa con los franeleros?
También conocidos como viene-viene, los acomodadores en la alcaldía Benito Juárez (BJ) han encontrado una fuente de ingresos fija en las calles de la demarcación.
De acuerdo con David, quien trabaja en la colonia Portales, con sus ganancias se mantienen él y su hija; asimismo, Gloria, quien también acomoda autos en la BJ, dice que con 50 años de edad y sin experiencia en otro oficio, es improbable que encuentre trabajo de otra cosa.
Del mismo modo Josué, quien estaciona vehículos atrás del edificio de gobierno de la alcaldía Benito Juárez, cuenta que los acomodadores son importantes para los ciudadanos, pues además de ayudarlos a estacionarse, auxilian a cambiar llantas, lavan autos y hasta les ayudan a los vecinos a cargar las bolsas del supermercado.
“Esto no lo hace un parquímetro”, asegura en entrevista para Reporte Índigo (RI).
Otro acomodador que dio declaraciones a Reporte Indigo fue Mario, quien labora en la colonia Mixcoac y dijo que, tras la colocación de parquímetros en Insurgentes Mixcoac, los franeleros de esa colonia se trasladaron a la suya, generando mayor competencia y reduciendo sus ganancias.
“Si hay parquímetros ya no te dan chance de meter carros. Ahora sí que se acaba el trabajo. Del otro lado (de la avenida Revolución) pusieron y todos los de allá se vinieron para acá”, explica Mario Rubalcaba.
Ante el incremento de la instalación de parquímetros, los acomodadores como David o Josué dijeron que no se van a dejar, además, señalan que los acomodadores mantienen limpia su área de trabajo, lo que les brinda el apoyo de los vecinos.
“Gracias a Dios la gente apoya a la banda. Como ven que no andamos de maldosos y cuidamos el barrio, nos hacen valer”, relata David a RI.
“Para mí los parquímetros no son la solución, porque van a aumentar los robos, ¿me entiendes?, acá uno le echa el ojo a los carros, porque aquí caen los rateros de la (colonia) Doctores”, agregó Josué.
Sin embargo, los usuarios señalan que algunos franeleros se exceden, pues ponen una tarifa elevada por hacer uso de la vía pública, o apartan lugares con cajas de madera; asimismo, amedrentan a los usuarios de la vía pública para que les paguen o les llegan a rayar el carro si tienen algún conflicto, por lo que algunos conductores prefieren los parquímetros.
¿Los parquímetros solucionan el problema?
De acuerdo con Sandra Luz Bacelis, profesora-investigadora del departamento de Síntesis Creativa, División de Ciencias y Artes para el Diseño y coordinadora de la licenciatura de Planeación Territorial en la Universidad Autónoma Metropolitana unidad Xochimilco (UAM-X); así como con Bernardo Navarro, profesor-investigador y coordinador del Observatorio de Transporte y Movilidad Metropolitana de la misma casa de estudios, los parquímetros no resuelven el problema que prometen solucionar.
En entrevista para Reporte Indigo, los académicos de la UAM recuerdan que la premisa bajo la que operan los parquímetros es reducir la carga vehicular en la carpeta asfáltica, hacer más eficiente y digno el uso de la calle y contravenir las malas prácticas en el uso del suelo de la Ciudad de México; sin embargo, esto no ocurre así.
Por ejemplo, algo que se ve en la realidad, al poner los parquímetros en zonas de oficinas, es que las y los trabajadores dejan estacionado su carro más lejos de sus centros de trabajo para evadir el parquímetro; es decir, no reducen el flujo de vehículos, sino que lo trasladan a otras partes, lo que genera incomodidad al usuario y, al mismo tiempo, los expone a asaltos.
El doctor Navarro Benítez describe a los parquímetros como un “dulce envenenado”, pues planteaban una solución “fácil” a un problema complejo, pero puesto en práctica, resultó que la recaudación es inequitativa, pues se enajena mayormente en manos privadas y, con el pasar de las décadas, el problema persiste.
Cabe recordar que en la CDMX hay más de mil 500 parquímetros instalados en las alcaldías Cuauhtémoc, Benito Juárez y Miguel Hidalgo, donde las ganancias acumuladas del cobro a usuarios de la vía pública se reparten 70% a concesionarios privados y 30% al gobierno de la capital; asimismo, el 55% de las ganancias privadas se las lleva la empresa Operadora de Estacionamientos Viales, SA de CV (Opevsa).
“La verdad es que detrás de eso hay un negocio muy considerable con aparentes beneficios a los vecinos, que pocas veces llegaba”, agrega el doctor Navarro. En cambio, el especialista en movilidad plantea que, para poder solucionar los problemas de la vía pública en la ciudad se deben plantear estrategias específicas en consideración de la zona.
Por ejemplo, para el corredor de Reforma ve plausible la instalación de un tranvía en vez del Metrobús, pues ocupa menos espacio, carga con más pasajeros, es más seguro y más rápido en cuestión de ascensos y descensos.
En otros puntos de la ciudad, sugiere la creación de nuevas pensiones o estacionamientos públicos en terrenos vacíos que puedan albergar vehículos con una modalidad diferente a la de los parquímetros, donde se cobra 3.10 pesos por cada 15 minutos por periodos límites de seis horas, ello en el entendido que la jornada diaria puede ser de ocho o nueve horas, complicando a los usuarios las recargas o interrumpir su trabajo para recargar constantemente estos instrumentos.
¿Qué opina el público?
Finalmente está la posición de los usuarios, quienes manifiestan posiciones encontradas. Por ejemplo, la señora Teresa Urbina dijo a RI que es un servicio “totalmente incómodo”; además de que condenó la instalación de la “araña” (inmovilizador) aún cuando los trabajadores del gobierno ven que el usuario ya le va a depositar al parquímetro.
Otro testimonio fue el de Javier Trejo, quien ve a los parquímetros como una alternativa a los franeleros bastante eficaz y segura. “Mil veces (mejor), porque no sabes a quién le dejas tu carro y pues es más seguro (el parquímetro)”.
Por su cuenta, la Secretaría de Movilidad de la Ciudad de México (SEMOVI), quien no pudo otorgar entrevista a RI por cuestiones de cambio de administración, mantiene en su página oficial algunos datos interesantes sobre los parquímetros como los polígonos (sectores delimitados) donde están instalados, así como los costos y horarios; asimismo, se advierte que nunca se ha recibido una solicitud vecinal para retirar los parquímetros, por lo que se asume que han quedado satisfechos con la instalación de estos.