El Papa y su revolución
Aunque con obstáculos y divisiones internas, a cuatro años de iniciado el papado de Francisco, la intención renovadora de la Iglesia Católica avanza en todo el mundo.
La nueva Iglesia no solo se nota en el fin del eurocentrismo en la designación de los cardenales, sino en su fortalecimiento misionero de contacto con la gente.
J. Jesús Lemus
Aunque con obstáculos y divisiones internas, a cuatro años de iniciado el papado de Francisco, la intención renovadora de la Iglesia Católica avanza en todo el mundo.
La nueva Iglesia no solo se nota en el fin del eurocentrismo en la designación de los cardenales, sino en su fortalecimiento misionero de contacto con la gente.
En México, uno de los países más importantes para el Vaticano, se materializa claramente la política de Jorge Mario Bergoglio en su misión autoimpuesta para redireccionar el papel de la Iglesia en la sociedad y abandonar la senda de privilegios, para acercarla a los pobres.
En el llamado enérgico que hizo a los obispos mexicanos cuando visitó nuestro país, en febrero del 2016, el Papa Francisco ya advertía de la necesidad de transformación de la Iglesia a partir de un cambio de mentalidad de su jerarquía. Pidió pasar del discurso a los hechos.
A los pastores de la Iglesia les recordó que no era suficiente, ante la serie de conflictos y amenazas que se presentan en la sociedad, con refugiarse “en condenas genéricas”.
La nueva Iglesia Católica, insistió, reclamaba “un coraje profético y un serio y cualificado proyecto pastoral para contribuir a entretejer aquella delicada red humana, sin la cual todos seríamos desde el inicio derrotados”.
El mismo Papa Francisco ha reiterado su principio rector: “los cardenales no pueden ser príncipes apegados a dignidades decorativas. La Iglesia necesita cardenales capaces de abrazar a los leprosos del siglo XXI”.
Esa misma tesis la expuso en su visita a México, cuando se reunió con los 121 obispos, a los que les pidió ser “obispos de mirada limpia”.
En ocasión de su visita a la Ciudad de México, el Papa Francisco fue claro al reclamar a los obispos no dejarse “corromper por el materialismo trivial, ni por las ilusiones seductoras de los acuerdos debajo de la mesa; no pongan su confianza en los ‘carros y caballos’ de los faraones actuales”, les pidió.
Ese fue el principio del alejamiento de la política del conservador cardenal Norberto Rivera Carrera, el arzobispo primado de México, según lo advierte el doctor Bernardo Barranco, sociólogo especialista en religiones, autor de, entre otros libros, “Las Batallas del Estado Laico” y “El Evangelio Social del Obispo Raúl Vera”.
Desde la óptica del mayor especialista en religiones de México, bajo ese fundamento, el Papa Francisco también ha optado por el empoderamiento de sacerdotes identificados con su política de una iglesia de mayor contacto social, como el obispo Carlos Aguiar Retes, arzobispo de Tlalnepantla, que en octubre fue designado nuevo cardenal.
El Papa Francisco mueve sus piezas en México, de forma muy inteligente, dice el historiador y escritor Leopoldo Mendívil López, autor de, entre otros libros, “Secreto Vaticano”, quien aseguró que el Papa Francisco trata de alejarse de la política conservadora de la vieja Iglesia católica en México, “siempre en busca de ventilarla con ideas progresista que permitan un mayor fortalecimiento de esa institución”.
Eso es lo que ha hecho que el Papa Francisco ya sea una figura de peso popular, no solo dentro de la grey católica, donde es común que los papas sean populares, sino también más allá de los creyentes, en donde su figura se ha posicionado como la de uno de los personajes históricos más importantes de todo el mundo, en los últimos años.
Tal vez, por esa razón, la prestigiada revista Rolling Stone, especialista en música y cultura, le ha otorgado la portada de su edición de este mes.
En el impreso que sale a la venta este fin de semana, aparece el Papa Francisco con una amplia sonrisa y el pulgar derecho hacia arriba, acompañado de la leyenda “El Papa Pop”, en alusión a su carisma y popularidad.
Una popularidad fincada en sus intenciones de transformación de la Iglesia Católica y de decisiones sobre cosas comunes, que le han costado conflictos dentro de la jerarquía eclesiástica y poco a poco lo han dejado solo, en una soledad que – asegura la revista Rolling Stone- “comienza a ser palpable”.
Pero, a cuatro años de iniciada la era de Francisco, no hay duda de la transformación que esa institución vive: “hay una política social evangelizadora, que recupera la esencia del Concilio Vaticano II, la que pretende una iglesia más cercana a la gente”, señala el obispo Juan Espinoza, secretario del Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM).
Iglesia en crisis
Así, la del Papa Francisco es considerada ya una iglesia más cercana a la gente y a los pobres, la que comienza a resurgir de la crisis en la que estaba sumida al momento de la renuncia del Papa Benedicto XVI al cargo de Vicario de Cristo cuando las acusaciones de pederastia y corrupción causaron severo daño a la imagen de la institución.
No solo fueron los escándalos de pederastia y los señalamientos de malos manejos en la curia romana los que sumieron -hace cuatro años-, antes de la llegada del Papa Francisco, a la Iglesia Católica en la más grave crisis de la era moderna, solo superada por la de la Reforma iniciada por Martín Lutero en el siglo XVI.
“La crisis de la iglesia también se manifestó por el avance de otras religiones protestantes, principalmente en África y América Latina”, considera el doctor Bernardo Barranco, quien no dejó de señalar la falta del trabajo pastoral del que la jerarquía católica en México se había alejado desde hacía ya muchos años.
Por eso fue el reclamo del Papa Francisco a los obispos mexicanos, cuando en febrero del 2016 les dijo, en tono suave pero firme, “redescubran pues la sabia y humilde constancia con que los Padres de la fe de esta Patria han sabido introducir a las generaciones sucesivas en la semántica del misterio divino”.
Fue una llamada de atención y el anunció de lo que viene para la Iglesia Católica en México; siete meses después de ese mensaje, el Papa Francisco envió a uno de sus más cercanos aliados dentro del Vaticano. El cardenal progresista Franco Coppola fue designado Nuncio Apostólico en nuestro país, en sustitución del conservador Christophe Pierre, al que se le solicitó su renuncia el 10 de junio.
El ‘Papa pop’
La revista Rolling Stone dedica la portada de este mes a Francisco, el Papa al que la jerarquía eclesiástica poco a poco ha dejado solo.
Equilibrio de fuerzas
Con la llegada de Franco Coppola como representante personal del Papa Francisco, se abrió la posibilidad de una transformación en la cúpula de la jerarquía católica mexicana, al ser considerado como un hombre afecto a la posibilidad de tocar temas de coyuntura como la homosexualidad, el matrimonio entre parejas del mismo género y el aborto, sin el radicalismo exacerbado de su antecesor.
El trabajo encomendado a Franco Coppola, por lo que se ha visto en la agenda pública de trabajo de la Iglesia Católica en México, ha sido de remoción de obispos conservadores a diócesis de poco peso político, y en consecuencia la reubicación de obispos progresistas a las diócesis más importantes del país, especialmente aquellas en donde la violencia se manifiesta intensa.
El ejemplo más claro es el del obispo Carlos Garfias Merlos, un progresista que estaba encargado de la diócesis de Acapulco, quien fue designado Arzobispo de la diócesis de Morelia, en sustitución del obispo Alberto Suárez Inda, el que recibió como premio a su trabajo pastoral por más de 30 años en esa diócesis, la unción como cardenal.
Otro movimiento que apunta hacia las intenciones del Papa Francisco para reconfigurar el poder geopolítico de la iglesia en México, fue la designación de los sacerdotes progresistas Heriberto Cavazos y Oscar Efraín Tamez, como nuevos obispos auxiliares en la Arquidiócesis de Monterrey, los que llegaron para fortalecer el trabajo de uno de los obispos más cercanos al Papa Francisco, el arzobispo Rogelio Cabrera López.
La política del Papa Francisco para acercar la Iglesia Católica a los más pobres de México, también se cristalizó en la decisión de dividir la arquidiócesis de Hermosillo, creando la diócesis de Nogales, una de las zonas más pobres, en donde el trabajo de la iglesia había sido nulo entorno a la asistencia a los migrantes.
En la nueva diócesis de Nogales fue asignado el obispo José Leopoldo González, quien hasta antes se había desempeñado como obispo auxiliar en la arquidiócesis de Guadalajara, en donde su trabajo de contacto social chocaba frente a la política del conservador cardenal Juan Sandoval Iñiguez, uno de los más cercanos al grupo del arzobispo primado de México, Norberto Rivera Carrera.
Un trabajo difícil
El trabajo del Papa Francisco no ha sido fácil; ha tenido que enfrentar al sector conservador dentro de la iglesia que se opone a abandonar el radicalismo al tocar los temas del aborto, los matrimonios entre personas del mismo género y la homosexualidad, en donde grupos católicos, entre ellos algunos obispos mexicanos, insisten en conservar la histórica postura radical.
Eso ha hecho que el Papa Francisco navegue a contracorriente.
“No solo le ha tocado asumir el mando de la iglesia en una etapa de crisis, sino que ha tenido que encarar pugnas internas, dentro del Vaticano, las que han obligado a romper con el pacto conservador y han generado una lucha de poder muy fuertes”, explica el doctor Barranco.
La pugna interna más fuerte con la que ha tenido que lidiar el Papa Francisco, señala el doctor Bernardo Barranco, es la disputa por el poder que se vive en el Vaticano entre los cardenales Ángelo Sodano y Tarsicio Bertone, quienes manejan grupo de obispos en todas las congregaciones, que hace difícil el trabajo del Papa Francisco.
Al grupo de Ángelo Sodano, dijo Barranco, pertenece el grupo de obispos conservadores mexicanos a los que se conoce como “Los Cuervos”, en donde se encuentran Norberto Rivera Carrera, Onésimo Zepeda y Juan Sandoval Iñiguez, quienes fueron fortalecidos con la ayuda del nuncio Girolamo Prigione, un nuncio apostólico cuestionado por sus nexos con los poderes económicos y políticos, y hasta del narcotráfico, de México.
Eso es lo que apunta que la labor más difícil que tiene el Papa en su trabajo de reestructurar la Iglesia Católica en México, será la de nombrar un nuevo arzobispado primado en el país, apunta el historiador y escritor Leopoldo Mendívil, quien señala que la labor no será fácil, sobre todo por el control férreo y a ultranza que Rivera Carrera mantiene en la estructura jerárquica eclesial del país.
Distancia con los conservadores
La labor de Francisco para redireccionar la misión de la iglesia en México ya está en marcha: el padre Franco Coppola mantiene reuniones con los obispos allegados a la doctrina del Papa Francisco para cercar la actuación del grupo conservador, el que cada vez se observa más frío con el Papa.
El propio (Papa) Francisco ha marcado una especie de distancia con el cardenal Rivera Carrera, explicó el doctor Barranco, quien recordó que en uno de sus discursos durante la pasada visita a México, el Vicario de Cristo refirió que su visita al país la hizo solo para estar de cerca de la Virgen de Guadalupe.
El discurso del Papa, de acuerdo al doctor Barranco, fue un claro mensaje entre líneas para el grupo conservador mexicano, pues de esa forma se estaba desacreditando el papel de anfitrión que diplomáticamente le correspondería al arzobispo primado Norberto Rivera Carrera, quien no estuvo en algunos de los eventos que realizó el Papa en su visita a México.
Hay una clara distancia entre Norberto Rivera y el Papa Francisco, dice Leopoldo Mendívil, y eso se puede entender claramente si se considera que Rivera es parte del grupo del obispo norteamericano y ultraderechista Raymond Leo Burke, el mismo que fue destituido por Francisco del Tribunal Supremo de la Signatura Apostólica.
Raymond Leo Burke, agrega el historiador, es uno de los más fuertes opositores al Papa Francisco, al que ha señalado de hereje por las pretensiones reformistas dentro de la iglesia. La postura más radical fue una carta escrita junto con los cardenales alemanes Walter Brandmüller y Joachim Meisner, y el italiano Carlo Caffarra, en donde cuestionó las intenciones del Papa.
Esa carta fue la razón de la destitución de Raymond Leo Burke de su cargo en la congregación judicial del Vaticano, siendo enviado a una misión en la isla de Guam, en el Pacífico Occidental, “en una especie de exilio diplomático”.
Pero, aun así, considera Mendívil, Raymond Leo Burke no ha dejado de accionar y mantiene un frente opositor al Papa en todo el mundo; en Estados Unidos como un firme aliado a Donald Trump, y en México apoyando al cardenal Rivera Carrera y al grupo de conservadores que mantienen bajo su control la estructura de mando de la Iglesia Católica.
La sucesión de Norberto Rivera
El próximo 6 de junio el cardenal Norberto Rivera Carrera cumplirá 75 años de edad. De acuerdo al derecho canónico, es la edad tope para el ejercicio del cargo de Arzobispo Primado, por lo que está obligado a presentar su renuncia. Ese será el momento decisivo para que el Papa Francisco designe un nuevo padre al frente de la Iglesia Católica mexicana.
La sustitución del Arzobispo Primado de México, donde Rivera Carrera fue encumbrado por el papa Juan Pablo II, y que en junio de este año ya cumple 22 años en el cargo, será la prueba de fuego para el Papa Francisco, expone el historiador Leopoldo Mendívil.
No será un proceso fácil ni rápido, expone por su parte el doctor Bernardo Barranco, “pues no es como en los cargos políticos, que de un día para otro ya existe un suplemente del que sale”. En este caso podría tardar el proceso hasta tres años, mientras se reacomodan las estructuras de la jerarquía eclesiástica.
Estima el doctor Barranco que, si el proceso de sustitución de Norberto Carrera se da en forma rápida, “estaremos viendo un nuevo Arzobispo Primado de México, por lo menos en dos años”, lo que sería el signo más evidente del avance o del retroceso del proyecto de transformación que propone el Papa Francisco para la Iglesia Mexicana.
Es difícil hablar de sucesores. Pero desde la óptica del doctor Barranco, se augura la llegada de un nuevo Arzobispo Primado que sea muy cercano al Papa Francisco, pues en ello debe estar trabajando el vicario Franco Coppola, en donde ya se distinguen, por sus encomiendas, algunos de los posibles sucesores.
Entre los hombres que el doctor Barranco observa con posibilidades de suceder a Rivera Carrera, se encuentran los obispos Carlos Aguiar Retes, Arzobispo de Tlalnepantla; Carlos Garfias Merlos, Arzobispo de Morelia, y Rogelio Cabrera López, Arzobispo de Monterrey.
Aunque aseguró que en esto nunca hay nada cierto, pues cuando llegó Norberto Rivera había otros obispos favoritos que finalmente se desdibujaron, como el cardenal Javier Lozano Barragán, el obispo Sergio Obeso Rivera y el obispo Luis Reynoso Cervantes. Ahora, la historia podría no ser distinta.