Las necesidades de salud mental son altas, pero las respuestas son insuficientes e inadecuadas, destaca la Organización Mundial de la Salud (OMS) en el “Informe mundial sobre la salud mental: transformar la salud mental para todos 2022”, en el que urgió a las naciones a trabajar en conjunto para profundizar el valor y el compromiso otorgado a esta área del bienestar.
El documento detalla que la depresión y la ansiedad aumentaron más de un 25 por ciento solo en el primer año de la emergencia sanitaria por el virus SARS-CoV-2.
“Incluso antes de la pandemia de COVID-19, solo una pequeña fracción de las personas necesitadas tenía acceso a una atención de salud mental eficaz, asequible y de calidad. Por ejemplo, el 71 por ciento de las personas con psicosis en todo el mundo no reciben servicios de salud mental. Para la depresión, las brechas en la cobertura de servicios son amplias en todos los países”, precisa.
Sobre este indicador, la especialista en seguridad, Nancy Angélica Canjura Luna, advierte que en México fue muy alarmante el incremento exponencial del número de denuncias por violencia familiar, incluidas las llamadas al teléfono de emergencias 911, durante el confinamiento.
“Esto muestra la complicación para lidiar, dentro del propio núcleo familiar, con ciertas problemáticas que van desde la resolución de un conflicto hasta la forma de comunicación sobre los sentimientos, lo que también ha significado un aumento en la cantidad de feminicidios que se cometen”, manifiesta.
Además, señala como factor a tomar en cuenta para atender a los jóvenes la necesidad de pertenecer a un círculo social y cómo esto afecta en su relación con grupos criminales, ya que muchas veces en esos grupos etarios las formas de pertenencia se dan a partir de conductas que se comparten, entre ellas, la violencia.
“Es necesario que exista una política de Estado que empiece por el reconocimiento de que tenemos una situación de violencia crónica, así como los paradigmas sociológicos que nos permitan explicar el ciclo de la violencia dentro de cada uno de los núcleos de la sociedad, partiendo por la familia, para tener un mapeo muy claro de dónde tenemos los eslabones débiles”, dice la investigadora de Causa en Común.
Afirma que otra manera para combatir los índices de criminalidad es crear una estrategia conjunta que implique integralidad, en la que no solo se tome en cuenta el número de elementos policiacos o de la Guardia Civil que vigilarán las calles, sino que revise los esquemas de atención a la salud mental y al Estado de Derecho, a fin de erradicar la impunidad.
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