La han calificado como una mezcla de agua con aceite, un pacto contranatura y hasta un premio de la catafixia de Chabelo; lo cierto es que en estos días el PAN y el PRD buscan los acuerdos que les permitan formar una alianza en la elección del 2016.
Las negociaciones, sin embargo, no han sido cosa fácil. En algunos estados, la lucha por los espacios de poder no han permitido alcanzar un acuerdo para formar esta alianza.
Cada uno de los 12 estados donde habrá elecciones para elegir a un nuevo gobernador o gobernadora fijó las reglas y los plazos para que los partidos políticos registren alianzas.
El PAN y el PRD acordaron trabajar en un esquema de alianzas en estados pares. Es decir, por cada estado que encabece el PAN, habrá otro donde el candidato sea del PRD.
En ese esquema se acordaron previamente alianzas en Aguascalientes, Durango, Puebla, Veracruz, Hidalgo, Oaxaca, Tlaxcala y Zacatecas.
En los cuatro primeros, el PAN llevaría mano en la elección de candidato; en los otros, el PRD. Sin embargo, la lucha de poder por Tlaxcala podría empantanar los acuerdos para los otros estados.
Las senadoras Adriana Dávila (PAN) y Lorena Cuéllar (PRD) buscan ser las abanderadas de la coalición; una falta de acuerdo en ese estado pondría en jaque a todos los demás.
El 2 de enero se vence el plazo para que se registre la alianza de ambos partidos, por lo que las negociaciones apuran el paso.
Rumbo al 2018
Sin importar que se trate de partidos con ideologías totalmente opuestas, ambos buscan unirse para crear un frente común que pueda dar la batalla electoral al PRI.
En algunos estados nunca ha habido alternancia; el tricolor ha estado en el poder desde hace décadas.
Se trata de Campeche, Coahuila, Colima, Durango, Hidalgo, Estado de México, Quintana Roo, Tamaulipas y Veracruz.
En el 2016 habrá elecciones en Colima –el 17 de enero, en un proceso para reponer la elección anulada por el Tribunal Electoral-; así como en Durango, Hidalgo, Quintana Roo, Tamaulipas y Veracruz.
El PAN y el PRD se juegan la posibilidad de echar al PRI del poder, en esas entidades.
Además de ello, una alianza exitosa en el 2016 sería el primer paso para eventualmente consolidar un bloque opositor en el 2018.
Tal posibilidad la trabajan ya Gustavo Madero y Guadalupe Acosta Naranjo, expresidentes del PAN y el PRD, respectivamente.
Para ellos, es fundamental consolidar un bloque de oposición que dispute al PRI el poder presidencial en el 2018; pero antes, quieren culminar el marco regulatorio de los gobiernos de coalición.
De esta manera, la alianza no sería solamente con fines meramente electorales para que el partido que llevó mano en la candidatura ejerza el gobierno sin tomar en cuenta a las otras fuerzas aliadas, como ocurrió en Puebla con Rafael Moreno Valle o en Oaxaca con Gabino Cué.
La diferencia de las posturas ideológicas de ambos partidos ha sido motivo de críticas incluso al interior del PAN y del PRD.
Partidos se desdibujan
La principal crítica que algunos panistas y perredistas han hecho a la política de alianzas de sus partidos, es que sus principios se desdibujan.
Adriana Dávila, senadora por el PAN y quien busca la candidatura de su partido a la gubernatura de Tlaxcala, ha cuestionado la virtud de una alianza con la izquierda.
“¿Qué proyecto tendríamos, cuando a nivel nacional hay posturas contrastantes en temas como el aborto o la regularización de la mariguana?”, afirmó, en declaraciones publicadas por Milenio.
En el PRD, uno de los principales detractores de las alianzas con el PAN es el senador Armando Ríos Piter, quien considera que unirse a un partido tan diferente ideológicamente, perjudica al PRD.
“Esta es una equivocación, creo que es un suicidio político para el 2016, porque la gente va a perder claridad sobre nuestra propuesta política, y estaremos sembrando: entregarle a una parte de la militancia al Partido Acción Nacional en el horizonte del 2018, y la otra que siga buscando identificación de voto de izquierda, se irá a Morena”, comentó el legislador.
Al exterior, las críticas también han sido fuertes.
Para Manlio Fabio Beltrones, presidente nacional del PRI, la alianza de estos dos partidos es como un juego, más que una propuesta política seria.
“Creo que los partidos se debilitan hacia adentro, aunque en algunas ocasiones ganen las elecciones con estas alianzas contra natura. Pero eso no lo digo yo, lo dice cualquiera de los militantes dentro del PAN o del PRI y del PRD, que ven que los partidos políticos pierden identidad y con eso, fortaleza”, expuso Beltrones.
“Además, con un pragmatismo que tapa toda ideología, que dicen que va ser un recuerdo de la catafixia de Chabelo”, criticó el priista.
Los priistas buscan que esas alianzas no se completen pues, aunque sea un conglomerado de ideologías diferentes, en algunas entidades sí podrían representar un riesgo electoral para el tricolor.