Las personas con Síndrome de Down no están consideradas como población de riesgo en el plan de vacunación contra el COVID-19 pese a su vulnerabilidad en caso de padecer un contagio.
Como parte de las características de esta condición existen comorbilidades como la hipertensión, diabetes y obesidad, por lo que las familias que tienen a un familiar con trisomía 21 piden a las autoridades que los atiendan de manera prioritaria.
“Estos seres humanos no escogieron tener esta discapacidad y tienen esta enorme capacidad de amor y creo que merecen que los protejamos. Necesitamos nosotros los que tenemos la bendición de la salud, de algún tipo de normalidad, valorar la vida no solamente de los que se parecen a nosotros, sino de los que nos necesitan para sobrevivir”, expresa Guillermo Arteaga Mac Kinney, ingeniero especializado en nutrición y profesor de la Universidad de Sonora.
Considera que la forma en que un país trata a las personas vulnerables es un reflejo de su progreso como sociedad.
“Valorar la vida humana nada más por cuánto voy a producir, cuánto dinero voy a generar, cuántos impuestos voy a pagar. Creo que nos quedamos muy cortos. El nivel de avance de una sociedad se mide por cómo trata a los menos favorecidos.
“La experiencia de vivir con una persona que tiene alguna discapacidad, en particular Síndrome de Down, transforma vidas, cambia a familias para bien, creo que la vida es mucho más que cuánto vas a producir”, sentencia el académico.
La promoción de una política en la que se favorezca la vacunación de este sector vulnerable sería de fácil aplicación, lo que se requiere básicamente es el acompañamiento del Gobierno federal.
Los médicos han encontrado que en los planes de vacunación las personas con Síndrome de Down y otras discapacidades están asignadas para recibir la vacuna por edad, igual que el grueso de la población.
“Se les debería de dar una prioridad por el tipo de riesgo que conllevan, porque para esta población contagiarse de COVID-19 es mucho mas severo y presenta más complicaciones, sin embargo no se ha hecho ninguna distinción para vacunarlos antes”, explica el infectólogo Rodrigo Miguel González Sánchez.
En los estudios consultados por el sector médico, de acuerdo con el especialista, son inexistentes los impedimentos para que las personas con esta condición de trisomía 21 puedan ser inoculados.
“Se puede aplicar la vacuna en ellos, definitivamente, pero según las condiciones actuales es hasta que les toque por grupo de edad. No en algún lugar anticipado o privilegiado por este factor de riesgo que tienen.
“Por sus características, los pacientes con Síndrome de Down suelen tener problemas del corazón. También pueden presentar hipertensión pulmonar, que es un incremento en la presión a nivel de los pulmones, lo que dificulta que se oxigenen de forma adecuada”, explica el especialista.
González Sánchez dice que en estos momentos se debe dar prioridad a este grupo vulnerable especialmente ante el COVID-19, ya que la iniciativa privada en el ámbito internacional también lo está exigiendo.
“Las sociedades internacionales que ven a este tipo de pacientes recomiendan la aplicación de la vacuna. Quizás debería de ser un grupo prioritario, aunque no se ha puesto el dedo en el renglón, estaría bien que los consideren”, señala el médico.
La señora María Fernanda Martínez es madre de Rodrigo Morales Martínez, un adolescente de 15 años que necesita actividad física para enfrentar su condición de trisomía 21.
Destaca que entre su familia han sido muy estrictos con las medidas sanitarias para proteger a Rodrigo de un contagio.
“Mi hijo ha tenido temas de presión pulmonar, en específico yo sé que es un aspecto que lo hace vulnerable y de alto riesgo. Pero muchos otros chicos con Síndrome de Down tienen problemas cardiacos o de algún otro tipo que al igual los hacen estar en mucho riesgo”, explica.