Oficialismo y oposición van de polarizar a radicalizar
La confrontación entre el oficialismo y la oposición mantiene una tendencia cada vez más agresiva, volviéndose habitual el intercambio de descalificativos como “fascista”, “comunista”, “golpista” o “dictador”, una dinámica que poco aporta al país y que divide cada vez más a la sociedad
Carlos MontesinosEl discurso entre el bloque oficialista y la oposición está subiendo de tono. Pasados los comicios, los ánimos siguen sin templarse, por el contrario, ambos bandos prefieren intercambiar señalamientos cada vez más drásticos, alejándose de intercambios democráticos y tildándose mutuamente de incurrir en acciones de corte totalitario.
A partir de un tuit en el que llamaba a “tomar nota” de quienes facilitaron las acciones del actual Gobierno, Claudio X. González, dirigente de Sí Por México y promotor del bloque opositor, recibió críticas que lo equiparon con las “listas negras” de regímenes fascistas, siendo que el mismo Presidente Andrés Manuel López Obrador ha usado este calificativo para comparar a la alianza PRI-PANPRD con los dictadores Francisco Franco y Augusto Pinochet.
El primer mandatario mantiene esta narrativa ya que, durante este año, acusó que las clases medias “manipuladas” apoyaron los regímenes fascistas de Pinochet y Adolf Hitler. Además de referirse de esta manera al Partido Acción Nacional, en general, y a Gabriel Quadri, en particular, por sus acercamientos con el partido ultraderechista español VOX. Incluso haciendo símil entre el diputado federal panista y Santiago Abascal, dirigente de la organización.
Quadri, por su parte, es uno de los opositores que promueven un discurso similar en contra del oficialismo.
Por ejemplo, a raíz de la investigación en contra de académicos y exfuncionarios del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología, no vaciló al comparar a López Obrador y a su administración con el régimen comunista de Joseph Stalin. Siendo que compañeros de partido, como la senadora Lilly Téllez, han hecho críticas similares sobre el “comunismo” de Morena.
Esta constante radicalización del discurso incluso es utilizada para apoyar aspiraciones políticas, como es el caso de Ricardo Anaya, quien ya adelantó que buscará nuevamente la candidatura panista a la Presidencia de la República en 2024, a la vez que se declara un “perseguido político”.
Otro destapado, Gerardo Fernández Noroña, constantemente acusa intentonas golpistas, bien desde el Instituto Nacional Electoral o por el polémico desabasto de medicamentos oncológicos.
Por su parte, López Obrador gusta de lanzar acusaciones por “traición a la patria” a abogados que defienden a empresas extranjeras, a asociaciones civiles con financiamiento internacional y a legisladores que se oponen a sus reformas, por lo que la oposición responde acusándole de prácticas criminales, autoritarias y hasta dictatoriales, como ha replicado el mismo Ricardo Anaya en diversas ocasiones.
Para analizar esto, Reporte Índigo entrevistó a Javier Santiago Castillo, profesor-investigador del Departamento de Sociología de la Universidad Autónoma Metropolitana, quien opina que el primer mandatario recurre a estas estrategias propagandísticas para abonar en el ánimo de los sectores sociales que respaldan sin cuestionamientos su proyecto político, en tanto que la oposición se ha limitado a reaccionar sin contar con una agenda de propuestas propia.
“Solo es la rijosidad como parte de la estrategia mediática del presidente para fortalecer su postura ante los sectores que le interesan. También se deriva de que hay una sucesión presidencial adelantada, al menos desde el lado del partido en el poder se han adelantado nombres de posibles candidatos, y la oposición no tiene gallo, yo creo que ni pollito”.
En ese sentido, incluso considera que perfiles como los de Claudio X. González o Gustavo de Hoyos solo terminarán beneficiando la causa de Morena, ya que resulta muy fácil señalarlos como a esos “ricos ricones” que solo buscan recuperar sus privilegios.
Santiago Castillo agrega que “esta polarización ideológica es entre las élites, obviamente la ciudadanía manifiesta sus inclinaciones a la hora de votar por cualquiera de las opciones. Lo que yo veo es que hay casos en los que la polarización es innecesaria y puede revertirse, sobre todo en el caso del presidente. Las generalizaciones que hace, que a todo el mundo lo echa en la misma bolsa, no le atrae simpatía de sectores que votaron por él”.
Por su parte, José Manuel Urquijo, estratega por la Universidad George Washington, destaca en entrevista con Reporte Índigo que, mientras López Obrador ha dejado claro su estilo personal, lo sorprendente pareciera ser que figuras como González y De Hoyos buscan asumir los estereotipos que se les han impuesto en este relato de “héroes contra villanos” bien elaborado por el primer mandatario en estos tres años de administración y 12 de campaña previos.
“Hay que entender que no todas las personas están del todo convencidas del Gobierno de López Obrador, hay muchísimos arrepentidos de haber votado por él. En esta lista que señala Claudio X. González está metiendo a estas personas que en su momento votaron por López Obrador y no hay una alternativa que una a los decepcionados del lopezobradorismo. Más bien, es excluyente y, en ese sentido, no está tratando de unificar, como ellos dicen, a la oposición”.
Considerando que la llegada al poder de López Obrador no es la causa sino la consecuencia de la desigualdad que se agudizó en el país durante las últimas décadas de gobiernos panistas y priistas, Urquijo señala que este bloque se ha enfocado en mantener un discurso confrontativo inversamente proporcional al oficialista, en lugar de construir una agenda basada en las debilidades del gobierno, no percibidas desde la élite empresarial, sino desde la misma gente.
“Hay muchísimos grupos que están quedando fuera de la narrativa lopezobradorista y esos grupos simple y sencillamente no están encontrando en la oposición a alguien que les esté hablando”.