El 31 de octubre se celebró el Día Mundial de las Ciudades luego de que la Organización de las Naciones Unidas (ONU) estableciera esta fecha con el objetivo de promover el interés en la urbanización y fomentar la cooperación entre los países para aprovechar las oportunidades y afrontar los desafíos que plantea el desarrollo de las ciudades, así como para contribuir al cuidado del medio ambiente en todo el mundo.
Bajo el lema “Actuar localmente para ser globales”, este año el día fue dedicado a reflexionar y compartir experiencias para que los gobiernos locales puedan crear ciudades más verdes, equitativas, inclusivas, seguras, sostenibles y así cumplir con los Objetivos de Desarrollo Sostenible 2030.
Actualmente, las ciudades son el motor de la economía mundial y el hogar del 50 por ciento de la población. De acuerdo con previsiones de la ONU, se espera que para el 2050, el 70 por ciento de los habitantes del mundo, viva en urbes.
A la par de que las ciudades crecen, los embates del cambio climático ocasionan miles de muertes y pérdidas económicas.
De acuerdo con el último informe de la Organización Meteorológica Mundial (OMM), los desastres meteorológicos han ocasionado la muerte de 115 personas y pérdidas por 202 millones de dólares cada día en los últimos 50 años.
De acuerdo con Marco Martínez O’Daly, especialista en planeación urbana y asesor de la fundación Friedrich Naumann Stiftung, las urbes se encuentran bajo dos tipos de amenazas: las cíclicas que van creciendo de forma progresiva como el aumento de la temperatura y la inseguridad y las emergencias o shocks agudos que amenazan a las ciudades como huracanes, guerras y pandemias.
“Las que más me preocupan son las progresivas porque nos vamos acostumbrando, pero para ambos casos es importante estar preparados, sí hay una gran diferencia entre las ciudades que lo están y las que no.
“Para una ciudad es vital tener un análisis para conocer cuáles son sus riesgos y poder crear estrategias de contingencia y reacción, pero la mayoría de las urbes ni siquiera tiene un plan, no estamos hablando de infraestructura, hablamos de la pura discusión de qué hacer”, explica.
Esta situación de falta de planeación, dice el especialista, prevalece a pesar de la pandemia de COVID-19, la cual golpeó a todo el mundo.
La principal razón por la que no hay planes de acción, dice Martínez O’Daly, es el cortoplacismo de las administraciones municipales que en el caso de México solamente duran tres años.
“La mayoría de gobiernos locales quieren sobrevivir tres años y muchos de estos análisis, herramientas, planes e infraestructura se trabajan de manera continua por al menos 10 años, pero como la prioridad es ganar o mantenerse en gobierno, no importan”, acusa.
Para solucionar esta situación, el especialista propone soluciones más creativas en las que incluso se puedan ver resultados rápidos.
“Un ejemplo sería la infraestructura verde que a corto plazo soluciona la necesidad de un espacio público como un parque y a mediano y largo plazo puede servir para captar agua (…) En México comenzamos a ver destellos de actuación, pero es lento, va a tomar tiempo.
“Hay problemas como el cambio climático que a nivel global va a ser imposible resolverlo, pero las ciudades que logren adaptarse y usar estas presiones para crear nuevos modelos urbanos, les va a permitir diferenciarse del resto; las que implementen las políticas públicas correctas de adaptación y de resiliencia en pocos años se van a posicionar como ganadoras”, concluye.
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