Obispo de Guerrero confiesa que dialoga con los jefes del narcotráfico
Ante la ola de violencia que se vive en el estado de Guerrero, Salvador Rangel, obispo de la diócesis apostar por diálogo con narcos, una propuesta parecida a la del precandidato presidencial, Andrés Manuel López Obrador
Indigo StaffDespués del asesinato de dos sacerdotes en el estado de Guerrero, el obispo de la diócesis donde se cometió el crimen, Salvador Rangel, insistió en la necesidad de dialogar con los líderes del crimen organizado, como él reconoce que hace, con el fin de reducir la violencia y pidió a los electores que en los comicios presidenciales de julio voten por quien pueda pacificar el país.
“Yo abiertamente lo he dicho, he dialogado con los capos, con los jefes de esos grupos para que cuiden a los sacerdotes, religiosas, seminaristas”, dijo Rangel en entrevista telefónica con la agencia de noticias AP.
“Siempre he hablado de diálogo para buscar la paz”, agregó.
El homicidio de los curas, ocurrido en la madrugada del lunes cuando ellos y cuatro personas más salieron de las fiestas por la Virgen de la Candelaria en la comunidad de Juliantla, 180 kilómetros al sur de Ciudad de México, fue —a juicio del obispo— un “incidente fortuito” que atribuye a criminales de otros estados con quienes no ha tenido contacto.
Según explicó, los sacerdotes —que eran también músicos— participaron en el espectáculo de esa localidad en el municipio de Taxco y cuando ya se iban y adelantaron un vehículo, sus ocupantes debieron enojarse, les rebasaron y les acribillaron.
No obstante, añadió, lo preocupante es que “estos incidentes son el pan de cada día en Guerrero y en México”, y que en ocasiones ocurren con “cierta complicidad de las autoridades”.
Sin embargo, el fiscal del estado, Xavier Olea, ofreció otra versión en conferencia de prensa el martes por la tarde.
Según indicó, en la fiesta había miembros del crimen organizado de Guerrero, Estado de México y Morelos que estaban armados y presuntamente alcoholizados o drogados; que el pueblo no pidió seguridad; que los sacerdotes bebieron alcohol; que hubo un conflicto en el baile; y que los delincuentes les atacaron porque vincularon a uno de los curas —Germaín Muñiz— con un grupo contrario a raíz de una fotografía divulgada en redes sociales en la que se le ve con un arma.
De acuerdo al Centro Católico Multimedial van 21 sacerdotes asesinados en el país durante la presidencia de Enrique Peña Nieto, desde diciembre de 2012, un lustro en el que se ha multiplicado la violencia en general.
Muchos de estos religiosos trabajaban en contacto directo con las víctimas y, en varios casos, los argumentos de las autoridades vinculaban a los curas con comportamientos cuestionables, algo que la Iglesia ha condenado.
En el funeral de Muñiz, el martes por la mañana en Apango, Rangel hizo un llamamiento a los tres niveles de gobierno para “hacer lo imposible” para lograr la paz y lamentó que ya comenzaran a hacerse “elucubraciones un tanto desfavorables” para denigrar al padre Germaín. “No estoy de acuerdo que en una fotografía que anda por ahí queriendo vincular al padre Germaín con el narcotráfico. De ninguna manera”.
Posteriormente reconoció que fue “una imprudencia del padre” tomarse esa fotografía —que calificó de “guerra sucia no sé de quién”— pero aseguró que la instantánea es antigua y que hay que recordar que la zona en la que trabajaba el sacerdote es una región de minas controlada por el crimen organizado y que el padre “tenía que saludarlos” para poder pasar.
Más allá de los ataques a religiosos, la violencia en México batió records en 2017. Según datos de la Secretaría de Gobernación, hubo más de 25.000 asesinatos en el país y Guerrero fue el estado con mayor número —2.318— y el tercero en tasa de homicidios: 64,26 por cada 100.000 habitantes.
El mismo día que mataron a los sacerdotes asesinaron a una conocida bloguera satírica del puerto de Acapulco, que fue acribillada a bocajarro.
Pese a esta situación, la apuesta por hablar con los criminales no está exenta de polémica: los políticos en general y las autoridades de Guerrero en particular se han opuesto a ella.
“Es una navaja de doble filo”, aseguró el sociólogo de las religiones Bernardo Barranco, quien recordó que no es una propuesta nueva dado que en los años 80 —tras el asesinato del cardenal Juan Jesús Posadas Ocampo— líderes eclesiales se reunieron con altos capos.
“Puede que haya buena intención en el obispo —dijo— pero se puede prestar a cierta connivencia” y recordó el caso de las grandes “limosnas” que algunos criminales daban a ciertas parroquias. Además consideró que el episcopado en general “se ha quedado corto” en su apoyo a denunciar graves violaciones a los derechos humanos.
El tema se coló hasta la escena de la precampaña electoral mexicana cuando el aspirante a la presidencia que lidera las encuestas, el izquierdista Andrés Manuel López Obrador, lanzó —precisamente en la diócesis de Rangel— la idea de trabajar en una eventual amnistía o perdón a ciertos los narcotraficantes.
La propuesta generó ríos de tinta y de críticas pero el obispo reconoció que “si la amnistía es para aquellas personas que quieran enmendar su vida y corregirse, estoy de acuerdo”. Agregó que muchas veces ofreció sus servicios como intermediario y que los mexicanos tienen ahora “un gran arma que es el voto” para apoyar, más que a un partido, a aquellas personas que quieran pacificar el país.
Las palabras de Rangel llegan también cuando el arzobispado de la capital acaba de cambiar de titular tras la jubilación del cardenal Norberto Rivera. Su nuevo líder, Carlos Aguiar, en su primera misa el lunes al asumir el cargo, se dijo abrumado por “situaciones que violentan la justicia y la paz, agresiones que denigran nuestra condición de hermanos, y que fomentan una vida de confrontación, discriminación, de menosprecio a la dignidad humana, y que conducen a la angustia, a la tragedia y a la muerte”.
Y aunque apostó por la reconciliación, no fue más allá.
La Conferencia del Episcopado mexicano, por su parte, anunció hace unos días que en breve daría a conocer su postura de cara a los comicios.
En torno al 80% de la sociedad mexicana se declara católica y son muchos los que hablan de la influencia de la Iglesia en ciertas decisiones, pero Barranco consideró que con el relevo de Rivera por el cardenal Aguiar, “hombre del aparato” y “amigo leal” del papa Francisco, el clero “le va a bajar decibelios” y va a ser más neutral en temas políticos.