Que Marcelo Ebrard pueda apuntar a Palacio Nacional desde la Secretaría de Relaciones Exteriores no es cosa menor, pues nunca en las sucesiones de la Presidencia postrevolucionarias, un canciller ha relevado al primer mandatario al que sirvió. De hecho, solo seis dependencias han sido semilleros de presidenciables desde el Gobierno de Álvaro Obregón.
Por el contrario, en las últimas décadas, los cancilleres mexicanos han sido figuras que, si bien han tenido intenciones presidenciales, sus polémicas y nulos resultados los hacían abanderados poco probables, o bien, el cargo terminaba en manos de diplomáticos de carrera que resultaban un tanto opacos a los ojos de la opinión pública.
El doctor Edgar Ortiz Arellano explica que los perfiles políticos normalmente estaban alineados a las decisiones del Presidente en turno, pero sus capacidades se reducían al no estar familiarizados con la política exterior. Caso contrario a los diplomáticos, que tenían las habilidades, pero quedaban encasillados en las labores del cargo.
“Marcelo Ebrard es un perfil completamente distinto porque es un hombre que estudió política, estudió en Francia, vivió en Estados Unidos, habla idiomas, conoce muy bien el aspecto político, el hecho de haber sido servidor público desde muy joven le permite desenvolverse con mucha naturalidad”.
En esto coincide el profesor Javier Santiago Castillo, de la Universidad Autónoma Metropolitana, quien recalca tanto la formación académica como la trayectoria profesional del hoy secretario de Relaciones Exteriores para explicar el porqué de su desempeño en el cargo y, simultáneamente, la seriedad con la que se ven sus aspiraciones a la presidencia.
“El canciller estudió relaciones internacionales, pero nunca se dedicó a las relaciones internacionales hasta ahora. Fue un político activo en la vida nacional, es más un político que un internacionalista que ha cumplido cabalmente la función de internacionalista y creo que ser un político le ha ayudado mucho, además de haber estudiado el tema”.