La agrupación musical Los de Abajo nació hace 28 años en Internet, espacio en el que se refugiaron después de que las grandes disqueras les cerraran las puertas a los artistas.
Así, con la ayuda de plataformas digitales muy viejas lograron llegar a los grandes festivales del mundo.
En sus inicios, la agrupación estuvo a favor de la distribución libre de la música porque creían que era una forma de enfrentarse a la industria musical de aquel entonces, pero ahora consideran que los tiempos han cambiado y por lo tanto no debería ser así.
“En ese momento abogamos por la libre distribución de la música, era la única manera de luchar contra la piratería, ahora son otros tiempos, y pensamos que la música debe ser considerada como algo fundamental por la cultura”, dice Yocu Arellano, fundador y baterista de Los de Abajo.
El músico asegura que existe una falsa ilusión ante los contenidos gratuitos que se ofrecen en plataformas como Spotify y YouTube, porque detrás de ellos hay toda una cadena de valor, donde la mayoría gana, menos los artistas.
“En realidad sí estás pagando, el sistema te hace pensar que no, pero sí, eso creo que es importante que la gente se dé cuenta. El problema también es que no todo el dinero que se genera va directamente a los creadores”, explica Arellano.
Para él es importante que exista una profesionalización, ya que después de la pandemia las formas de hacer música y difundirla seguro cambiarán, por lo que artistas se deben preparar mejor tanto para las negociaciones como para presentar espectáculos que sean adecuados para estas nuevas plataformas.
Los de Abajo se presentarán el próximo 27 de mayo en el Festival en línea Contigo en la distancia, esfuerzo de la Secretaría de Cultura federal por abrir ventanas de oportunidad en el mundo virtual para la comunidad artística y así apoyarlos en estos momentos de crisis.
“En Contigo en la distancia siempre estamos muy en contacto con la comunidad artística recibiendo propuestas, estamos al pendiente de lo que hacen nuestros artistas.
“Entonces la verdad ha sido una combinación entre los que alzan la mano y dicen ‘yo quiero participar’ y nuestra intervención en la curaduría para decidir a quiénes invitamos para que haya un balance y una propuesta que mantenga al público en familia viendo la pantalla”, platica Mariana Aymerich, directora general del Festival Internacional Cervantino (FIC) y encargada de esta nueva plataforma.
Aymerich dice que han detectado, con base en sus métricas, que la gente no está cinco horas viendo algo en la pantalla, pero asegura que siempre hay público de manera constante.
La directora del FIC afirma que, hasta ahora, no se han planteado la idea de cobrarle al público este contenido porque se definen como “una institución federal muy consciente de las necesidades de la comunidad”, tanto de los artistas como de la sociedad, el beneficio es para ambos.
“Hay artistas que se han ofrecido voluntariamente a participar y son bienvenidos, pero a la mayoría se les da un apoyo porque es uno de los objetivos de esta plataforma, ayudar a la comunidad”, indica Mariana.
De acuerdo con la funcionaria, el 90 por ciento de los participantes ha recibido apoyo, mientras que el 10 por ciento se ha sumado voluntariamente. También comenta que no sabe si desde la oficina central consideran dejar permanentemente este festival en línea, pero opina que es una gran idea.
“Así la gente podría disfrutar de todo el contenido de la Secretaría de Cultura a través de la plataforma y eso no resta, al contrario, suma a todo lo que hacemos”.
Gratuidad, un arma de dos filos para artistas
Cuando empezó el confinamiento en México para evitar más contagios por coronavirus, La Teatrería subió cuatro obras a su página web para que la gente las pudiera disfrutar de manera gratuita; sin embargo, hoy por hoy, Óscar Carnicero, productor y dueño de dicho espacio escénico, asegura que está totalmente mal la gratuidad de los contenidos culturales.
“Creo que la gente tiene que saber que la cultura tiene una cadena de valor, que vale, que atrás hay gente que trabajamos o que tenemos que cobrar igual que cualquier persona por su trabajo.
“Con la cultura hay una cosa muy malentendida de que tiene que ser gratis, nunca falta el típico que te dice ‘oye, quiero ir a ver tu obra, regálame un boleto’”, comenta el productor.
“Veo muy peligroso lo que está sucediendo en estos momentos y pienso que cuando esto pase, porque evidentemente pasará, va haber mucha gente que se arrepentirá de mucho de lo que hizo durante la pandemia”, opina Carnicero.
Mónica Amieva, subdirectora de Programas Públicos del Museo Universitario de Arte Contemporáneo (MUAC), asegura ha sido un descubrimiento bastante interesante el potencial que tienen las herramientas digitales con fines educativos y expositivos, pero hay que tener mucho cuidado, porque desde luego es un arma de dos filos, ya que puede reafirmar la idea de que no hay que pagar por este tipo de contenidos.
Para ambos gestores culturales, durante esta crisis sanitaria quedó demostrada la importancia que tienen las artes para la vida misma, por lo que esperan que cuando termine la pandemia, Estado y sociedad impulsen a esta industria y marquen reglas claras que beneficien a los artistas.
“¿Te imaginas lo que sería un día sin cultura? Donde no tengas nada que ver ni escuchar, te pegas un tiro. Creo que tenemos que aprender, si bien no a cobrar millones, sí a cobrar lo justo e irnos olvidando de la precariedad de la cultura, es un trabajo que tendría que ser digno”, afirma Carnicero.
Ahora, La Teatrería abrió en su página web (www.lateatreria.com) un canal on demand, de esta manera la gente puede disfrutar de una obra de teatro por 48 horas pagando 55 pesos.