‘No vamos contra el Estado laico’
Ha sido el primer diputado en llevar a Dios a la tribuna del Palacio Legislativo de San Lázaro para arengar sobre la necesidad de regresarlo a la vida pública de México, pero, aseguró, sin vulnerar el Estado laico.
Se trata de Hugo Eric Flores, diputado federal y presidente del Partido Encuentro Social (PES), uno de los dos partidos nuevos que obtuvo el registro y cuyos fundadores han admitido, de manera pública, pertenecer a la iglesia cristiana evangélica de México.
Imelda García
Ha sido el primer diputado en llevar a Dios a la tribuna del Palacio Legislativo de San Lázaro para arengar sobre la necesidad de regresarlo a la vida pública de México, pero, aseguró, sin vulnerar el Estado laico.
Se trata de Hugo Eric Flores, diputado federal y presidente del Partido Encuentro Social (PES), uno de los dos partidos nuevos que obtuvo el registro y cuyos fundadores han admitido, de manera pública, pertenecer a la iglesia cristiana evangélica de México.
“Algunos como yo, creemos que ha sido un error histórico de nuestros líderes sacar a Dios de la vida pública de México. No estoy hablando de ninguna religión, ninguna institución religiosa. Pero en México no podemos mencionar el nombre de Dios –aunque nuestro glorioso Himno Nacional sí lo hace–, pues corremos el riesgo de parecer apátridas, ir en contra de la cultura política establecida o a que se nos acuse hasta de violar el Estado laico.
“No nos dimos cuenta que sacando a Dios de la vida política de nuestro país nos hacíamos una sociedad con gobernantes insensibles, ambiciosos y, por qué no decirlo, algunos de ellos sin escrúpulos por su falta de valores y de conciencia humana”, dijo Flores en la tribuna en el primer día de sesiones de esta Legislatura, el 1 de septiembre.
La afirmación fue polémica en muchos sentidos. No faltaron las opiniones de quienes vieron en esa declaración una intervención al Estado laico.
Sin embargo, para Flores, esa es una postura sin sentido, pues aunque su grupo político buscará la participación de las iglesias en la conformación de leyes y políticas públicas, no se trata de una vulneración a la condición laica del Estado, sino del reconocimiento de la labor histórica de las instituciones religiosas.
“No es ir en contra del Estado laico, es ir en contra de un Estado jacobino, que simple y sencillamente uno no puede ni expresar sus creencias religiosas. Nosotros creemos en el estado laico, en la separación del Estado y la Iglesia.
“Pero además es necesario que en la reconstrucción de nuestro país todas las instituciones participen, incluyendo las religiosas. No estamos proponiendo que participen en política, pero que dejemos de ser un estado tan jacobino como hasta ahora”, comentó Flores en entrevista.
Las iglesias pueden participar, por ejemplo, en los programas de combate a la pobreza o desarrollo de la niñez, consideró el congresista, labores que han desarrollado a lo largo de la historia y que con la participación de las iglesias se potenciarían incluso los recursos económicos.
“Le veo más beneficios que perjuicios. El principal beneficio sería, por ejemplo, en asilos, orfanatos, financiar programas públicos con recursos privados, provenientes de asociaciones religiosas.
“Además con una gran vocación. Muchas asociaciones religiosas tienen una verdadera vocación para estos temas de índole social. Sería un gran beneficio porque se pueden reunir la parte religiosa, la parte pública y la parte privada para poder salir adelante de tantos problemas que tenemos en este país en el tema de asistencialismo”, expresó.
La participación de las iglesias, además, terminaría con el problema de clandestinidad con el que operan algunas agrupaciones en varios lugares del país.
“Por ejemplo, hoy hay muchas estaciones de radio que transmiten sin permiso. Hace falta ir a las zonas indígenas de los altos de Chiapas para darse cuenta que instituciones religiosas tienen sus propias radiodifusoras operando al margen de la ley en tzotzil, tzetzal, chol, y ¿cuál sería el problema de que el Estado les diera una concesión? Yo no lo veo”, afirmó Flores.
Flores Cervantes y sus diputados trabajan en la hechura de una iniciativa para reformar todo el sistema de adopciones en el país y, para ello, invitarán a líderes de varios grupos religiosos a la Cámara de Diputados para que participen en la redacción del documento.
“¿Qué pasa si además de llamar a asociaciones civiles también llamamos a asociaciones religiosas que hacen esta función? Todo esto para fortalecer esta ley.
“Eso es lo que nosotros vamos a hacer. Vamos a invitar a todos los sectores de esta sociedad a que debatan aquí con los legisladores, nos den su opinión, nos platiquen su experiencia. Es lo que estamos haciendo”, apuntó Flores.
Sin embargo, aunque se autodefine como un hombre de valores y con convicción de servicio, Hugo Eric Flores llegó a la Cámara de Diputados luego de vencer legalmente al Estado por una inhabilitación con la que se le había sancionado cuando fue oficial mayor de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales, en el 2006.
Después de un proceso legal, fue exonerado de las acusaciones en su contra.
“Por esta vocación que tengo he participado en la vida pública del país. He tenido distintos cargos en la administración pública, unos muy exitosos, otros con muchos problemas, justamente por defender mis creencias.
“Nosotros no somos gente que se dejen comprar, que se metan a un sistema, no nos interesa. Queremos provocar un cambio en nuestra sociedad y esperamos no solamente decir las cosas sino que nuestro actuar demuestre lo que estamos diciendo”, afirmó Flores.
Desde su niñez, Flores es miembro de la Iglesia de Dios, una congregación de corte neopentecostal a la que siempre ha defendido.
Su compromiso con su Iglesia quedó de manifiesto cuando, después de ocurrida la matanza de Acteal, Chiapas –en 1997-, Flores Cervantes escribió el libro “El otro Acteal”, donde se ofrecían argumentos a favor de los evangélicos que fueron acusados de asesinar a 45 indígenas.
El congresista federal espera que las iniciativas que impulsen los diputados federales del PES tengan el respaldo de una parte de la población, sobre todo de quienes pertenecen a algunos de los grupos religiosos que les sirvieron de base.