‘No nos dejen solos’

Eran apenas unos cientos a las 4 de la tarde en el Auditorio Nacional, pero de pronto, una multitud llenó la avenida Reforma para protestar por la desaparición de los 43 estudiantes de Ayotzinapa.

Llegaron de todos lados. A pie. En auto. En Metro. En bici. Algunos con muletas, como Jorge, un estudiante de la UNAM, que tiene una lesión en la rodilla.

“Una muleta no es una excusa para quedarte en casa y no protestar por esta chingadera”, dijo.

César Cepeda César Cepeda Publicado el
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14,000
manifestantes reportaron las autoridades al inicio de la marcha, pero se quedaron cortos
"No vamos a permitir que nos digan que nuestros hijos están muertos"
Padres de los normalistas desaparecidos
http://youtu.be/66cxDVOakHA

Eran apenas unos cientos a las 4 de la tarde en el Auditorio Nacional, pero de pronto, una multitud llenó la avenida Reforma para protestar por la desaparición de los 43 estudiantes de Ayotzinapa.

Llegaron de todos lados. A pie. En auto. En Metro. En bici. Algunos con muletas, como Jorge, un estudiante de la UNAM, que tiene una lesión en la rodilla.

“Una muleta no es una excusa para quedarte en casa y no protestar por esta chingadera”, dijo.

La marcha convocó a miles de estudiantes de todas las universidades de México. En las calles de la ciudad estaban los contingentes de la UNAM. El Poli. El ITAM. La Ibero. La UAM . El CIDE. 

Tambien organizaciones sociales como los campesinos de Atenco con sus machetes que marcaron el sexenio de Vicente Fox.  Decenas de prepas, públicas y privadas. 

Miles de personas.

Estaban todos los estudiantes.  Bueno, casi todos. Faltaban los 43 de Ayotzinapa.

La manifestación –precedida por un inédito paro de labores de tres días convocado por casi 100 universidades del país- comenzó casi a las 5 de la tarde frente a la residencia oficial de Los Pinos, en el sector de Bosques de Chapultepec. 

La protesta multitudinaria fue encabezada por los padres y familiares de los 43 estudiantes desaparecidos en el municipio de Iguala el pasado 26 de septiembre.

Las autoridades capitalinas estimaron la asistencia inicialmente en 14 mil personas, pero se quedaron cortos. 

Muy cortos.

Un dato para ver el tamaño de esta movilización: para cuando la vanguardia de la manifestación arribó al Zócalo a eso de las 7 de la tarde, sus últimos contingentes no cruzaban todavía el Ángel de la Independencia, a poco más de 8 kilómetros de ahí.

La de ayer probablemente será la protesta más numerosa que se haya convocado en la capital del país. 

La manifestación se convirtió en una avalancha de estudiantes que iba tomando más fuerza conforme avanzaba por las calles. 

Como una bola de nieve en caída.

“Es interminable”, decía un amigo a otro.

Era cierto. La marcha tenía un inicio, pero no fin.

Los manifestantes avanzaban y en el trayecto, miles de personas se iban sumando para hacerla más robusta antes de llegar al Zócalo.

La palabra que más se escuchó ayer en las calles de la Ciudad de México fue Ayotzinapa, ligada a la Escuela Normal Rural Raúl Isidro Burgos de donde eran los jóvenes desaparecidos.

“¡Ayotzinapa vive!”, gritaba un contingente.

“¡Ayotzinapa somos todos!”, le contestaba otro.

Hasta se compuso un singular cántico de protesta a ritmo del “Mambo de El Ruletero”, de Pérez Prado.

“Yo soy/¿Quién?/Ayotzinapa/Que sí, que no/ yo soy/ Ayotzinapa”.

Los estudiantes cantaban y protestaban en contra del gobierno por esta tragedia.

Pero la marcha no solo convocó a jóvenes, también a los más adultos como María Luisa Velasco, de 63 años de edad.

“Estamos aquí para exigir que los estudiantes los regresen con vida, pero no es una protesta de estudiantes porque al rato nos matan a un hijo o a un nieto”, señaló.

Entre dolor y solidaridad de los manifestantes transcurría la protesta.

Los reclamos se alzaron en las cientos de mantas que desplegaron los jóvenes a lo largo de la marcha que se prolongó por casi 3 horas y que provocó un caos vehicular por todo el centro de la capital del país.

“Profesor no pase lista…faltan 43”, rezaba una de las mantas del contigente del Politécnico.

“México no es un paraíso. Es una fosa común”, aclaraba otra.

Hubo una pinta que se marcó principalmente en las paredes de los edificios.

“Fue el Estado”, acusaba.

También se escucharon reclamos en contra del presidente de México, Enrique Peña Nieto.

Hubo una consigna que conmovía cuando se escuchaba en la protesta. 

Los manifestantes comenzaban a contar: 1…2…3…4…5…6… hasta llegar al 43.

El recuento concluía con un grito estruendoso de “¡¡¡Justicia!!! ¡¡¡Justicia!!!”, por parte de los inconformes.

El bloque principal de la manifestación arribó cerca de las 7 de la noche al Zócalo capitalino, donde se montó un templete reservado para que los padres de los normalistas desaparecidos en Iguala exigieran a las autoridades que regresaran con vida a sus hijos.

“No nos dejen solos”, clamó una de las madres en el mitin. 

“No vamos a permitir que nos digan que nuestros hijos están muertos”.

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