Niños, a la reconquista del espacio público

Aunque cada vez más adultos y negocios claman por evitar la presencia de los niños y niñas, poco a poco van surgiendo sitios primordialmente para menores de edad y sus padres
Elizabeth González-Manrique Elizabeth González-Manrique Publicado el
Comparte esta nota

Ante la tendencia de relegar de los espacios públicos a los menores de edad y, por ende, a sus padres o cuidadores, han comenzado a surgir voces y espacios que defienden el derecho de los niños a ser parte de la sociedad.

En entidades del país como la Ciudad de México, donde las niñas y niños conforman un porcentaje importante de la población, no siempre se respetan los pocos lugares destinados a los pequeños.

Este no es un problema exclusivo de las grandes urbes del país en las que se impulsan espacios “libres de niños”, pues Cecilia Meca, madre de dos, asegura haber sufrido una experiencia niñofóbica durante unas vacaciones que tomó en este 2023.

“Este año, familiares de mi esposo nos invitaron a pasar unos días en un hotel de una gran cadena en Puerto Vallarta. En este lugar hay una sección para familias y una exclusiva para adultos.

“Los restaurantes son diferentes de un lado y de otro, pero al haber pagado por la modalidad todo incluido, y al parecernos mejores los restaurantes de la sección de sólo adultos, hicimos reservación para ir a cenar a uno de ellos.

“Por supuesto llevamos al niño, pero les dijimos que queríamos que nos sirvieran el menú para llevarlo al cuarto y degustarlo ahí.

“No lo hicieron, nos discriminaron por tener un menor de edad, aunque hayamos accedido a que no se nos sirviera en área de sólo adultos, se negaban a escuchar que lo que queríamos era comer rico, no estar ahí, que era lo que más les molestaba al parecer, la presencia de la familia completa”, comenta Cecilia.

Tuline Gülgönen, socióloga experta en temas de niñez y urbanística, indica que la falta de espacios exclusivos y adecuados para los menores se debe a la poca reflexión de las autoridades e instituciones, lo que se refleja en la normatividad y las políticas públicas.

Aunque los niños poseen derechos y son actores importantes en las comunidades, suelen ser relegados al hogar bajo el argumento de que cuentan con mayor seguridad ahí.

Gabriela Lilith, una madre y psicóloga clínica residente en la Ciudad de México, considera que esta metrópoli es poco amigable para los niños y padres de familia.

“Es prácticamente imposible usar una carreola en el Metro de la CDMX, no todas las estaciones cuentan con elevador y muchas de las escaleras eléctricas no sirven.

“Y en los servicios privados de transporte, si contratas un automóvil con silla de bebé la tarifa es más alta. O sea ¡si eres niño pagas más! En restaurantes y cines, falta mantenimiento en los cambiadores de bebés”, comenta.

Durante la pandemia de COVID-19, los niños fueron prácticamente vetados del espacio público bajo el argumento de que se les impedía el paso a diversos sitios por razones de salud.

Lugares como supermercados, oficinas gubernamentales, entre otros espacios, fueron cerrados para los menores de edad.

Invasión de lugares exclusivos

Popularmente, los parques son concebidos como espacios recreativos para las personas, las familias y especialmente para los menores de edad.

Sin embargo, cada vez es más frecuente encontrar denuncias en redes sociales en las que se acusa a los dueños de mascotas de usar estas instalaciones para sus animales.

“Quiero ver si pueden hacer algo para que estas señoras dejen de subir a sus perros a los juegos del parque de la ballena, del Fraccionamiento C.Doria. (Los perros) no dejaban subir a mi hija a los juegos y, de hecho, a los niños que se ven en la foto el perro les estuvo ladrando y los asustó”, menciona la publicación de una mujer en Facebook.

En la imagen que acompaña a este texto, se observa a un perro de talla grande que se encuentra sobre los juegos destinados a que los menores pasen un momento de esparcimiento lejos del hogar y la escuela.

En la serie de publicaciones de esta red social que retoman esta queja, las opiniones se dividen a favor y en contra.

“Uno, los lomitos no tienen dueño, no son objetos y los parques son públicos, no tienen exclusividad. Mientras el parque no diga exclusivo para mocosos, los lomitos pueden ir. Si ladran o gruñen es por que les están haciendo algo, no lo hacen porque sí, los lomitos son parte de la familia, igual que muchos comentarios prefiero a los lomitos que a los humanos”, menciona una de las usuarias ante las réplicas de esta queja vertida en redes.

En contraparte, otros internautas defendieron el derecho de los niños a disfrutar de los juegos de los parques, que son parte del poco mobiliario urbano diseñado y pensado para los pequeños.

“Me caen mejor los animales que las personas en un 80 por ciento de los casos. Pero un lugar para cada cosa, y cada cosa en su lugar, y ese es un parque de niños, no de perros”, escribió una usuaria.

La ley

Aunque los parques se tratan de espacios públicos, la Ley de Protección a los Animales de la Ciudad de México indica que “toda persona propietaria, poseedora o encargada de un perro está obligado a colocarle una correa al transitar con él en la vía pública”.

“Los propietarios de cualquier animal tienen la responsabilidad de los daños que le ocasione a terceros y de los perjuicios que ocasione, si lo abandona o permite que transiten libremente en la vía pública”, menciona el artículo 30 de este ordenamiento.

De acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), hasta 2020 existían 25.2 millones de niñas y niños de 0 a 11 años, es decir, uno de cada cinco habitantes es un menor de edad en este rango.

Según el Inegi, hasta 2018 operaban mil 515 instalaciones dedicadas principalmente a proporcionar servicios de entretenimiento en instalaciones con fines recreativos, como parques de diversiones y temáticos, parques acuáticos y balnearios.

Derechos que no se respetan

De acuerdo con la Encuesta Nacional de la Dinámica Demográfica (ENADID) del Inegi, la población infantil menor a quince años de edad representa el 25.3 por ciento de la población total del país.

El libro “Jugar la ciudad: reimaginar los espacios públicos urbanos de juego para la infancia en la Ciudad de México”, menciona que el que los menores de edad puedan ejercer sus derechos en la capital, está relacionado con que accedan, efectivamente, a la salud, la educación y a condiciones de vida adecuadas, lo que engloba los derechos a la vivienda, a la alimentación y al abastecimiento de agua y saneamiento.

La Convención de los Derechos del Niño del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef), establece en su artículo 31, el derecho del niño al descanso y el esparcimiento, al juego y a las actividades recreativas propias de su edad.

Aunque para jugar no se requiere necesariamente de instalaciones, el Comité de los Derechos del Niño indica que esta actividad debe desarrollarse en un espacio adecuado y seguro, sin embargo, un mal desarrollo urbano puede generar obstáculos importantes. Foto: Especial
Aunque para jugar no se requiere necesariamente de instalaciones, el Comité de los Derechos del Niño indica que esta actividad debe desarrollarse en un espacio adecuado y seguro, sin embargo, un mal desarrollo urbano puede generar obstáculos importantes. Foto: Especial

De igual manera, señala que los países miembros de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) respetarán y promoverán el derecho del niño a participar plenamente en la vida cultural y artística del país, a la vez que propiciarán oportunidades apropiadas y en condiciones justas.

Aunque el juego no requiere necesariamente de instalaciones, el Comité de los Derechos del Niño indica que debe desarrollarse en un espacio adecuado y seguro, sin embargo, un desarrollo urbano puede generar obstáculos importantes para ejercer este derecho.

Entre los peligros vinculados a la mala planeación se encuentran una infraestructura urbana inadecuada, la congestión vial y la falta de espacios públicos adecuados donde se pueda jugar.

Otros factores que impiden que los niños se integren al espacio público, de acuerdo con Tuline Gülgönen, autora de “Jugar la ciudad: reimaginar los espacios públicos urbanos de juego para la infancia en la Ciudad de México”, son: el lugar preponderante otorgado a la circulación vehicular, la percepción de inseguridad, la concepción de la infancia como un sector poblacional vulnerable y la poca tolerancia a la presencia de niños.

Rebelarse contra la exclusión

Hugo Montes, padre de tres, dice que hace más de 30 años, cuando sus hijos eran pequeños, fueron sacados de un restaurante que se localiza en el centro de la ciudad de México.

“Nosotros solíamos comer regularmente en un restaurante que hasta la fecha se encuentra en la calle Uruguay. En una de esas ocasiones invité a mi esposa a comer ahí junto con nuestros hijos, pero resultó que estábamos en una mesa y nos dijeron que no podíamos estar ahí.

“Nosotros extrañados preguntamos la razón, a lo que el encargado nos contestó que era porque mi hija, que estaba bebé, podría llorar y molestar a los otros clientes y que por eso lo máximo que podían ofrecernos era colocarnos en un piso vacío, junto a los baños. Al final nos retiramos del sitio y duramos años sin ir hasta que mis hijos crecieron”, relata Montes.

Ante esta problemática, Argentina Andrade, una comunicóloga de la CDMX, creó Brin.Co, un espacio para que los niños y sus padres puedan comer y disfrutar de un momento de esparcimiento.

Pese a que hay un número reducido de opciones para que los niños y sus padres disfruten fuera de casa, algunas empresas, especialmente pequeñas y medianas, comienzan a crear espacios. Foto: Especial
Pese a que hay un número reducido de opciones para que los niños y sus padres disfruten fuera de casa, algunas empresas, especialmente pequeñas y medianas, comienzan a crear espacios. Foto: Especial

“Nosotros comenzamos operaciones hace un año, en mayo del 2022. La necesidad de abrir este tipo de lugares de esparcimiento sano surgió de todas estas familias que venían de dos años de un encierro tremendos, especialmente las infancias, que habían perdido las habilidades sociales de interacción por estar siempre en un departamento pequeño y sin muchas posibilidades de movimiento.

“Nos enfocamos en crear un concepto para la familia, que los niños tengan actividad física en un espacio adecuado, que los padres puedan comer. En esta ciudad tan grande no tenemos mucha oferta o mucha opción de restaurantes con área de juegos, en algunos hasta ponen pantallas o videojuegos y dicen que esa es el área de niños”, explica Andrade.

La filosofía de Brin.Co es la calidad, el servicio, el respeto y el reconocimiento a las infancias como algo primordial.

El lugar está basado en tres vertientes: color, luz y movimiento, por lo que cuenta con área de jumping, zona para bebés, laberinto de telarañas y juegos, todo acompañado de servicio de restaurante y snacks.

Síguenos en Google News para estar al día
Salir de la versión móvil