A Guadalajara y Ciudad Juárez las hermana la tragedia: ambas urbes se han vuelto la prueba de que los narcobloqueos que realizan los grupos delictivos para contrarrestar los operativos gubernamentales pueden costarle la vida a víctimas inocentes.
La historia de Elizabeth de la Rosa García, la joven de 26 años que murió en Guadalajara en 2018 tras quedar atrapada en uno de los narcobloqueos del Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG), acaba de repetirse en Ciudad Juárez, Chihuahua, con el fallecimiento de Juana Collazo Rivera, de 43 años, víctima de un ataque similar pero de Los Mexicles.
Ambas mujeres murieron a causa del fuego iniciado por el crimen organizado. Los autobuses en que se transportaban fueron incendiados por grupos delictivos en un intento por entorpecer el actuar de las autoridades. Al de Elizabeth lo prendió el CJNG el 21 de mayo de 2018; al de Juana, Los Mexicles, el 6 de noviembre de 2019.
La unidad en la que viajaba Elizabeth fue atacada momentos después de un fallido intento por asesinar al secretario del Trabajo de Jalisco, Luis Carlos Nájera Gutiérrez de Velasco, quien anteriormente se había desempeñado como fiscal general del Estado.
Con ese camión, el CJNG accionó un narcobloqueo en las avenidas Mariano Otero y Las Torres para obstaculizar la respuesta de las fuerzas de seguridad, pero las llamas alcanzaron tanto a Elizabeth como a su hijo Tadeo, un bebé de ocho meses que falleció al día siguiente, el 22 de mayo.
Elizabeth fue enviada al hospital de Galveston, en Texas, el 8 de junio, por tratarse de una institución especializada en la atención de quemaduras donde pasó por nueve cirugías, de injerto de piel y para la eliminación de tejidos con daños, no obstante, luego de negarse a seguir con el tratamiento, perdió la vida el 20 de agosto.
El autobús en el que viajaba Juana Collazo, a diferencia del de Elizabeth, no era de transporte público, sino de personal.
Collazo trabajaba en la maquiladora Termocontroles de Ciudad Juárez. Por eso cuando su camión fue incendiado por Los Mexicles la madrugada del 6 de noviembre pasado, en el cruce de las avenidas Tecnológico y Del Granjero, hubo 14 obreras y obreros de esa empresa que resultaron lesionados por las llamas.
A ella se le internó en el Hospital Regional 66 del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) por las quemaduras de segundo grado que presentaba, pero el pasado 26 de noviembre las heridas finalmente le consumieron la vida.
Según la información provista por las autoridades, la ola de narcobloqueos que pusieron en marcha Los Mexicles en Ciudad Juárez entre los días 5 y 8 de noviembre, con al menos 23 automotores incendiados, fue una reacción a las revisiones o cateos que se efectuaron al interior del Centro Estatal de Reinserción Social (Cereso) número 3.
Matanza industrial
Los grupos del crimen organizado como el CJNG o Los Mexicles se han vuelto poderosas maquinarias de matar no solo en México sino a nivel global, pues cometen una cantidad de asesinatos que rivaliza con la que causan los conflictos armados en todo el mundo, según la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC, por sus siglas en inglés).
En su “Estudio Mundial sobre el Homicidio 2019”, la UNODC estimó que en el 2017 los grupos del crimen organizado causaron en México y el resto del mundo más de 88 mil asesinatos, mientras que los conflictos armados a nivel global dejaron a su paso 89 mil muertes.
“Se estima que un promedio aproximado de 65 mil muertes cada año están relacionadas con el crimen organizado y las pandillas en el periodo 2000–2017, y que arriba de un 19 por ciento de todos los homicidios registrados a nivel global en 2017 (464 mil totales) estuvieron relacionados con el crimen organizado y las pandillas”, dice el documento.
Elizabeth y su hijo Tadeo en Guadalajara, y Juana en Ciudad Juárez, sufrieron en carne propia las consecuencias de tener a una delincuencia organizada fortalecida y en plena expansión en el país.
Si la perspectiva se amplía para considerar la totalidad de los asesinatos cometidos en el mundo y no solo los que genera la delincuencia organizada, este volumen total de homicidios no solo supera al saldo letal de los conflictos armados sino también al de los ataques terroristas.
“La actividad criminal causa muchas más muertes que los conflictos y el terrorismo juntos. Las 464 mil víctimas de homicidio superan por mucho las 89 mil muertes en conflictos armados y las 26 mil víctimas fatales de la violencia terrorista en 2017”.
Víctimas inocentes de narcobloqueos
Las muertes de Elizabeth de la Rosa García y su hijo Tadeo en Guadalajara en 2018, y la de Juana Collazo Rivera en Ciudad Juárez hace unos días, derriban la narrativa de gobiernos como el de Jalisco que afirman que la espiral de violencia no alcanza a víctimas inocentes.
Ahí, las autoridades estatales sostienen que los criminales solo “se matan entre ellos”, aun después de pérdidas como la de Elizabeth y su bebé que causaron una gran conmoción entre los jaliscienses, sin olvidar que el mismo día que se atentó contra la vida del exfiscal, Nájera Gutiérrez de Velasco, una tercera víctima inocente murió durante el escape de los atacantes: Francisco Javier Sánchez Hernández.
Francisco Javier resultó herido por un disparo en el fuego cruzado entre miembros del CJNG y policías. El señor de 59 años había salido de su empleo a las 17:30 horas cuando recibió el tiro en un puente peatonal de López Mateos y avenida La Tijera, en Tlajomulco. Estaba casado y tenía dos hijos.