La década violenta

Diez años después del inicio de la ‘Guerra contra el Narco’, emprendida por el expresidente Felipe Calderón en diciembre del 2006, ésta se ha vuelto interminable y ha fracasado para poder detener la violencia que se registra en varias regiones del país.

 

Luis Herrera Luis Herrera Publicado el
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desaparecidos reporta el Registro Nacional de Datos de Personas Extraviadas o Desaparecidas, en los últimos 10 años
Es una década infernal, absolutamente infernal, de una incapacidad del Estado por ser Estado. Este Estado, desde 2006 al 2016, es un Estado gobernado por delincuentes y criminales” 
Javier Siciliapoeta y activista
https://youtu.be/hFWV-q1J0cY

Diez años después del inicio de la ‘Guerra contra el Narco’, emprendida por el expresidente Felipe Calderón en diciembre del 2006, ésta se ha vuelto interminable y ha fracasado para poder detener la violencia que se registra en varias regiones del país.

 

Es cierto: en los últimos 10 años se han detenido a los principales capos mexicanos del narcotráfico, pero sus capturas o abatimiento por parte de las fuerzas federales no se ha traducido en una disminución de la violencia en el país ni en un debilitamiento de los cárteles de la droga.

 

La estrategia de combatirlos sigue causando daños colaterales: miles de muertos en México, desapariciones de personas y violaciones a los derechos humanos.

 

¿Ha sido un fracaso la ‘Guerra contra el Narco’ que comenzó hace 10 años el expresidente Felipe Calderón?

 

Reporte Indigo entrevistó a escritores, intelectuales, activistas y periodistas para conocer sus opiniones sobre la época más violenta que se ha registrado en el país desde la Revolución Mexicana.

 

Enrique Krauze, Lorenzo Meyer, Héctor Aguilar Camín, Javier Sicilia, Jorge Castañeda, Ricardo Ravelo, Anabel Hernández, José Reveles y Fernando Gómez Mont, entre otros, hablan sobre esta estrategia que involucró sacar al Ejército Nacional a las calles.

 

Pero los calificativos de esta nueva Decena Trágica de México son por sí mismos elocuentes: “década infernal”, “guerra civil”, “desastre”, “fracaso”, “catástrofe” y “una de las grandes 

equivocaciones de nuestra historia reciente”. 

 

Fue el 11 de diciembre de 2006, a pocos días de llegar a la presidencia Calderón Hinojosa, cuando su secretario de Gobernación, Francisco Ramírez Acuña, acompañado del gabinete de seguridad, anunció el comienzo de la “Operación Conjunta Michoacán”, con más de 5 mil efectivos federales para combatir al crimen organizado en ese estado. 

 

Puedes leer: Los números rojjos de la guerra contra el narco

 

“Esto inmediatamente traerá la recuperación de los espacios públicos que la delincuencia organizada ha arrebatado; recuperación que acabará con la impunidad de los delincuentes que ponen en riesgo la salud de nuestros hijos y la tranquilidad de nuestras comunidades”, dijo aquel día el jalisciense. 

 

10 años después suman hoy 172 mil 876 homicidios dolosos en 2007-2016, según la estadística del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SNSP), y 28 mil 937 personas en condición de desaparecidas, según el Registro Nacional de Datos de Personas Extraviadas o Desaparecidas. 

 

Además del insondable reservorio de dolor alimentado por una interminable cantidad de víctimas, junto a incontables capítulos trágicos y definitorios para México, a veces en los medios, a veces no, y simbolizados claramente en el caso Ayotzinapa de 2014, con la desaparición y, según las autoridades, muerte, de 43 jóvenes normalistas en el estado de Guerrero. 

 

“Ha sido una guerra catastrófica; una guerra, además, muy larga, que no parece tener fin, que sigue repitiendo sus peores síntomas. Es una de las grandes equivocaciones de nuestra historia reciente, y la estamos pagando muy caro”, dice el escritor e historiador Héctor Aguilar Camín.

 

Para el historiador Lorenzo Meyer, el expresidente Felipe Calderón intentó con la Guerra contra el Narco ganar legitimidad tras la cerrada elección del 2006 y consagrarse con el gobierno de Estados Unidos. 

 

“Fue una manera rápida de adquirir legitimidad, estar al mando de una fuerza armada y ser visto como una persona dura, seria, que viene a salvar a la sociedad. Echó la moneda al aire y no le salió lo que él quería, y entonces la guerra se la heredó a Peña Nieto, que todavía no sabe qué hacer con ella y no sabemos los mexicanos qué hacer con ella. Se quieren cambiar los marcos jurídicos para que el Ejército y la Armada tengan mayor injerencia en los aspectos de seguridad. ¿Es eso un triunfo? ¿Es eso a lo que queríamos llegar? Creo que no”.

 

La ‘Guerra contra el Narco’ en México detonó el surgimiento de una sociedad cada vez más actuante y, antes, solidaria, en expresiones como el Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad del poeta Javier Sicilia, las asociaciones civiles vigilantes del Estado, y aquellas iniciativas que, fuera del reflector mediático, para exigir la actuación de las autoridades.

 

“Es una década infernal, absolutamente infernal, de una incapacidad del Estado por ser Estado. Este Estado, desde 2006 al 2016, es un Estado gobernado por delincuentes y criminales”, acusa el poeta y activista Javier Sicilia, quien fundó el Movimiento por la Paz.

 

El historiador Enrique Krauze dice que los resultados de la Guerra contra el Narco obligan al gobierno mexicano a cambiar la estrategia por la legalización de las drogas y terminar con la obediencia a los Estados Unidos.

 

“Yo espero que en esta próxima década el problema se amortigüe, si no se termine, al menos se controle, pero no será obedeciendo exactamente lo que ellos (EU) nos digan. 

 

Solucionar es muy difícil, hasta que venga la legalización (de las drogas) y es un cambio de paradigma. Pero lo que tengo que decir es eso, tenemos que ponerle cara a EU y decir ‘nosotros no vamos a seguir poniendo los muertos, y ustedes ponen el consumo de drogas y las armas, y nada cambia, además nos insultan ¿verdad? Ya’”

 

Cárteles amplían actividades

 

Tras 10 años de combatir a los cárteles de la droga con el Ejército, la Marina, la Policía Federal, hoy en México hay más grupos de la delincuencia organizada. 

 

Los cárteles han ampliado sus actividades ilícitas además del trasiego de la droga. Hoy secuestran, extorsionan, operan el tráfico ilegal de personas, la trata de blancas y otros robos como el de combustible. Las autoridades han conseguido detener a integrantes de los grupos del narcotráfico, pero poco han podido para golpear las estructuras financieras de los cárteles y sus redes de lavado.

 

La militarización del país, el despliegue de miles de efectivos y la inversión sin precedentes en seguridad, no vinieron acompañados de una correcta planeación, ni de labores de inteligencia.

 

“En principio es un saldo muy negativo. Hoy, a una década de que Felipe Calderón emprendió la guerra contra el narcotráfico, la sociedad se pregunta qué fue lo que realmente se combatió”, señala el periodista y escritor Ricardo Ravelo.

 

Al seguir contando con recursos financieros limitados, al no haberse eliminado su protección política ni su base de respaldo social, paradójicamente, los cárteles se fortalecieron a la par de la guerra librada por el estado.

 

“Lo gravísimo en este país es que se declaró la guerra hace 10 años, y en esos 10 años México se ha convertido en más productor y exportador de droga que antes”, asegura el periodista y escritor José Reveles.

 

Para la periodista Anabel Hernández, especialista en narcotráfico, la desaparición de los 43 estudiantes de Ayotzinapa es un claro ejemplo que la Guerra contra el Narco resultó un fracaso.

 

Para Hernández, el gobierno de Peña Nieto va en la misma línea que su antecesor en el cargo el panista Felipe Calderón.

 

“El gobierno de Felipe Calderón, no hay que olvidarlo, dejó miles de muertos, más de 120 mil muertos y entre 25 mil desaparecidos. El gobierno de Enrique Peña Nieto va en esa misma línea, yo veo simplemente un modelo de partido. Porque está la mafia la que controla a México, no son los presidentes de la República, son los criminales los que deciden cuando hay paz y cuando hay guerra en este país”.

 

Además de la evidente falta de eficacia en el combate al crimen, durante los últimos 10 años, otro de los grandes cuestionamientos ha sido la omisión, o incluso de la complicidad, de los encargados de combatir a los cárteles de la droga en todos los niveles.

 

“Los gobiernos desde Calderón, pasando por el de Enrique Peña Nieto, y los gobiernos aledaños de los estados, no han cejado de abdicar de su condición de Estado y de gobierno, y se han coludido la mayor parte en su pudrimiento institucional con el crimen organizado”, acusa Javier Sicilia.

 

Para Ricardo Ravelo, el hecho de que en México se haya desatado esta violencia criminal de alto impacto a raíz de la embestida del Estado, obedece al nivel de corrupción que existe en las instituciones.

 

“No se atacaron  las causas, y las causas cuáles son, en principio la corrupción institucional. Gran parte de las instituciones están atrofiadas por la propia corrupción del crimen organizado y que no permite que el estado tenga capacidad de respuesta frente a las oleadas de violencia que generan los narcotraficantes”.

 

Aún inmersos en esta guerra contra el narcotráfico, no se alcanza todavía a dimensionar el verdadero impacto que ha tenido en la sociedad mexicana, ni se vislumbra en el horizonte cuándo pueda culminar.

 

“La violencia, si seguimos por el camino que vamos, es ilimitada porque la demanda por las drogas va a seguir, si se insiste en mantenerlas como ilegales será infinito”, dice el historiador Lorenzo Meyer.

 

Los mexicanos hemos pagado un alto costo en estos últimos 10 años, y sin embargo la violencia no se ha atenuado, al contrario, se ha recrudecido, y esa es la gran tragedia que enfrenta hoy el país.

 

“Sigue la violencia siendo endémica, sigue devorando la vida y la seguridad de regiones enteras del país, y hay que reconocerlo, el gobierno no tiene respuesta ni capacidad de contener esto; tuvo capacidad de suscitarlo, pero no tiene capacidad de contenerlo”, apunta Héctor Aguilar Camín.

 

Fue necesaria.- Gómez Mont

 

Fernando Gómez Mont fue el tercer secretario de Gobernación en el sexenio de Felipe Calderón. 

 

Llegó al despacho de Bucareli tras la trágica muerte de Juan Camilo Mouriño, en noviembre de 2008 y renunció al cargo en julio de 2010.

 

Durante el poco más de año y medio que estuvo al frente de la Segob, fue la época en que se registró uno de los mayores índices de violencia y barbarie en el país.

 

En entrevista, el exsecretario de Gobernación asegura que estos repuntes en la violencia, que alcanzaron su punto más alto en 2010, fueron consecuencia de las acciones puntuales del Estado.

 

“Es una época muy dura en donde los índices suben porque se estaban subiendo las consecuencias de aplicar contenciones que no se habían aplicado con anterioridad, porque en mi opinión se había subestimado en los años anteriores el problema”.

 

Aunque uno de los grandes cuestionamientos sobre el combate al narcotráfico es la falta de un replanteamiento de la estrategia ante los evidentes resultados, el exfuncionario asegura que la estrategia era revisada constantemente, aunque, a la distancia, cree que hicieron falta otras acciones.

 

“Uno de los grandes aprendizajes que hubo es que, no solo bastaba con reforzar los mecanismos de la aplicación de la ley, sino también entrarle a otros temas que tendían a la construcción de un tejido social que inhibiera más el espacio social sobre el cual se produce la impunidad y la violencia”.

Gómez Mont reconoce que en el sexenio de Calderón hubo errores en implementación, que sin embargo dejaron aprendizaje, pero afirma que las acciones que se tomaron son las que en ese momento eran las que consideraban adecuadas.

 

“El problema es que las decisiones se toman ante un futuro incierto, no un pasado conocido. Por supuesto que podría haber precisiones, cuestiones más oportunas, tal vez una mayor selectividad de casos, una mayor aplicación de inteligencia, medidas menos dispersas”.

 

“En el debate sobre las alternativas puede haber mil de ellas, y se van a encontrar errores naturales, lo que puedo decir, es que sí era algo necesario y tenía que hacerse con rectitud de propósito. Hoy sigue siendo necesario”.

 

El extitular de Gobernación no cree que el juicio de la historia sobre la guerra contra el narco y las autoridades que la emprendieron deba de ser un referente de análisis sobre los resultados y los actores que participaron en ella.

 

“Lo que uno tiene que hacer en esto es no esperar aplausos ni nada, es todos los días verse al espejo y no perderse el respeto, buscar cuál es la decisión más decente para servir a su comunidad y a su país con los recursos a su alcance”.

 

Fue una guerra catastrófica.-Castañeda

 

Para el excanciller Jorge G. Castañeda, el balance que deja la Guerra contra el Narco que comenzó el expresidente Felipe Calderón hace 10 años es catastrófico.

 

“No hay una sola cosa que puedas decir hoy que está mejor que hace diez años”, asegura el también analista y escritor mexicano.

 

“Hay más hectáreas sembradas de amapola, de mariguana y de hoja de coca en Colombia, mucha de la cual termina convertida en cocaína, que pasa por México y termina en Estados unidos, entonces es un costo gigantesco a cambio de absolutamente nada”.

 

>¿Podríamos afirmar que es una de las épocas más violentas del país, comparada con otros momentos históricos?

 

>No sé si la más violenta, porque primero las cifras para comparar no son muy precisas, el único dato que es más o menos preciso son los llamados homicidios dolosos por 100 mil habitantes, porque de alguna manera cuando muere alguien en México algún tipo de registro ya hay, aunque como hemos visto con las fosas clandestinas ni tanto, o como hemos visto con las desapariciones forzadas ni tanto, y esto es ahora donde tenemos muchos más datos que antes, si te vas hace 40 o 50 años es difícil determinar la calidad de las cifras que teníamos entonces. 

 

No sabemos si estamos realmente comparando las mismas cifras o cifras de mucho menor calidad de hace tiempo, con cifras de mayor calidad ahora. Lo que es un hecho es que en la época moderna de México, por decir algo, de Díaz Ordaz o de Echeverría para acá, en los últimos 40-50 años, estos son los más sangrientos, sin duda.

 

>¿Una guerra necesaria o innecesaria?

 

>Totalmente innecesaria, totalmente inútil, hecha exclusivamente con objetivos políticos. Todas las justificaciones que dio Calderón resultaron ser mentiras, no había un aumento del consumo en México, no lo había y no lo ha habido, es falso. Seguimos siendo un país de muy bajo consumo de drogas comparado con países de un PIB per cápita parecido en América Latina, mucho menos. 

 

Segundo, no era cierto que la violencia había repuntado, la violencia siguió bajando hasta mediados del 2007, el primer semestre de Calderón, no sólo bajó todo el sexenio de Fox y todo el de Zedillo, sino al menos el primer año de Calderón también bajó, al menos el primer año. No es cierto que iba subiendo la violencia, nada. 

 

Y tercero, no es cierto que se había extendido el control territorial que tenían los cárteles en relación a una época anterior, eran los mismos cárteles mandando la misma droga, al mismo mercado, más o menos en los mismos volúmenes. 

 

Dicen, bueno, es que ya se habían empezado a pelear entre ellos, como siempre se habían más o menos peleado entre ellos, se peleaban un rato y luego se dejaban de pelear, luego ganaba uno y surgía otro, lo que siempre había sucedido. 

 

Todas las justificaciones que dio Calderón fueron falsas, fueron mentiras, la única explicación real es que fue una decisión política para poder legitimarse políticamente.

 

>¿Fue a la inversa de lo que buscaba hacer o lo que se pretendía? Hay quienes afirman que incrementó la fuerza de los cárteles

 

>No sé si la incrementó, si descabezaron algunos, sobre todo ese fue el eje que les aconsejó Estados Unidos, lo que llaman ‘blancos de alto valor’ y esos son a los que se fueron sobre de ellos: Coronel, Lazcano, Treviño, todos ellos, es decir, eso lo que provocó fue más violencia y luego esta atomización de los cárteles que vemos ahora, o que hemos visto estos últimos años. 

 

Si hubieran representado los cárteles una amenaza a la seguridad nacional, los pequeños cárteles atomizados representan más una amenaza de seguridad pública. Pero, uno, nunca se demostró en qué consistía la amenaza a la seguridad nacional, y dos, los cárteles chicos o mini cárteles atomizados son más violentos, son más sangrientos, son más incontrolables que los grandes. Al final del día siempre se llega a acuerdos tácitos, nunca firmados, nunca sellados, pero se llegan a acuerdos tácitos con ellos porque llevan 50 ó 60 años haciendo su chamba, y sigue siendo la misma chamba.

 

>¿Esta guerra fue un factor determinante para la violencia o podemos hablar de otros factores?

 

>Yo creo que fue el factor, no hay ningún otro elemento que te explique porqué se disparan los homicidios dolosos, no hay ningún otro elemento, o sea, no hubo un terremoto, un tsunami, una epidemia, un enloquecimiento generalizado de la sociedad. Nada de eso es cierto, nada, lo que hubo fue una decisión política de declarar la guerra, y eso provocó más de 100 mil muertes adicionales a las que hubieran sucedido de no haber sido por la guerra.

 

La vía de la legalización

 

Existe una tendencia que ha ido creciendo en los últimos años, de despenalizar el uso de las drogas, lo cual podría ayudar a mitigar el problema de la violencia desatada por la lucha contra el narcotráfico.

 

El historiador Enrique Krauze está convencido de que la actual estrategia contra el narcotráfico ha sido una forma de obediencia hacia las líneas políticas dictadas por Estados Unidos, y que es momento de revisar la misma.

 

“Tenemos que irnos por la vía de la legalización de las drogas, y no podemos ser tan serviles con respecto a las líneas que nos ponen los EEUU”.

 

Para Krauze la solución es complicada, y si bien en la próxima década el problema quizá no termine, al menos se podría controlar el problema por la vía de la legalización, por lo que es necesario un cambio de paradigma.

 

“Tenemos que ponerle cara a Estados Unidos y decir ‘nosotros no vamos a seguir poniendo los muertos, y ustedes ponen el consumo de drogas y las armas’, y nada cambia, además nos insultan”.

Lorenzo Meyer considera necesario un cambio en la legislación como la que se dio en años recientes en Uruguay, y que esta no debería de obedecer a los dictados de Estados Unidos.

 

“Hay muchas fuerzas que se oponen a la legalización de algunas drogas. Mientras sigan siendo ilegales habrá mercado para ella y no una solución clara”.

 

“Estados Unidos está cambiando su legislación, puede ser que eso nos lleve a cambiar a nosotros. 

 

Es una pena que la autoridad norteamericana es la que pese en decisiones que deberían tomar las nuestras”, dice Meyer.

 

Héctor Aguilar Camín también comparte la opinión de que la mejor manera de reducir la violencia derivada del narcotráfico es la legalización de las drogas.

 

“Se agarran a tiros por las drogas porque están prohibidas, porque eso las hace más caras, porque eso hace que haya un mercado negro muy rentable, y es sobre las rentas de ese mercado negro que están los criminales peleándose.

 

“Legalizar ese mercado es desaparecer las rentas exorbitantes que da la prohibición, y poco a poco, me parece a mí, pero más temprano que tarde, terminaría con el fenómeno de violencia asociado al narcotráfico”.

 

El mito de la guerra.-Escalante

 

El sociólogo y profesor del Colegio de México, Fernando Escalante, sostiene que será dificíl saber si la Guerra contra el Narco detonó una mayor violencia en México.

 

El autor del libro “El crimen como realidad y representación” señala que lo más fácil es culpar al narcotráfico del incremento en el número de homicidios que se registró en los últimos 10 años.

 

“Creo que todavía no sabemos del todo bien qué es lo que ha pasado en estos últimos 10 años, y creo que han pasado muchas cosas distintas. Tendemos a englobar toda la violencia que ocurre en el país y muchas otras cosas, con el nombre genérico del ‘narcotráfico’, y con eso se aclara poco. 

 

Es indudable que un factor fundamental de la violencia tiene que ver con las organizaciones dedicadas al contrabando de drogas, pero hay mucha más violencia y no solo esa, y hay que atribuirla desde luego a otros factores. Yo tengo la idea de que no hay una explicación única, si no que coinciden varios factores en esta violencia. 

 

Es cierto que el narcotráfico es el único factor que explica el aumento insólito que registraron las muertes violentas durante el sexenio de Calderón, que pasó de una tasa de 8 homicidios por cada 100 mil habitantes a una tasa de 15 ó 20.

 

“Eso no quiere decir que los soldados o la Policía Federal estén asesinando a esas decenas de miles de personas, no quiere decir que sea solo la ofensiva contra las organizaciones de contrabandistas la que produzca esto, pero sí que la presencia de fuerzas federales desarticula el orden local, por buenas y malas razones. Yo no estoy seguro de que las organizaciones de contrabandistas de drogas fuesen una tan terrible amenaza. 

 

>Nos dice que esta violencia es multicausal, pero entonces sí es estadísticamente demostrable que la decisión de lanzar a las fuerzas federales fue determinante en su escalada

 

>Sí. A ver, lo que estadísticamente se puede demostrar es que el salto en la tasa de homicidios se produjo en 2008 y no antes, es decir, un año después del despliegue federal y no antes, y que comenzó a producirse en primer lugar en los estados donde había operativos federales, después en el resto. Es decir, estadísticamente sabemos que se produjo donde había despliegues del Ejército, después de que se desplegó el Ejército, eso lo sabemos; el nexo causal es mucho más complejo, mucho más difícil de establecer: ¿Por qué donde se desplegó el Ejército se desató (la violencia)? 

 

La tesis que sostiene, digamos, la interpretación gringa estándar, es que al perseguir a los cárteles -como les llaman ellos- se desata la violencia porque se matan entre sí, yo creo que la explicación es muy endeble, fantasiosa, deriva de una idea de lo que es el contrabando de drogas que le debe más a la película de ‘El Padrino’, que a ningún análisis etnográfico, y que solo explicaría un pequeño componente de la violencia. 

 

Porque hay sí violencia entre bandas de contrabandistas, la habrá, y hay otras muchas violencias, si uno mira el problema que tienen en Cherán tiene que ver con la explotación de la madera, y buena parte de los problemas en Michoacán tienen que ver con las minas de hierro, y los problemas en Coahuila con las minas de carbón, es decir, hay muchos problemas que antes encontraban alguna mediación más o menos formal, o más o menos informal, o ilegal, que con frecuencia necesitaba grupos de guardias blancas, matones, o gente armada, y de pronto esas operaciones se vuelven extraordinariamente complicadas, delicadas, graves, peligrosas, porque está el Ejército. 

 

Escalante critica que se haya utilizado el argumento de imponer el estado de derecho para justificar las acciones del Gobierno federal con la actuación del Ejército en contra del narcotráfico.

 

“No estoy tan seguro de que eso fuese algo tan terriblemente importante, y desde luego, no estoy seguro de que se haya conseguido, y me parece muy dudoso que el método sea ese”.

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