Durante la crisis sanitaria provocada por el COVID-19, la música ha sido uno de los sectores más afectados debido a la cancelación de conciertos, giras y festivales, disminuyendo principalmente los ingresos de los artistas y las compañías independientes.
A pesar de que varios sectores empiezan a retomar sus actividades bajo la llamada “nueva normalidad”, las salas de conciertos, bares y discotecas serán de los últimos negocios en abrir, además de que tardarán meses en recuperar la confianza del público.
La música ha demostrado tener un gran valor social, ya que las personas se han beneficiado de sus contenidos para sobrellevar el confinamiento, sin embargo, sus creadores reciben poco o ningún apoyo por parte del gobierno.
En Latinoamérica apenas hay algunos ejemplos de estrategias de ayuda implementadas para este sector, mientras que en países europeos como Francia, el Centro Nacional de la Música ha obtenido una dotación de 1 millón de euros del Ministerio de Cultura para apoyar a las tiendas de discos, distribuidores y productores fonográficos.
Otras naciones que han aprobado ayudas a fondo perdido para apoyar a los trabajadores de esta industria son Canadá, donde les otorgaron mil 500 dólares mensuales, Alemania, lugar en el cual el gobierno dio a las pymes y organizaciones culturales un pago único de 15 mil euros y Argentina, donde repartieron recursos por la cantidad de 145 dólares.
Con falta de apoyo pero con todas las ganas de seguir, artistas independientes de Latinoamérica han tomado las plataformas de streaming y se han reinventado para continuar trabajando y estar cerca de su público.
Muchos de ellos pasaron de ofrecer conciertos online desde la sala de sus casas con los pocos recursos que tenían, a preparar foros especializados para transmitir sus presentaciones.
De distintas partes de Latinoamérica, artistas como la cantante Leiden, La Bruja de Texcoco y la banda Los Rabanes comparten cómo han vivido este confinamiento y cómo enfrentarán los retos de la llamada “nueva normalidad”.
Aseguran que si algo positivo dejó esta crisis, fue que evidenció la importancia y lo necesario del trabajo de los artistas para las personas, no sólo por la diversión que ofrecen, sino por el impacto económico que tienen.
El mundo ahora para la música
Desde la última semana de marzo, los integrantes de la banda Los Rabanes se guardaron en su casa, en Panamá.
La pandemia les cayó como un balde de agua fría al ver cómo se suspendían buenas giras y conciertos, por ejemplo, los que tenían junto al Tri en Guatemala, con Los Decadentes en la Ciudad de México o el que estaba planeado para el Coliseo de Puerto Rico.
Posteriormente, tras varias semanas de ansiedad, empezaron a ver qué hacían, cómo lograban conectar con la gente a la distancia, y así fueron saliendo un par de proyectos nuevos.
“Se han hecho en tiempo real, dentro de la experiencia humana que estamos viviendo hoy en día para llevar música fresca a la gente. Nos sentimos bien con eso. Hay salud, ganas y aquí andamos”, dice Emilio Regueira, vocalista y líder de la agrupación.
Los Rabanes comenzaron compartiendo videos de giras y documentales, pero después les surgió el interés de publicar material nuevo, así que se les ocurrió sacar una versión de Guantanamera, pero de cuarentena, la cual dice; “en cuarentena, aquí nadie va pa’ fuera”.
“Se grabó con una nota de voz, había una base montada, se hizo y todo el mundo latinoamericano la recibió como de ‘venga, denme más, qué están haciendo en sus casas’. Y claro, es que un montón de gente está como nosotros, entre cuatro paredes, con incertidumbre, viendo noticias y cifras que no son muy alentadoras, y si tú sacas en tiempo real una novedad es una manera de conectar”, platica Emilio.
Dicho éxito los motivó para pensar qué otras cosas podían hacer con la tecnología que tenían a la mano y, en el camino, se encontraron con un tema de Roberto Carlos titulado Un millón de amigos, que para ellos es de esos himnos que ponen los papás y se quedan para siempre.
“Es un poco hippie, de época, pero esa frase que dice ‘quiero llevar este canto amigo a quien lo pudiera necesitar’, me llegó al corazón y empezamos a hacer revisiones en guitarra, a mandar notas de voz al estudio, y cuando ya fue agarrando como onda dijimos: ‘este tema está clavado para Los Pericos’, con quienes ya habíamos colaborado en 2009 en el Vive Latino y se animaron; mandaron su voz, se armó un video e increíblemente ha tenido una gran aceptación”, comenta el músico.
Al principio de la pandemia en Panamá había toque de queda, por lo que el grupo sí se podía reunir, pero después llegó el confinamiento, así que cada uno desde su casa se conectaba a través de la tecnología para calmar la ansiedad y seguir haciendo música.
Ante la crisis, Emilio asegura que lo que queda es reinventarse, cosa que no hubieran hecho si la pandemia no hubiera llegado.
Los Rabanes ya tuvieron su primera experiencia online al ofrecer un concierto y, dicen, fue bastante buena.
Así que seguirán preparando sorpresas por esa vía porque saben que es la nueva manera de llevar la cultura. Y aunque reconocen que son irremplazables los conciertos en vivo, Pandemia Records desde casa va con todo, aseguran.
“La energía de la gente es increíble, es como una retroalimentación, tú le das al público y ellos a ti”, dice en alusión a los conciertos online.
Mientras, en varias partes del mundo como en México, los conciertos en los autos se están convirtiendo en una realidad, en Panamá no se han dado; sin embargo, al vocalista de la banda le parecen interesantes.
“Habrá pros y contras, pero es la forma de darle la vuelta, ya vendrá el slam en los conciertos para bailar ska y demás cosas”, afirma.