El muro que impide la renegociación

La indefinición del gobierno de Donald Trump y la vorágine política de Estados Unidos han provocado que las conversaciones del TLCAN lleguen a un impasse. El presidente del Consejo Coordinador Empresarial dijo que es posible que México se levante de la mesa de negociación
Rodrigo Carbajal Rodrigo Carbajal Publicado el
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“Existe la posibilidad de que nos levantemos de la mesa. La causa es que no podemos cumplir con lo que los socios nos piden en circunstancias que ya no son la realidad de México”. Son las palabras de Juan Pablo Castañón, el presidente del Consejo Coordinador Empresarial (CCE), una de las figuras más importantes en la renegociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN).

Se trata de la primera vez que el sector privado mexicano acepta públicamente que la renegociación del TLCAN puede ser más costosa que su cancelación. No es una amenaza menor, equiparable a la retórica agresiva que ha caracterizado al discurso de la administración de Donald Trump. El empresariado mexicano es, probablemente, el grupo que ha mostrado más interés y que ha realizado más concesiones para asegurar la supervivencia del tratado comercial.

La semana pasada, funcionarios mexicanos y canadienses expresaron a la agencia Bloomberg que Estados Unidos ha tomado una postura de hostilidad en la tercera ronda de negociación, la cual contrasta con las actitudes diplomáticas mostradas en las primeras dos fases de la renovación del acuerdo. Se refirió que las demandas estadounidenses rebasan las líneas rojas establecidas por los jefes de negociación de México y Canadá.

Estados Unidos ha utilizado una estrategia de señales mixtas que no ha permitido disipar el velo de incertidumbre que rodea al futuro del TLCAN. Por un lado, Robert Lighthizer, representante comercial de Estados Unidos, firma una declaración trilateral conjunta en la que se expresa diplomáticamente que la tercera ronda de negociación concluyó exitosamente con avances significativos. Por otra parte, Wilbur Ross, secretario de Comercio, publicó una pieza editorial en el diario The Washington Post en la que sostiene que las reglas del TLCAN han sido perjudiciales para la economía y los trabajadores estadounidenses.

El clima de confrontación ha derivado en el estancamiento de las negociaciones. El TLCAN ha llegado a un impasse. Moisés Kalach, el empresario del CCE que preside el Consejo Consultivo Estratégico de Negociaciones Internacionales, dijo al diario Reforma que las conversaciones comerciales no avanzan porque Estados Unidos aún no ha puesto los temas cruciales sobre la mesa: “¿Cómo vamos a responder con propuestas de México si no tenemos la idea de lo que quiere Estados Unidos, que al final del día son los que nos han pedido que vengamos a esta mesa?”

Kalach encuentra dos posibles explicaciones. La primera, que la administración de Donald Trump no estaba lista para iniciar el proceso de negociación. La segunda, que los negociadores estadounidenses no han podido generar propuestas concretas a partir de los lineamientos abstractos que se desprenden del discurso del presidente Trump.

¿Qué quiere Estados Unidos?

El velo de incertidumbre que cubre el futuro del TLCAN ha derivado en dos teorías. Una neutral y otra pesimista. En cualquiera de los casos, existen razones suficientes para creer que EU no se está tomando el proceso en serio

La falta de claridad de parte de Estados Unidos plantea dos tesis divergentes. Una, expuesta por el ex asesor de campaña de Trump, Roger Stone, de que sólo al presidente y a Peter Navarro, director del Consejo Nacional de Comercio, les interesa rediseñar el TLCAN; mientras que el resto de la administración considera que ésta es una tarea obligatoria cuyo resultado final será un cambio cosmético para satisfacer a la base electoral del presidente. La otra tesis, mucho más pesimista, es la que recoge la agencia Bloomberg a partir de las declaraciones en condición de anonimato de funcionarios mexicanos y canadienses, de que la hostilidad estadounidenses es una estrategia para reventar las negociaciones y obligar a un rompimiento del acuerdo.

Existen razones de sobra para creer que Estados Unidos no se está tomando en serio la renegociación del TLCAN. Robert Lighthizer es el único de los seis altos funcionarios de la Oficina del Representante Comercial de Estados Unidos (USTR, por sus siglas en inglés) que ha sido confirmado por el Senado. Esta situación es inédita; ningún gobierno estadounidense ha negociado un tratado de libre comercio con la oficina del USTR prácticamente vacía.

La única realidad es la de la condición impredecible de la administración de Donald Trump. El presidente cuenta con un nivel de aprobación de 39 por ciento, de acuerdo a Gallup, el más bajo para un presidente estadounidense en su primer año de gobierno. Además, el ejecutivo no ha conseguido aprobar una sola pieza legislativa significativa; ha fracasado en dos ocasiones en desmantelar el sistema de seguridad social y ahora apuesta la mayor parte de su capital político a una reforma fiscal cuyo contenido promete polarizar al Congreso. Por si fuera poco, el presidente es una persona de interés en la investigación del fiscal especial Robert Mueller respecto a la presunta intervención de Rusia en el proceso electoral estadounidense.

La vorágine política y el caos al interior de la administración de Trump representan el muro que se interpone en el curso de la renegociación del TLCAN.

El caos al interior de la administración de Trump representa un muro que se interpone en el curso de la renegociación del TLCAN

Principios del Sistema de comercio de la OMC que protegen a México

Los negociadores mexicanos confían en que estos principios evitarían una crisis en caso de que la renegociación del TLCAN fracase

Comercio sin discriminaciones

Nación más favorecida (NMF): los países no pueden establecer discriminaciones entre sus diversos interlocutores comerciales. Si se concede a un país una ventaja especial se tiene que hacer lo mismo con los demás.

Comercio más libre

La reducción de los obstáculos al comercio que incluyen los derechos de aduana o aranceles y medidas tales como las prohibiciones de las importaciones o los contingentes que restringen selectivamente las cantidades importadas.

Previsibilidad mediante consolidación y transparencia

Permite que las empresas tengan una visión más clara de sus oportunidades futuras. Mediante la estabilidad y la previsibilidad se fomentan las inversiones, se crean puestos de trabajo y los consumidores pueden aprovechar plenamente los beneficios de la competencia:elegir precios.

Fomento de una competencia leal

Es un sistema de normas consagrado al logro de una competencia libre, leal y sin distorsiones. Las normas tratan de establecer lo que es leal o desleal y cómo pueden responder los gobiernos ante estas situaciones. Se refiere a las normas de dumping y las subvenciones.

Promoción del desarrollo y la reforma económica

Los países más ricos deben acelerar la aplicación de los compromisos en materia de acceso a los mercados que afecten a las mercancías exportadas por los países menos adelantados, y se pide que se les preste una mayor asistencia técnica.

La falsa promesa de la renegociación integral

Los negociadores mexicanos se sienten confiados en que aunque la renegociación fracase México no se verá tan afectado. Sin embargo, tanto el gobierno como la iniciativa privada han insistido en que la prioridad es salvar al TLCAN

El posicionamiento del CCE de que México pudiera levantarse de la mesa se escuda en la valoración de Blackrock, la firma de administración de activos más grande del mundo y ante la idea de que la cancelación del TLCAN no necesariamente implica un mal resultado para la economía mexicana.

Si el tratado pierde validez legal, la relación comercial de México y Estados Unidos estaría regida por el concepto de nación más favorecida estipulado en las reglas de la Organización Mundial del Comercio. Este escenario contempla aranceles para el grueso de las exportaciones mexicanas de entre 2 por ciento y 8 por ciento. El consenso de analistas argumenta que, dada la amplia ventaja que otorgan los bajos costos laborales de la plataforma industrial de México, el costo tarifario adicional no dañaría severamente la competitividad de los productos mexicanos en Estados Unidos.

Sin embargo, tanto el gobierno como la iniciativa privada de México han insistido en que éste es el plan B. La prioridad es salvar al TLCAN.

Por eso resulta particularmente relevante que la organización más importante del empresariado mexicano salga a decir que levantarse de la mesa es una opción. Antes del inicio de las rondas de negociación, el secretario de Relaciones Exteriores, Luis Videgaray, aseguró públicamente que México utilizaría un enfoque integral para negociar la relación bilateral con Estados Unidos. Esto quiere decir que, siguiendo la recomendación del excanciller Jorge Castañeda, el país utilizaría los temas de seguridad regional, migración y cooperación internacional para ganar influencia en la renegociación del TLCAN.

Ocurrió todo lo contrario. El rediseño de la relación bilateral con Estados Unidos se ha focalizado en el tema comercial. Prueba de ello es que todos los funcionarios de alto perfil del equipo técnico de la negociación son figuras de corte tecnocrático de la Secretaría de Economía, funcionarios especializados en negociaciones comerciales. Además, el grupo de interés de mayor influencia mediática en este proceso de rediseño ha sido justamente el empresariado mexicano. El CCE, incluso, cuenta con un “cuarto de junto” en la renegociación del TLCAN, un grupo de especialistas que asesora al gobierno mexicano.  Este escenario explicaría también por qué México ha sido inflexible en modificar una de las líneas rojas que impiden el curso de renovación del TLCAN: la mejora de estándares laborales y salariales.

Por otra parte, al menos en el discurso oficial de México y Estados Unidos, el status quo de la relación bilateral en temas no comerciales permanece intacto. No existe una sola intervención pública de algún alto funcionario del Estado mexicano que haya dicho que se está renegociando la política de control migratorio transnacional o la política bilateral de combate al tráfico de drogas.

Con la renovación del TLCAN estancada, México se ha quedado sin herramientas relevantes no comerciales para influir en la base legal sobre la cual se ha fincado el modelo de industrialización y desarrollo del país del último cuarto de siglo.

Si el tratado pierde validez legal, la relación comercial de México y Estados Unidos estaría regida por el concepto de nación más favorecida estipulado en las reglas de la Organización Mundial del Comercio

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