Mujeres ya no se callarán ante la violencia de género
En el marco del Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, jóvenes universitarias aseguran que ya no están dispuestas a permitir que se violen sus derechos, y en caso de que suceda, lo denunciarán alzando la voz
Fernanda Muñoz y José Pablo EspíndolaEl mundo está viviendo una etapa primordial en el desarrollo de la sociedad y las mujeres son pieza fundamental para que eso suceda, pues los miles de años que han vivido debajo del reflejo de un hombre, violentadas por expresar su sentir, llegaron a su fin.
Las nuevas generaciones que han visto los golpes y han escuchado los gritos de aquellas mujeres que se quedaron calladas por un largo tiempo, decidieron levantarse para exigir respeto, demostrando que no representan al género invisible, sino al más fuerte.
Los movimientos #MeToo, #NiUnaMenos, #NotOneMore y #BalanceTonPorc, los cuales surgieron hace no más de tres años, son ejemplo de lo que se busca cambiar: que las cifras desfavorables hacia el sexo femenino sean totalmente erradicadas.
Mientras que en México 19.1 millones ha vivido agresiones severas o muy severas por parte de sus esposos o novios, y 500 mil han pasado por la misma experiencia a pesar de no contar con una pareja.
Las entidades federativas que presentan las cifras de violencia más altas contra las mujeres son Aguascalientes con 33.0 por ciento; Estado de México con 31 por ciento y Jalisco con 30 por ciento; mientras que los estados con las prevalencias más bajas son Chiapas con 17.6 por ciento; Nuevo León con 19 por ciento y Baja California con 19.4 por ciento de acuerdo con el registro de 2016 del Inegi.
Miembros de Restauradoras con Glitter, Lana de Sastre, Marea Verde, Bordemos por la Paz y Pinto mi Raya se reunirán en el Ángel de la Independencia el domingo a partir de las 11:00 horas para que, junto a todos los asistentes, tejan corazones y los cuelguen en nombre de todas las mujeres desaparecidas y asesinadas en el país.
“Es importante que la gente se informe sobre lo que estamos haciendo, porque de repente se entiende como que no quisiéramos que participaran, principalmente los hombres”, asegura Paula Rosales, vocera de Restaruradoras con Glitter.
Este año el lema del Día Internacional de la Eliminación de la Violencia es “Pinta el mundo de naranja: Generación Igualdad condena la violación”.
Hacia una educación incluyente
Educar a las futuras generaciones para que dejen de discriminar y de señalar a las mujeres como un género inferior es de suma importancia para la sociedad mexicana.
Rubén Hernández, secretario de Igualdad de Género del Centro de Investigaciones y Estudios de Género (CIEG) de la UNAM, confiesa que aunque gran parte de las instituciones educativas en el país no son espacios que hayan conseguido liberarse del problema de la desigualdad y de la violencia, son lugares con potencial transformador, en el sentido de que forman curricularmente a las personas.
También reconoce que los movimientos sociales en favor de las mujeres han avanzado tan rápido que incluso han dejado atrás a las escuelas, ya que éstas aún no cuentan con un plan específico para exponer y erradicar la violencia contra el género femenino.
“Las universidades han caminado más lento de lo que deberían para poder solucionar esos problemas. Sin embargo, es evidente que no se quieren quedar atrás. Por el momento hay clases optativas que abordan el problema pero no es suficiente”, especifica Rubén Hernández.
En entrevista, el secretario del CIEG revela que por lo menos la UNAM está ideando un plan de estudios en el que se le integre una materia de igualdad de género a todas la carreras, con el fin de ser parte de una lucha permanente.
“Hemos hecho cosas desde diferentes posiciones, pero no podemos negar que buena parte de ese avance proviene de las acciones que los colectivos feministas y organismos pacíficos de universitarias han emitido”, comenta.
Por su parte, Paula Rosales, vocera del colectivo Restauradoras con Glitter, sugiere que las escuelas integren a la familia para, junto con sus hijos, aprender lo que se debe y no se debe hacer como individuo hacia las mujeres.
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‘Somos una generación de mujeres que alza la voz’
Grisel Karime Arias, de 19 años y estudiante de la licenciatura en Ciencias de la Comunicación en la UNAM, sabe que para muchas personas puede parecer exagerada la forma en la que se están llevando a cabo las marchas para pedir un alto a la violencia hacia las mujeres, pero afirma que “no se ha hecho historia pidiendo las cosas por favor”.
“Lamentablemente son situaciones a las que uno tiene que recurrir; no tendríamos que hacer ningún destrozo, ni si quiera tendríamos que salir a las calles a exigir nuestros derechos si se atendiera el problema”, asegura Grisel.
“Gracias a los disturbios, por ejemplo, en El Ángel de la Independencia, fue que la jefa de Gobierno quiso abrir el diálogo; en la UNAM, en particular en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales, no fue hasta que se realizaron marchas y hubo paro, que la directora Angélica Cuéllar, accedió a tomar nota de lo que se estaba solicitando. Más allá de estar a favor o en contra, creo que las marchas eran necesarias”, comenta la universitaria.
A partir de las múltiples denuncias por casos de violencia de género en las instalaciones de la UNAM, la Máxima Casa de Estudios convocó a la comunidad universitaria, particularmente a las mujeres, a que expresen sus propuestas para mejorar los mecanismos institucionales encaminados a erradicar ese tipo de conductas.
“De alguna manera están evadiendo su responsabilidad al solicitar que se hagan más propuestas, porque esas ya están ahí, ya han sido planteadas por diferentes facultades; entonces, más bien hay una falta de atención con los pliegos petitorios y con la situación”, opina la estudiante.
Para una parte de la ciudadanía, los millennials son considerados como una “generación de cristal”, porque de todo se quejan, pero para Grisel más bien son una generación que ya no se deja y que hace visible lo que antes se callaba.
A Grisel le sorprende que generaciones más grandes sigan guiándose por el pensamiento machista que les heredaron sus padres, situación a la que se enfrentó Danna Garduño, de 17 años, cuando entró a estudiar Derecho a la FES Aragón de la UNAM.
“Tuve un choque de realidades, porque mi generación, mis amigos de la prepa, todos estamos en ese plan de no aceptar y fomentar la violencia de género, pero cuando entré a la universidad me sorprendí de que muchos todavía tienen ideas muy retrogradas”.
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Vencer los estereotipos
Valeria Hernández, estudiante de Geografía Humana en la UAM Iztapalapa, dice sentirse orgullosa de que las mujeres estén tomando conciencia de su verdadero papel en la sociedad, tanto político como cultural, y contra la iniquidad que existe entre los géneros.
“Más que una manifestación, creo que es una reclamo de justicia por todas las desaparecidas y por todos los feminicidios y abusos contra ellas.
“A mí me causó mucha emoción ver a muchas chicas tomando ese papel y replanteándose algunos pensamientos y acciones que forman parte de la violencia”, dice Hernández.
Valeria le pide a la ciudadanía, a los que las juzgan por salir a tomar las calles, replantearse el tema, pero desde la empatía, ya que es fácil juzgar desde los privilegios, porque no les ha tocado estar en la situación de esas mujeres, de esas madres que piden justicia por sus hijas desaparecidas, de las que sufren acoso o violencia en el matrimonio.
Para Nina, una chica trans de 21 años que estudia Derecho en la UNAM, el vivir con miedo se ha vuelto algo común para las mujeres en México.
“No tengo la tranquilidad de que mis hermanas estén bien, de que mi mamá esté bien, porque salir a la calle es un peligro, tienes que preguntarte si está bien lo que te vas a poner para evitar que algún patán te diga groserías o sufras algún tipo de acoso”.
El limitar tu vestimenta por miedo, para Nina es una forma de autoagresión, porque asumes que como mujer tienes la culpa de ser acosada o violentada en la calle, cuando todos tiene la obligación de respetarte.
“Al principio yo decía ‘no me voy a poner falda, mejor pantalón’, trataba de ser precavida con todo lo que hacía, y ahora digo ‘no, una falda no es símbolo de acoso ni una invitación para venir a violarme’, si no cambiamos eso, la gente seguirá pensando que está bien que te tapes. Me voy a poner lo que quiera, porque no requiero de la autorización de un hombre o de una sociedad que me diga qué está bien, afirma la joven.
Las estudiantes aseguran que ya fue suficiente de “calladitas nos vemos más bonitas”, que llegó el momento de ayudarse, unirse, levantarse y pelear contra todo aquel o aquello que atente contra sus derechos.