Mujeres mexicanas que desde la ciencia marcan el cambio

A nivel mundial se estima que, aunque las mujeres representan 33 por ciento de todos los investigadores, sólo 12 por ciento de los miembros de las academias científicas son mujeres
Karina Corona - Abida Ventura - Pablo Espindola Karina Corona - Abida Ventura - Pablo Espindola Publicado el
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Marie Curie, Lise Meitner o Rachel Carson son algunos de los nombres de científicas más reconocidos a nivel mundial, sin embargo, hay parte de la población que no los reconoce, lo que evidencia la deuda histórica sobre las aportaciones y el trabajo de las mujeres en la ciencia.

De acuerdo con cifras de la UNESCO, a nivel mundial se estima que, aunque las mujeres representan 33 por ciento de todos los investigadores, sólo 12 por ciento de los miembros de las academias son científicas.

Por ello, este 11 de febrero, en el Día Internacional de las Mujeres y las Niñas en la Ciencia, se celebra el legado que las científicas construyen diariamente en cada una de sus ramas de especialización como la paleontóloga Diana Karen Perez Lara, la química Alondra Fraustro o Citlali Díaz, CEO de Bleps Vision.

‘Las mujeres podemos cambiar el mundo’

Alondra Fraustro ve la vida como un experimento donde hay que combinar las “sustancias”: la perseverancia, paciencia y pasión, porque considera que las personas se deben dedicar a algo que las haga felices y motive, en su caso, el laboratorio.

Una feria de ciencias y vestir con una bata blanca fueron las primeras experiencias con las que Fraustro decidió ser química y que ese sería su lugar feliz.

“Es algo maravilloso porque siento que es estar conmigo misma, como decía Marie Curie: ‘estar en el laboratorio es un cuento de hadas’”, expresa la química a Reporte Índigo.

Desde pequeña tuvo interés en la cantidad de basura que hay en las calles y la contaminación ambiental.

Su forma para hacer algo fue a través de la innovación científica y estudiando la carrera de Químico Bacteriólogo Parasitólogo en la Facultad de Ciencias Biológicas de la Universidad Autónoma de Nuevo León, donde aprendió de biotecnología, microbiología y botánica.

“Decidí enfocarme en la investigación de biotecnología ambiental y cómo aprovechar la ciencia para combatir el cambio climático. Parte de esta inspiración fue una maestra de química y todos los personajes en la historia que descubrí y me motivaron a que yo también podía generar un cambio en el mundo”, cuenta.

Fraustro es fundadora de Ciencia Mágica, con la cual, desde el 2019, fomenta la educación ambiental y realiza divulgación científica, pues declara que en México se necesita  impulsar las carreras en áreas de tecnología, ciencias y  matemáticas.

Con este esfuerzo, la química quiere dejar un mensaje a las nuevas generaciones para que vean que no sólo hubo científicas en el pasado, también las hay en el presente.

“Quiero inspirar a esas niñas porque a mí me hubiera encantado que cuando estaba en la secundaria fuera una científica a contarnos su historia, que nos compartiera los retos del futuro. Ahora sé que tengo la oportunidad y ese es el objetivo, demostrar que las mujeres podemos hacer ciencia y podemos cambiar el mundo.

“Cuando inicié Ciencia Mágica tenía la idea de darme por vencida por comentarios como que a nadie le iban a interesar los temas de ciencia, ‘no puedes cambiar el mundo’, pero tienes que seguir adelante. Si yo hubiera escuchado esas voces ahorita no estaría aquí”, comparte Alondra.

A través del trabajo en equipo, la científica considera que puede darse la equidad para que las mujeres tengan puestos directivos o lideren un proyecto en una empresa.

“Siempre existirán los obstáculos, lo importante es seguir buscando estos espacios. Vamos poco a poco derribando todos esos estigmas que se han ido generando, porque todos tenemos la misma capacidad para impulsar este tipo de tecnologías o áreas de la ciencia. Lo que yo considero que es vital es trabajar en equipo y quitar la idea de hombres contra mujeres”, opina Alondra.

La educación en México

Alondra Fraustro, fundadora de Ciencia Mágica, cree que la enseñanza de la ciencia va por buen camino, pero que se necesita un acercamiento a las escuelas, los cuales impulsen talleres de robótica, de ciencia o biología.

“Nos falta darle seguimiento y reforzar más allá de lo que vemos en los libros de texto, se necesita compartir experiencias de personas que estén trabajando en la industria”, apunta.

La científica considera que en México aún hay muchos retos, como un buen financiamiento, tanto en la educación científica como en áreas de STEM (ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas).

“Se debe buscar la manera de destinar dinero a este tipo de materiales, porque en los laboratorios faltan recursos para reactivos o para conseguir material de laboratorio. Entre más interés se le dé a la ciencia, porque casi no se le da mucho en México, vamos a contrarrestar cada uno de esos problemas que vayamos viendo”, concluye.

‘Busquen redes, hagan comunidad’

Cada vez más, las investigaciones en biotecnología adquieren mayor importancia por los beneficios que generan a nivel social; sin embargo, no escapan, al igual que otros campos del conocimiento, de la desigualdad de género que se vive en América Latina.

De acuerdo con un estudio realizado por el Inter-American Development Bank (IDB), alrededor del 45 por ciento de las investigadoras científicas en América Latina son mujeres, aunque en México y Chile la cifra es menor, pues solo llegan a un 33 por ciento.

Lo peor es que del total de mujeres que se dedican a este campo de la ciencia sólo el 18 por ciento logra conseguir un empleo en el área, por ello la historia de Citlali Díaz adquiere mayor relevancia, ya que además de desarrollarse profesionalmente en la industria de la biotecnología, es CEO de Bleps Vision.

“Trabajo mucho para equilibrar mi día a día, para ponerle atención a todo lo que para mí es importante. Es un camino muy emocionante con nuevas cosas, el saber que tenemos un producto que puede impactar de manera positiva, eso llena mucho el ánimo, las ganas de realmente querer llevar esto lo más lejos posible”, cuenta Díaz.

Bleps Vision desarrolló un topógrafo corneal portátil llamado TOCO, con el que se espera auxiliar a personas con problemas visuales. El dispositivo mide la córnea a través de una proyección de puntos, con esto se pueden obtener mapas útiles para diagnosticar patologías como el queratocono y diseñar con precisión lentes de contacto.

La portabilidad de TOCO le permite al especialista llegar a lugares donde no se podía intervenir porque los topógrafos normales son aparatos muy grandes, pesados y costosos; además, son muy sensibles al movimiento.

“Lo podemos mandar por paquetería a diferentes lugares de la República Mexicana, el especialista lo saca y lo conecta a su compu y ya puede empezar a diagnosticar a diferentes pacientes, esto facilita mucho el que podamos darles las herramientas que necesitan a los optometristas”, explica Díaz.

Las exigencias que han hecho las mujeres en pro de sus derechos también han trascendido el campo de las ciencias, así lo confirma Citlali.

“Creo que al final nos ha impactado a todos, yo veo, por ejemplo, que hay muchos programas, muchas oportunidades específicas para mujeres, para apoyarlas, incluso, lugares donde buscan equilibrar la participación”, cuenta Díaz, en entrevista con Reporte Índigo.

La investigadora reconoce que, ciertamente, sí ha sido más difícil su camino por ser una mujer joven, ya que se ha dado cuenta que, en ocasiones, no la toman en cuenta.

“Es más fácil que se vayan con mis socios que son más grandes, porque se ven más ‘como los científicos’ que saben sobre lo que estamos haciendo, entonces, eso sí es algo que me ha pasado”, cuenta.

Citlali afirma que la industria de la biotecnología sigue siendo un campo muy dominado por los hombres, aunque poco a poco se reconoce la participación de las mujeres.

“Las mujeres no dejamos de estar presentes. Yo les recomiendo que busquen redes, que hagan comunidad, impulsen programas que apoyen y sumen a los esfuerzos, porque es un camino difícil. Las invito a no detenerse, a no quedarse con las ganas de participar o de emprender, también a hacer equipo con alguien que fortalezca las capacidades que tenemos”, finaliza Díaz.

Reconstruye bosques milenarios

Diana Karen Pérez Lara es una joven paleontóloga cuyo amor por esta disciplina científica nació en la secundaria hurgando en sus libros de ciencias naturales.

“Me gustaba mucho leer los recuadros de sabías qué, recuerdo que en uno de esos hablaban de Lucy el Australopithecus, decía que se llamaba así porque cuando los paleontólogos descubrieron los restos estaban escuchando la canción “Lucy in the Sky with Diamonds” de los Beatles y que por eso le pusieron ese nombre.

Eso llamó mi atención y quise saber qué hacían los paleontólogos, investigué un poquito y me encantó”, relata.

Como la mayoría de los que se sienten atraídos por esta disciplina, al principio quiso estudiar dinosaurios, pero ya en la universidad una conferencia sobre plantas fósiles lo cambió todo.

Hoy, es una de las pocas mexicanas dedicadas al estudio de maderas fósiles en Latinoamérica, con lo cual puede reconstruir las características de los ecosistemas que predominaron en la región hace millones de años.

Diana Karen Pérez Lara es una de las pocas mexicanas dedicadas al estudio de maderas fósiles en Latinoamérica y relata que abrirse camino en la academia mexicana no ha sido fácil. Foto: Especial
Diana Karen Pérez Lara es una de las pocas mexicanas dedicadas al estudio de maderas fósiles en Latinoamérica y relata que abrirse camino en la academia mexicana no ha sido fácil. Foto: Especial

Originaria de Puebla, Diana Karen empezó estudiando maderas del Eoceno (hace 52 millones de años) en un bosque de Chiapas, proyecto que desarrolló en la licenciatura en la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (BUAP) y en la maestría en el Instituto Politécnico Nacional (IPN).

De ahí saltó a estudiar la isla Barro Colorado, en Panamá, considerada la meca de los biólogos tropicales, como becaria del Instituto Smithsonian de Investigaciones Tropicales.

Con apoyo de este centro de investigación estadounidense, Diana Karen realiza actualmente un doctorado en Ciencias de la Tierra en la Universidad EAFIT, en Medellín, Colombia.

Su proyecto, cuenta, es conocer el clima que predominó hace miles de años en el Desierto de la Tatacoa, una zona árida rica en fósiles y climas extremos ubicada en Huila, Colombia.

“Aquí se han encontrado la mayor diversidad de fósiles de primates y esto es súper interesante para entender también nuestra propia evolución. Erróneamente se dice que es un desierto, pero es un bosque seco ”, explica desde su departamento en Medellín.

Para Diana, la decisión de estudiar paleontología o cualquier disciplina científica no fue una cuestión de si podría hacerlo o no siendo mujer.

El camino no parecía tan pedregoso, sin embargo, confiesa que en el trayecto se ha topado con un ambiente machista en México tanto en los salones de clases como en el entorno académico en general.

“En el primer semestre de la universidad había un profesor que decía que la biología solo era para hombres, que no era una carrera para mujeres, escuchar este tipo de cosas desanima y crea un ambiente pesado”.

En otra ocasión, recuerda que durante una salida de campo con profesores de la UNAM, uno de ellos le insistió que sus esfuerzos para ser paleontóloga no valían la pena, porque conocía a pocas mujeres exitosas en ese campo.

“También cuando una habla siempre es como ‘la estudiante’ y los hombres siempre son el doctor, el maestro; que me digan maestra es súper raro”, dice.

A diferencia de México, a nivel internacional ha vivido una experiencia completamente diferente en los grupos de trabajo con los que ha colaborado, donde asegura que ha visto más representatividad de las mujeres.

“En Panamá me pareció increíble que los doctores importantes fueran todas mujeres. Me gustó mucho ver cómo ellas se enfrentan a este mundo de hombres machista, me han hecho aprender sobre que una siempre tiene que mantener o defender su punto de vista frente a los otros”, considera.

Sin embargo, su sueño es seguir estudiando fósiles mexicanos y darlos a conocer al mundo, pues la riqueza paleobotánica del país es vasta y hay pocos investigadores para estudiarla. 

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